Entre las tantas crisis que ha desatado la pandemia de la COVID-19, se ha creado un cuello de botella entre oferta y demanda en el mundo tecnológico por la falta de semiconductores
Conseguir un ordenador nuevo, una tarjeta gráfica, un celular y hasta un automóvil puede ser ahora más complicado, pues el mundo enfrenta una crisis sin precedentes: la demanda de equipos que emplean chips es muy superior a la oferta. Y buena parte de la culpa la tiene la pandemia de la COVID-19.
Una PC, un móvil, una PlayStation 5 o un carro moderno emplean chips de diverso tipo para su funcionamiento. Y generalmente la industria de semiconductores ha logrado satisfacer la demanda de ventas anuales, con inversiones para aumentar producción y adelantarse a los crecimientos.
Sin embargo, los confinamientos provocados por la pandemia en 2020 han cambiado este panorama en dos direcciones: por un lado, las fábricas disminuyeron su capacidad productiva y acumularon una demanda creciente de chips. Esto último debido a que el teletrabajo, las clases a distancia y el tiempo que pasan las familias en casa incidio en un incremento significativo de la necesidad de tener equipos que permitan dar clases y trabajar en el hogar, o sencillamente ver televisión. Veamos el impacto en algunas industrias o fabricantes en específico y las perspectivas a corto plazo.
La escasez de componentes ha motivado a compañías como Nvidia, líder en fabricación de tarjetas gráficas, a recurrir a modelos más antiguos.
Así, PC World reportó que la empresa estaría produciendo nuevamente tarjetas como la GTX 1050Ti, descontinuada hace un par de años, y la GeForce RTX 2060, que había terminado su vida útil a inicios de este 2021 por nuevos modelos, también volverá al ruedo.
El chip GTX 1050 es una tarjeta gráfica de gama baja que se ha utilizado en varios dispositivos profesionales a lo largo de los años, incluido el HP Elitebook 1050 G1, lanzada en 2018, y el Lenovo ThinkPad X1 Extreme. Y ahora vuelve por sus fueros, pues sus componentes están disponibles, no así los de las tarjetas de última generación.
Los pedidos de computadoras, especialmente de portátiles, van en aumento. Pero la industria no podrá satisfacer la demanda hasta al menos 2022, según un reporte de Reuters.
Los envíos globales anuales de PC, el término colectivo de la industria para computadoras portátiles y de escritorio, superaron los 300 millones de unidades en 2008 y recientemente estaban en una meseta de 250 millones. Pocos esperaban un resurgimiento.
Pero algunos analistas, agrega Reuters, ahora esperan que 2021 se cierre en unos 300 millones de envíos, aproximadamente un 15 por ciento más que hace un año. Las tabletas están experimentando un crecimiento aún más rápido.
Para fines de 2021, las PC y tabletas instaladas alcanzarán los 1,77 mil millones en todo el mundo, frente a los 1,64 mil millones de 2019, según la compañía de investigación Canalys. El virus presionó a las familias para que se expandieran de una PC para la casa a una para cada estudiante o trabajador confinado.
Los análisis sugieren que esta creciente demanda de ordenadores no llegará a tener respuesta de la industria hasta 2022, por lo menos.
Desde finales de 2017 los precios de los paneles LCD, empleados en la fabricación de pantallas, iban en picado. Pero esa situación cambió en 2020. El cierre por la pandemia, la guerra comercial de Estados Unidos contra China y problemas de logística han hecho que aumenten de precio nuevamente.
En lo que a televisores LCD se refiere, la escasez de un componente tan sencillo como el controlador de la pantalla ha disparado su precio. Llamado display driver, este chip le dice al panel cómo debe iluminarse.
El problema radica en que no solo se emplea para hacer televisores, se usa además para computadoras, móviles, automóviles, y cualquier cosa que lleve una pantalla.
La creciente demanda de equipos electrónicos ha hecho que la falta de paneles dispare sus precios. Según Bloomberg e IDC, una consultora tecnológica, el precio de los paneles LCD, con indiferencia de su tamaño, se ha disparado.
Por ejemplo, un panel de 55 pulgadas ha pasado de costar 95 dólares a finales de 2019 a 206 dólares en abril de 2021. Uno de 65 pulgadas, por su parte, ha pasado de 156 dólares a 260 dólares. Otro caso curioso es el de los paneles de 50 pulgadas, que han duplicado su precio entre enero de 2020 y marzo de 2021. Se estima que esta subida se dilate, como mínimo, hasta el tercer trimestre de 2021.
Bloomberg agrega que otro aspecto que ha afectado a los precios de los televisores es la falta de vidrio. Este sector tampoco ha estado exento de problemas y se ha enfrentado al apagón de la fábrica de Nippon Electric Glass en diciembre o a la explosión de la fábrica de AGC Fine Techno Korea en enero.
El 11 de febrero de este año, en carta dirigida al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, los líderes de las principales empresas de chips en ese país solicitaron que se aumenten los esfuerzos para invertir en fábricas de semiconductores.
La Asociación de la Industria de Semiconductores reclama en la misiva que Estados Unidos tome medidas para evitar «quedarse atrás» con respecto a otros países y competidores en la carrera por desarrollar e implementar tecnologías desde AI y 5G hasta la computación cuántica.
La carta está firmada por directores de diseñadores y fabricantes de chips de compañías como AMD, Intel y Global Foundries.
Europa igualmente quiere evitar que situaciones geopolíticas o crisis como la generada por esta pandemia pueden suponer un freno para su innovación y está inmersa en revitalizar también su propia industria de semiconductores.
China, mientras tanto, anunció un plan de 47 000 millones de dólares con el que también quiere dejar de depender de los chips de Estados Unidos.
Este problema en la cantidad de semiconductores disponibles en el mercado tiene varias causas, no solo la creciente demanda provocada por la pandemia. Por un lado, los problemas de la cadena de suministro durante los confinamientos hicieron que se paralizara la producción. Y no podemos olvidar los efectos de la guerra comercial de Donald Trump, que impidieron que muchos grandes nombres pudieran fabricar sus productos en China si querían venderlos en Estados Unidos.
A corto plazo, lo mejor que puede hacerse es cuidar en extremo los equipos disponibles, porque el mercado no tendrá amplia oferta hasta dentro de un año más.