La invención del mouse cambió para siempre el modo en que interactuamos con las computadoras
Una esfera similar a la utilizada para jugar a los bolos, rodeada de circuitos electrónicos, es considerada como la predecesora de lo que hoy conocemos como mouse, anglicismo que significa ratón en español; pero en la informática, se emplea para designar un periférico imprescindible a los usuarios de interfaces gráficas.
La mencionada bola fue diseñada por la fuerza naval de Canadá en la década de 1950 y tenía como fin ser capaz de apuntar a coordenadas en un mapa que colectaba datos a partir de sensores instalados en los barcos.
Su impráctico tamaño y la secreta naturaleza de su desarrollo hicieron pasar inadvertido durante décadas a este dispositivo, cuya desclasificación se inscribió en los anales de la historia informática por los fines para los que fue concebido.
El definitivo padre del mouse sería Douglas Engelbart, un estadounidense que vivía «fuera de su tiempo», pues muchas de las cosas que hoy damos por sentadas en cuanto a computación se refiere, fueron preconizadas o desarrolladas por él.
Entre sus ideas más relevantes están el hipertexto, el desarrollo de interfaces gráficas y de Arpanet —la red militar estadounidense que dio lugar a internet— y la posibilidad de que varias personas trabajen al mismo tiempo sobre un mismo archivo.
Sin embargo, Engelbart trascendió por crear el mouse, un periférico que cambió para siempre la forma en que interactuamos con los ordenadores.
De madera fue el primero
Luego de cinco años de trabajo junto a su colega Bill English, Engelbart presentó en 1968 el X-Y Position Indicator for a Display System, como consta en la patente, durante una conferencia de 90 minutos celebrada en San Francisco. En ella realizó la primera demostración pública del mouse, la que incluyó una conexión remota a su centro de investigación.
Este primer equipo estaba fabricado con madera, encajaba en la forma de la mano y disponía de dos ruedas metálicas que, al desplazarse por una superficie plana, movían dos ejes que marcaban el movimiento vertical y horizontal del cursor en la pantalla, pero no de forma simultánea, ya que no trazaba diagonales. Para ejecutar acciones, el dispositivo incluía un único botón de color rojo en la parte superior. Y su forma semejaba un ratón, pues se unía al computador mediante un cable.
El problema del desplazamiento del cursor en solo dos ejes limitados se solucionó un tiempo después con la inclusión de una bola en la parte inferior del mouse, tecnología que sobrevivió hasta inicios de este siglo.
En el propio 1968 la compañía alemana Telefunken diseñó otro mouse, que tenía tres botones. Similar creación fue presentada por English, colaborador de Engelbart, en 1972, para los laboratorios Xerox PARC, en Palo Alto, California, el cual pasaría a la historia por ser el primero totalmente digitalizado al trasladar sus movimientos a la pantalla.
El mouse de English se incorporó en la 8010 Information System, una máquina de Xerox PARC que, por su alto precio, no tuvo mucha difusión en la década de 1970.
No sería hasta 1983, cuando Apple lanzó su computadora Lisa, que el mouse regresó al modelo original de un solo botón (estándar de esta empresa durante cerca de 20 años), y por vez primera la bola de goma para el rodamiento y posicionamiento del cursor se cambió por una esfera de metal.
Dos botones es muy poco
Entre 1980 y 1995 existieron dos tipos de mouse que dominaron el mercado: los de Apple, de un solo botón, y los que usaban sistemas Windows, con dos botones, los llamados clic izquierdo y clic derecho.
Pero en el mismo año de la salida de Windows 95, la compañía Mouse Systems lanzó un ratón llamado ProAgio, que fue el primero de su tipo en incluir un tercer botón: la rueda de desplazamiento que todos conocemos como rueda de scroll.
Hasta entonces, moverse a través de una ventana que superase en tamaño al monitor se hacía a través de la barra de desplazamiento, generalmente ubicada a la derecha. El boom de internet y de las interfaces gráficas agradeció entonces la llegada del scroll.
Otro hito importante en la historia del mouse es la introducción de los sensores ópticos. Aunque se idearon en la década de 1980, su uso no se popularizó hasta este siglo, pues antes dependían de una alfombrilla especial con una retícula para funcionar.
Empero, en 1999 la compañía Agilent presentó el primer mouse óptico, basado en una luz LED y capaz de funcionar en cualquier superficie. En ese mismo año Microsoft presentaría el IntelliMouse, con tecnología similar. Luego, la luz LED se sustituiría por el láser, y desde entonces el mouse ha cambiado muy poco… o eso creemos.
Actualmente, el desarrollo de la industria del entretenimiento, especialmente los videojuegos, ha impulsado la aparición de nuevos modelos donde el mouse incorpora más botones con capacidad de ser programados con vistas a ejecutar la función que desee el usuario. MadCatz y Razer llevan la voz cantante en esta carrera, aunque vale señalar que estos periféricos más «desarrollados» tienen precios muy altos.
Razer Ouroboros
Asimismo, es común que hoy el ratón carezca de «cola», pues las tecnologías inalámbricas hicieron desaparecer el cable.
Siempre saludable
Recientemente hablamos de otro periférico imprescindible en el uso de los ordenadores: el teclado. Junto al mouse, ha conformado un combo perfecto para interactuar con estos equipos.
Sin embargo, consideramos válido resaltar los riesgos asociados al mal uso de estos periféricos, lo que puede derivar en problemas de salud. En específico, el mouse puede provocar un mal común como el síndrome del túnel carpiano, que aparece por una fuerte presión reiterada sobre el nervio mediano de la muñeca, o la tendinitis (inflamación de los tendones).
Ante esta realidad, los médicos recomiendan apoyar todo el antebrazo sobre el escritorio para utilizar el mouse. Esta postura reduce la presión sobre la mano.
Asimismo, es importante reducir o evitar los movimientos repetitivos de la mano y la muñeca. Cada dos o tres horas de trabajo, se recomienda intercalar un período de descanso de 15 minutos, para realizar ejercicios de relajación de la mano y estiramiento muscular del antebrazo.
Otro aspecto importante es elegir el tamaño indicado del mouse. Los especialistas aconsejan los grandes, que permiten «abrazarlos» con toda la mano. Igualmente es saludable evitar que los niños utilicen dispositivos para adultos.