La Unión de Informáticos de Cuba lidera la iniciativa co-Lab, un proyecto de innovación digital con laboratorios en cinco provincias cubanas que fomenta la cocreación y el aprendizaje colaborativo, centrándose en soluciones digitales que responden a necesidades locales
Desde 2021 la Unión de Informáticos de Cuba (UIC) implementa en el país la iniciativa co-Lab, surgida en el marco del proyecto de cooperación cofinanciado por la Unión Europea «Laboratorios de innovación para la transformación digital en el sector de la cultura», con apoyo de Tecnalia, Fundación de Investigación e Innovación del País Vasco.
Así cuenta a este diario Tatiana Delgado Fernández, vicepresidenta de Innovación de la UIC, sobre cómo surgieron los primeros laboratorios co-Lab, que se habilitaron en cinco provincias: Pinar del Río, Mayabeque, Cienfuegos, Camagüey y Las Tunas.
A juicio de Delgado Fernández, la UIC —que arribará a sus nueve años de fundada este 8 de marzo—, «tiene un rol fundamental en la Agenda Digital Cubana hasta 2030, por ser la organización que aglutina a los profesionales de las tecnologías digitales a lo largo del país y por su papel de articulación y mediación entre todos los actores del ecosistema de innovación digital».
Los Laboratorios co-Lab, impulsados por la UIC, son una iniciativa clave para promover la innovación digital en el país. Estos espacios, ya sean físicos o virtuales, funcionan como plataformas de cocreación y aprendizaje, con el propósito de fomentar una cultura de innovación abierta y colaborativa. Su enfoque principal está en la ciudadanía a partir de soluciones digitales innovadoras mediante la creación de prototipos y productos mínimos viables. Este enfoque estimula la creatividad y facilita la implementación de proyectos que responden a necesidades locales, explica la experta.
En el contexto cubano, co-Lab se ha consolidado como un modelo de gestión de innovación que complementa los esfuerzos de las empresas vinculadas con las universidades y los parques científicos-tecnológicos. Su impacto se refleja en el desarrollo local y la transformación digital de los territorios.
—¿De qué manera busca co-Lab impactar la economía cubana mediante el desarrollo de tecnologías digitales?
—Las tecnologías digitales evolucionan a una velocidad vertiginosa. Esto trae consigo la necesidad de una innovación más experiencial, que facilite probar antes de invertir. Asimismo, presupone la colaboración entre múltiples actores para lograr productos de mayor calidad en los tiempos que demanda la naturaleza dinámica de la transformación digital. Los co-Lab, por su naturaleza de laboratorio, contribuyen a la experimentación de tecnologías digitales emergentes, incluso disruptivas en algunos casos, primero a pequeña escala para luego introducirlas en la práctica con mayor eficacia y eficiencia.
«Mediante el uso de técnicas de cocreación y la participación de múltiples actores, con un enfoque centrado en la ciudadanía, co-Lab representa la primera milla de la I+D+i aportando prototipos de soluciones digitales que se prueban iterativamente con los propios beneficiarios y el resto del ecosistema de innovación involucrado, para facilitar la generación de soluciones sostenibles a los problemas de la economía y la sociedad».
Delgado Fernández apunta que co-Lab impulsa el cambio cultural en su ecosistema de innovación al ser un espacio dinámico de aprendizaje en el que mentores e innovadores fomentan una mentalidad colaborativa y digital. Mediante enfoques participativos y transdisciplinarios, centrados en la ciudadanía, promueven soluciones locales que impactan tanto a innovadores como a ciudadanos y adoptantes tempranos, facilitando la transformación digital y cultural.
—¿Qué herramientas específicas ofrecen para mejorar la conectividad y el impacto en múltiples entidades del entramado de actores locales?
—Crear y fomentar ecosistemas de innovación es un objetivo implícito en la esencia misma de co-Lab. Para ello, se siguen principios de transparencia y participación colaborativa desde que se lanza la convocatoria para iniciar un proceso de gestión de innovación abierta, a partir de un reto o problema que haya sido identificado, y luego en cada proceso dentro del flujo de la gestión de innovación.
Así, comenta que entre otros resultados se desarrolló la Plataforma de innovación colaborativa CoInnova, una herramienta web para gestionar procesos de innovación tecnológica, enfocada en retos, ideas innovadoras y prototipos de soluciones digitales. Actualmente, está en uso en co-Lab Camagüey, el laboratorio más activo, donde se han creado decenas de prototipos, muchos de los cuales ya han sido escalados en la región.
—¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta Co-Lab en su implementación, especialmente en un contexto de limitaciones tecnológicas o económicas?
—Existen obviamente limitaciones tecnológicas. Muchas veces para enfrentar los retos de innovación en los Laboratorios co-Lab se necesitan insumos, cuyo acceso se dificulta. La poca accesibilidad no es un tema únicamente económico, porque cada día estos materiales y componentes son más baratos en el mercado internacional, sino que no existe la capacidad de adquirirlos en plaza.
«El bloqueo económico, comercial y financiero de EE. UU. nos impone múltiples limitaciones que influyen negativamente en todos los ámbitos de la vida del país, y lógicamente también alcanza a los Laboratorios co-Lab. No obstante, no considero que los desafíos sean principalmente de esa naturaleza. co-Lab enfrenta desafíos culturales. Es importante que los equipos de nuestros Laboratorios combinen competencias duras y blandas que contribuyan a no perder la esencia de espacios de colaboración y aprendizaje. Es un riesgo que se vea a co-Lab como “fábrica de software”, para eso existe una industria de software. Los prototipos, productos mínimos viables y soluciones digitales que se producen en co-Lab son resultado de un proceso de colaboración entre múltiples actores, y la UIC funciona en este caso como articulador y facilitador. La esencia de innovación abierta y colaborativa de co-Lab no debe perderse.
«En este contexto se identifican otros desafíos, como por ejemplo, cómo gestionar la propiedad intelectual en este tipo de cocreación, cuáles modelos de negocio serían más apropiados para este tipo de solución colaborativa; cómo articular la cadena de valor para que los prototipos o productos mínimo viables obtenidos se puedan escalar para el beneficiario».
—¿Qué tipo de datos o tecnologías emergentes están siendo priorizadas en los proyectos de co-Lab?
—En sus más de tres años de operación, los proyectos han empleado varias tecnologías digitales emergentes. El propio proyecto que los vio nacer incentivó desafíos orientados a Internet de las Cosas, a partir de la adquisición de placas Arduino, Raspberry Pi y sensores para la experimentación, lo cual fue aprovechado en los diferentes laboratorios para impactar con soluciones innovadoras en los museos o entidades culturales de los territorios. Además, co-Lab ha atraído innovadores que han desarrollado prototipos con otras tecnologías digitales emergentes como Inteligencia Artificial, Realidad Virtual y Aumentada y Avatares, entre otras, y se han confluido a soluciones de Ciudades inteligentes, Industria 4.0, y otros ámbitos, como agricultura y turismo inteligente.
—¿Qué oportunidades futuras vislumbra la UIC para expandir el alcance de Co-Lab y otros proyectos de innovación digital?
—Bajo el liderazgo de la UIC, los Laboratorios co-Lab están llamados a replicarse y generalizarse en el resto de las provincias cubanas. Los aprendizajes, las metodologías y la consolidación de los procesos que ha alcanzado la red son la base para este despliegue. También se aprecia una especialización natural en algunos laboratorios, por ejemplo co-Lab Las Tunas tiene un enfoque marcado de trabajo por el cierre de brechas en género en relación a las TIC.
«Se encuentra en marcha un nuevo proyecto de cooperación Frida en el seno de co-Lab Las Tunas, financiado por Lacnic, cuyos objetivos van en esta dirección y con impacto en comunidades rurales y donde las beneficiarias son mujeres y niñas. También co-Lab Pinar del Río se ha especializado en el trabajo con personas en situación de vulnerabilidad como los adultos mayores.
«Camagüey, por su parte, tiene un abanico más amplio en las áreas de impacto, aunque ha potenciado muchos temas como realidad virtual/aumentada y los espacios inmersivos. Existen numerosas oportunidades para expandir co-Lab no solo dentro de la UIC sino en alianza con otros actores como, por ejemplo, los Joven Club de Computación y Electrónica.
«Más allá de co-Lab, la UIC tiene un papel muy activo en el Eje de Innovación Digital de la Agenda Digital Cubana al 2030. Nuevos proyectos se están fomentando para desarrollar, por ejemplo SandBoxes de Inteligencia Artificial, Nodos de Innovación Digital y otros espacios de cocreación en apoyo a emprendedores y a los nuevos actores económicos en el sector de las TIC. En este futuro desafiante se trabaja en alianza con el Parque Científico Tecnológico de La Habana, el Mincom y otras entidades para ofrecer un impacto acelerado, como país, a la transformación digital desde la innovación».