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Nacer para el mañana

En este nuevo milenio la ginecobstetricia cubana tiene como meta trabajar por una calidad de vida superior para el binomio madre-hijo durante el embarazo, el parto, y también de cara al futuro

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila
«Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender».
Charles Dickens

La ginecobstetricia cubana ya no se conforma con mantener bajos índices de mortalidad infantil y materna, inferiores incluso a los de ciertos países del Primer Mundo, con más recursos y experiencia.

En este nuevo milenio su meta es trabajar por una calidad de vida superior para el binomio madre-hijo durante el embarazo, el parto, y también de cara al futuro.

De ahí la obsesión por evitar malformaciones congénitas que tal vez no acarrean la muerte, pero limitan el pleno desarrollo y la inserción de esas personas en la sociedad.

Cada participante en el XIV Congreso de Obstetricia y Ginecología —desarrollado esta semana en el Palacio de Convenciones— habló en nombre de muchos sueños, pues algo tan íntimo como la salud sexual y reproductiva de las cubanas tiene a la larga grandes implicaciones para la vida del país, su economía, su cultura y la red de servicios que demandaremos en lo adelante.

Por fortuna, el Programa Materno Infantil está bastante protegido de inclemencias económicas, afirma la doctora Blanca Manzano, presidenta de la Sociedad Cubana de Obstetricia y Ginecología. Tal prioridad estatal les permite avanzar de la mano de la neonatología y la pediatría, la ultrasonografía, la farmacéutica, la endocrinología, la biotecnología y hasta la cirugía moderna, menos invasiva y traumática.

También se notan avances en la atención especializada a mujeres de mediana edad, a quienes se ayuda a defender una sexualidad activa y placentera mientras queden ganas, a amar el cuerpo propio y protegerlo con mimos —enfatiza Ada Alfonso, subdirectora del CENESEX —, y a seguir incorporadas a la sociedad y disfrutar de la familia de modo equitativo y enriquecedor.

Luz larga apagada

Pero no todo es gloria en la especialidad. Muchos esfuerzos caen en terreno baldío porque no todos aquellos que pueden recibir beneficios con tales servicios —que por el mundo lloran quienes no pueden pagarlos—, asumen la filosofía de la prevención con la seriedad que requiere.

El cáncer ginecológico y el mamario siegan vidas y restan tiempo socialmente útil a mujeres que ahogadas en su vorágine cotidiana de velar por otros, desdeñan la prueba citológica o el examen de mamas como recurso protector de su salud integral, que es también un don valioso de cada familia.

La vacuna contra algunas de las cepas más agresivas del papiloma virus es una realidad cada vez más cercana, pero curar nunca es mejor que precaver para evitar el contagio y sus consecuencias de por vida.

Esta ITS (responsable en gran medida del aumento del cáncer a edades cada vez más tempranas), se multiplica en jóvenes y adolescentes de conducta sexual irresponsable, no siempre por desconocimiento.

También el VIH se feminiza a pasos acelerados, explica la experta Mayra Rodríguez.

En Cuba siguen siendo los hombres el centro de la epidemia, pero ellas tienen hoy dos veces más probabilidad de infectarse, sobre todo mujeres en etapa climatérica y adolescentes, fundamentalmente, pues estos grupos son más vulnerables física y psicológicamente, y les es más difícil conveniar el uso del condón con sus parejas estables u ocasionales por diversas razones culturales, incluida la violencia de género.

Nada de casualidad

Otra preocupación generalizada es la pobre percepción de riesgo preconcepcional que muestran las parejas cubanas, a pesar de ser este un servicio disponible en los policlínicos de todos los municipios.

La mayoría de los embarazos en la Isla «ocurren» por azar, sin que sus autores se preparen para garantizar óvulos y espermatozoides perfectamente sanos, dice Miguel Sosa, director de SOCUDEF (Sociedad Cubana de Desarrollo de la Familia). Este es un paso esencial para que la criatura, además de ser deseada, pueda aspirar a una mayor calidad de vida a largo plazo. En próximas ediciones dedicaremos más espacio al tema.

Más propio de nuestra cultura es preocuparse por la anticoncepción, sobre todo cuando se generalizan métodos cada vez más eficaces y sencillos, como los hormonales, que además ofrecen ciertas ganancias secundarias como la regulación de los ciclos menstruales y la disminución de los malestares que estos acarrean.

No obstante es bueno recordar —sobre todo para las adolescentes—, que una píldora puede evitar el embarazo pero no protege de las infecciones, el desamor o las experiencias poco enriquecedoras a las que se expone quien no tiene su cabeza bien amueblada en el mundo de hoy.

Según explicó a JR el profesor Nélido González, eminente ginecobstetra e historiador de la Medicina con más de 60 años de práctica profesional, el 31 de agosto es el día seleccionado mundialmente para homenajear a esta especialidad en honor a San Ramón Nonatus, patrono de las embarazadas, recién nacidos, parteras y obstetras, quien viera la luz en el año 1204 como resultado de una cesárea, luego de que su madre muriera en el trabajo de parto.

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