Aunque los reportes internacionales de prensa anuncian el hallazgo de importantes claves para una vacuna efectiva contra el VIH, las realidades científicas indican que aún queda camino por recorrer
Las noticias corrieron rápido. Cuando el pasado 4 de septiembre la agencia británica BBC Mundo reportó el hallazgo de dos poderosos anticuerpos capaces de neutralizar el VIH, para no pocos se advirtió un nuevo camino hacia la cura definitiva e incluso hubo quienes le llamaron el talón de Aquiles del sida.
Una investigación publicada en la revista Science reconocía el descubrimiento de dos anticuerpos neutralizantes —los primeros de su tipo identificados en más de una década—, tras analizar unas 1 800 muestras de voluntarios VIH positivos de siete países de África subsahariana, Tailandia, Australia, Reino Unido y Estados Unidos.
Desarrollada por científicos de la Iniciativa Internacional de Vacunas del sida (IAVI, por sus siglas en inglés), el Instituto Scripps de Investigación, y las compañías de biotecnología Theracione Sciences y Monogram Biosciences (Estados Unidos), la pesquisa era reconocida como uno de los más alentadores hallazgos.
Desde que en 2008 se comenzó a conocer sobre un gen capaz de influir en la producción de anticuerpos neutralizantes del virus, los científicos buscaban un componente que pudiera anular este síndrome y evitar la infección sucesiva de las células.
Tras esta primera ventana se descubrieron los actuales bNAbs, componentes producidos por una minoría de pacientes de VIH, que se diferenciaron del resto por su alta eficacia en la inhibición del virus en las distintas cepas que circulan en el mundo.
Sin embargo, en medio de tantas expectativas, las agencias cablegráficas, más allá de la noticia misma, dejaron para otro momento cruciales interrogantes que se cuestionan las certezas de un descubrimiento, para un tiempo y espacio real.
«El VIH es un virus que tiene una variabilidad genética muy grande. Es capaz de mutar cientos de veces en un año y de multiplicarse otras mil a escala celular en solo un día, por lo que hallar una vacuna terapéutica o preventiva no es cosa fácil y aún puede demorarse algunos años», aclara el doctor Jorge Pérez Ávila, vicedirector del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, de Cuba.
El destacado especialista, quien ha dedicado más de 20 de años de estudios a este flagelo asegura que encontrar un compuesto capaz de hacer frente a tantas variantes del retrovirus no será cosa de la noche a la mañana.
Hasta hace muy poco tiempo no se habían encontrado componentes de este tipo —comenta— , que fueran capaces de neutralizar el virus desde sus regiones no cambiables, pues en los últimos años solo se hallaban identificadores en las zonas más variables del mismo.
—¿Qué significan entonces estos anticuerpos que las agencias refieren como potenciales en el descubrimiento de una vacuna contra el sida?
—La experiencia demuestra que hay personas que son más vulnerables a la infección, que se enferman más rápidamente que otras y aún no se han podido desentrañar todos los porqué a estas diferencias.
Está claro que hay personas cuyos organismos son capaces de neutralizar el virus, advierte el especialista. En diversos países y en Cuba hay seres humanos que han vivido y viven muchos años con el VIH.
En la Isla, por ejemplo, de las 99 personas diagnosticadas en el año 1986, 13 viven asintomáticas, y no han desarrollado la enfermedad. «Ahora hay que descubrir dónde se encuentran estos eslabones inhibidores del virus y analizar los mecanismos que estimulan la producción de los mismos», explica.
«Incluso si se logra verificar en el mundo la efectividad de estos anticuerpos hay que tener en cuenta que pueden no funcionar para todos, pues son solo elementos descubiertos en personas que han sobrevivido al virus tras muchos años sin presentar síntomas o requerir tratamiento», asegura el experto.
«No podemos perder de vista que este tipo de anticuerpo apenas ha sido investigado. Con este descubrimiento se abre un nuevo camino que hay que comenzar a desentrañar y eso puede tardar varios años más».
—Ante tales complejidades ¿podemos pensar en una cura eficaz mediante medicamentos antes de la vacuna?
—La cura del sida puede venir por vacunas o por medicamentos. Pero todo parece indicar en los últimos años que es más probable el desarrollo de potentes antirretrovirales y otros compuestos terapéuticos efectivos, que el diseño de vacunas capaces de enfrentar las miles y miles de variaciones del virus.
—¿En caso de que este tratamiento funcionara antes de la vacuna, significaría que la persona una vez curada quedará inmune al resto de las cepas y variantes del virus?
—Si se hallara la cura esta persona, una vez desinfectada, puede ser vulnerable al resto de las combinantes virales del VIH, pues al igual que en otros padecimientos, el organismo humano no es capaz de responder inmunológicamente a todas las variantes de un virus, como sucede con la Hepatitis A y la C.
«En cuestiones del sida, aunque se han esclarecido muchos misterios, hallar la solución no es cosa de la noche al día… En la medicina todo lleva su tiempo», apunta el doctor Pérez Ávila.
Aún así los científicos siguen tras la pista de una vacuna que pueda actuar contra una amplia variedad de cepas del VIH, enfermedad que desde el año 1983, cuando el médico y virólogo francés Luc Montagnier descubrió el retrovirus causante del sida, ha causado la muerte de más de 25 millones de personas en el mundo y ha infectado a unos 33 millones, entre ellas unos dos millones de niños, la mayoría viviendo en condiciones infrahumanas, sin las medidas de protección necesarias.
Aunque los experimentos con animales revelan que en teoría un tratamiento basado en los nuevos hallazgos puede funcionar, como asegura en el reporte de la BBC Keith Alcorn, jefe de Información de VIH de la organización NAM/ aidsmap.com, esta es una etapa muy temprana de la investigación, pues cualquier vacuna de VIH constituirá un esfuerzo a largo plazo.