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Develan misterio de reptil marino prehistórico

Un extraño cráneo encontrado en Pinar del Río perteneció a un feroz carnívoro que pobló las aguas del Mar Caribe primitivo durante una parte del período Jurásico

Autor:

Yasmani Ceballos Izquierdo

La Paleontología es la ciencia que estudia los restos fósiles que han dejado los organismos que vivieron en épocas remotas. De ellos, algunos de los más espectaculares que se han recuperado, han sido los dinosaurios o gigantes terribles, denominados así en 1841 por el naturalista Richard Owen.

Los dinosaurios fueron un grupo dominante de reptiles terrestres que vivieron en la Era Mesozoica hace aproximadamente de 250 a 65 millones de años. Durante ese mismo período de tiempo junto a ellos habitaron otros grupos de reptiles que conquistaron el aire y el mar y que también alcanzaron enormes tamaños y formas asombrosas. El estudio de los restos fósiles de estos grupos de reptiles ha permitido a los científicos conocer sus características, así como el entorno en que habitaban y encontrar similitudes en la fauna de un mismo período en diferentes regiones del planeta.

En Cuba, las rocas más antiguas y los principales restos fósiles de reptiles se han encontrado en la zona occidental, en el Valle de Viñales, en la provincia de Pinar del Río. La edad de estos terrenos y la fauna encontrada pertenecen al período Jurásico de la Era Mesozoica y sugieren un parecido con depósitos equivalentes en Inglaterra, Francia, el norte de África y algunas partes de América del Norte y América del Sur.

Aunque en los depósitos de las regiones mencionadas anteriormente se han encontrado esqueletos muy completos de estos animales extintos, en Cuba los hallazgos de reptiles fósiles hasta el momento consisten en algunos cráneos, vértebras y huesos fragmentarios. Estos pertenecen a animales marinos (ictiosaurios, plesiosaurios, pliosaurios y representantes primitivos de tortugas y cocodrilos), animales voladores (pterosaurios) y animales terrestres (posiblemente dinosaurios).

Los primeros fósiles de este tipo en Cuba fueron colectados, a principios del siglo XX, por Carlos de la Torre y Huerta, de la Universidad de la Habana, y Barnum Brown, del Museo Americano de Historia Natural. A mediados de ese mismo siglo, otros investigadores de la Universidad de La Habana se unieron a la búsqueda de fósiles, entre ellos Ricardo de la Torre, América Ana Cuervo y Alfredo de la Torre y Callejas. Este último realizó su tesis de grado en Paleontología, en 1949, basado en el fragmento de un hueso de un animal terrestre, el cual consideró que pertenecía a un dinosaurio, pero este hueso más tarde se perdió.

Sin embargo, en 1946, poco años antes de que Alfredo de la Torre y Callejas presentara su tesis sobre el famoso hueso de dinosaurio, el campesino Juan Gallardo recolectó en las lomas de Caiguanabo, Sierra de los Órganos, Pinar del Río, un interesante fósil perteneciente a un animal marino. El hallazgo consistía en algunos huesos fragmentarios pequeños y uno grande embebido completamente en una roca muy negra que apenas dejaba ver el cráneo bastante completo de un animal con afilados dientes.

En 1996, el destacado geólogo y paleontólogo cubano, Dr. Manuel Iturralde-Vinent, realizó en colaboración con un experto del Museo Americano de Historia Natural, un estudio sobre los reptiles fósiles de Cuba. En el mismo revisó todo el material fósil de reptiles cubanos existente hasta ese momento en colecciones cubanas y norteamericanas y describió el extraño cráneo como «probablemente el mejor espécimen preservado de reptil marino fósil recuperado hasta el momento en Cuba». El largo del cráneo era aproximadamente de 42 cm faltándole la parte delantera del rostro. Catalogado como MNHNCu P3005, el saurio se mantuvo sin preparar adecuadamente en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba (ubicado en la Plaza de Armas, Calle Obispo nro. 61 esquina a Oficios, en el Centro Histórico de La Habana Vieja) y se colocó en un grupo de reptiles marinos robustos y de gran talla llamados pliosaurios.

Considerados los mayores depredadores de los mares jurásicos, los pliosaurios poseían un cuello corto y potentes mandíbulas con agudos dientes entrecruzados. Dentro del grupo de los pliosaurios, MNHNCu P3005 fue colocado en una familia de la cual se han encontrado restos muy completos en otras partes del planeta, pertenecientes a animales carnívoros muy grandes del género Peloneustes y Lipleurodon, llamados en algunos casos «Depredador X» o también «tiranosaurio de los mares». Por el momento la identificación del espécimen cubano en un género y especie se hacía difícil sin la adecuada preparación y debido a que los restos del mismo estaban incompletos.

A partir de 1999 se sumó al estudio de los saurios fósiles cubanos la Dra. Zulma Gasparini, experta en pliosaurios y cocodrilos mesozoicos. Gracias a la estrecha colaboración que se estableció entre el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba y su homólogo en Argentina, el Museo de Historia Natural de La Plata, Zulma Gasparini y Manuel Iturralde-Vinent continuaron el estudio del MNHNCu P3005, ambos con la seguridad de que se trataba de un singular y nuevo género y especie de reptil marino. Así, el ejemplar se trasladó al Museo de Historia Natural de La Plata, en Argentina, para una mejor preparación y un estudio más detallado. La investigación concluyó a principios de 2009, cuando la Dra. Zulma Gasparini dio a conocer los resultados al mundo, en la prestigiosa revista científica Paleontology.

MNHNCu P3005 fue clasificado como un nuevo género y especie, Gallardosaurus iturraldei. La primera parte del nombre significa «lagarto o reptil de Gallardo», en homenaje a su descubridor Juan Gallardo y a su hijo Juanito Gallardo, campesinos que han recolectado un gran número de importantes fósiles en Cuba. La segunda parte del nombre que denota la especie, está dedicado al Dr. Manuel Iturralde-Vinent, experto en fósiles cubanos.

Gallardosaurus iturraldei fue un feroz carnívoro que pobló las aguas del Mar Caribe primitivo, durante una parte del período Jurásico, siendo uno de los principales depredadores, alimentándose de pequeños reptiles y peces.

Según las hipótesis de Manuel Iturralde-Vinent y Zulma Gasparini hace muchos millones de años atrás, los antiguos continentes estaban unidos y comenzaron a fracturarse, así comenzó a formarse un estrecho canal acuático llamado por ellos «corredor caribeño» que servía de comunicación a dos océanos, el Atlántico Norte y el Pacífico. Entonces, provenientes de otras aguas, el antiguo Caribe se comenzó a poblar de peces y reptiles pequeños, lo que debe haber atraído al Gallardosaurus iturraldei.

El fósil se encuentra atesorado actualmente en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba y nunca se ha mostrado al público. Próximamente el museo planea abrir una nueva exhibición con sus restos fósiles, para que todos los que asistamos al mismo podamos apreciar las características tan sorprendentes de este reptil cubano extinto. El hallazgo de un cráneo fósil tridimensional y tan bien preservado como el del Gallardosaurus iturraldei ha sido excepcional y muy importante para la paleontología cubana, confirmando hipótesis acerca de la antigua geografía del Caribe y de los animales que poblaban sus mares.

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