Complejas negociaciones entre los países ricos y subdesarrollados, próximas a la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible Río+20, caracterizaron el Día Internacional de la Madre Tierra
El futuro del planeta ha sido por décadas una de las grandes preocupaciones de la humanidad. Científicos, políticos, intelectuales… todos parecen apuntar el catalejo en la misma dirección: ¿Cuánto tiempo más sobrevivirá nuestra especie en medio de condiciones más hostiles? ¿Se podrán revertir los daños causados al planeta?
Las interrogantes no son para menos si atendemos a las estadísticas, las cuales anuncian que, en apenas 20 años, el mundo necesitará como mínimo un 50 por ciento más de alimentos, un 45 por ciento más de energía, un 30 por ciento más de agua, y millones de nuevos empleos, solo para sufragar las necesidades básicas de una población que no para de crecer y de expandirse.
Este complejo panorama motivó en 2009 a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a proclamar el 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra, que este año 2012 tuvo como epicentro las conversaciones relacionadas con la Conferencia de la Organización de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20, que tendrá lugar en junio próximo en Brasil. En la cita los líderes mundiales se centrarán en dos temas: la economía verde en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza; así como al marco institucional para el logro de tales propósitos.
Desde el pasado 22 de abril se iniciaron las negociaciones del texto de la Declaración final, documento que incluye prioridades como la seguridad alimentaria, el agua, la energía, la inclusión social y los desastres naturales. Además se dedican acápites al cambio climático, la biodiversidad, la degradación de la tierra, el consumo sostenible, la educación e igualdad de géneros.
Naciones latinoamericanas y caribeñas ya han alertado sobre los intentos del mundo industrializado de manipular el encuentro para implantar conceptos y mecanismos mercantiles y consolidar los actuales patrones de producción y consumo.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó: «Tenemos por delante decisiones difíciles, pero necesarias. Hemos de obtener un resultado que sea a la vez práctico y capaz de generar transformaciones. Debemos utilizar Río+20 para promover un mayor respeto por la naturaleza y cultivar un entorno en el que todos los niños se sientan seguros y todas las personas puedan prosperar».
Reconocer el Día de la Tierra y nuestra responsabilidad para con el mundo es promover la armonía con la naturaleza, a fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras. Es una oportunidad para honrar a nuestro planeta, un llamado urgente a la conciencia y una reverencia por la vida.