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El mundo desconocido del permafrost

Bajo la densa capa de hielo ártico, ahora en peligro, se esconde un pasaje a siglos antiguos

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Si los exploradores de supervivencia de Discovery Channel nos siguen pareciendo increíbles cada vez que pasan una semana en cualquier isla desierta comiendo lagartijas vivas, el mundo natural sigue demostrando que tiene superhéroes de verdad, sin equipo de producción para pasarles trucos bajo la manga.

Este mes los rotíferos, organismos microscópicos multicelulares, se llevan el premio a los mejores sobrevivientes, al descubrirse que han resistido bajo el permafrost de Siberia, durante… (redoble de tambores, por favor)… ¡24 000 años!

Si ya esa trama parece de película hollywoodense, el giro final lo da el otro detalle descubierto: este ser vivo logró multiplicarse haciendo nada menos que clones de sí mismo. Ya suena a Terminator microscópico, ¿verdad? Pues hay más.

El descubrimiento lo reveló un estudio publicado este mes en la revista Current Biology. Se trata de seres multicelulares tan pequeños que solo son observables a través del microscopio, pero tienen una especie de superpoder oculto, pues son capaces de sobrevivir a condiciones extremas como la congelación, el hambre y la falta de oxígeno.  

¡Y nosotros creyendo que las cucarachas se ganaban el premio a la resistencia!

Siberia 0- Rotíferos 1

Hasta ahora se creía que este rotífero solo hibernaba durante una década. Foto: Xataca.

Ahora un equipo de investigadores rusos ha descubierto las increíbles capacidades de estos organismos, al perforar la capa congelada y añosa del permafrost siberiano.

«Nuestro informe es la prueba más contundente a día de hoy de que los animales multicelulares podrían soportar decenas de miles de años en criptobiosis, el estado en el que el metabolismo se detiene casi por completo», afirmó Stas Malavin, del Instituto de Problemas Fisicoquímicos y Biológicos en Ciencias del Suelo, en Púschino, Rusia.

Los especialistas del instituto utilizaron una plataforma de perforación para recolectar muestras del permafrost del núcleo del río Alazeya, en Rusia. La datación de los rotíferos recolectados determinó que su edad data de entre 23 960 y 24 485 años.

Una vez descongelados, estos especímenes que pertenecen al género Adineta, lograron reproducirse asexualmente mediante un proceso conocido como partenogénesis, o sea, sin necesidad de otro microrganismo para producir una nueva vida.

Los científicos prosiguieron sus estudios del asombroso rotífero congelando y descongelando múltiples especímenes en el laboratorio, para finalmente concluir que estos organismos poseen un peculiar mecanismo de protección celular y orgánica, que les resguarda a temperaturas extremadamente bajas.

«La conclusión es que un organismo multicelular puede congelarse y almacenarse como tal durante miles de años y luego volver a la vida, un sueño de muchos escritores de ficción», señaló Malavin.

«Por supuesto, cuanto más complejo es el organismo, más complicado es conservarlo vivo congelado y, para los mamíferos, actualmente no es posible. Sin embargo, pasar de un organismo unicelular a un organismo con intestino y cerebro, aunque microscópico, es un gran paso adelante», agregó.

Los investigadores continuarán recolectando muestras del Ártico en busca de otros organismos capaces de permanecer en criptobiosis para aprender más sobre los mecanismos biológicos que les permiten sobrevivir.

Antes de este hallazgo, otros organismos, como microbios unicelulares, varias especies de musgos y un gusano nematodo, habían presentado características similares.

Un mundo por conocer en peligro

El permafrost es una capa de hielo donde hay mucha evidencia y hasta vida por conocer, con demasiado que contar de siglos antiguos y prehistóricos. Pero a la vez, es un almacén congelado de carbono orgánico, que representa aproximadamente el doble del carbono presente en la atmósfera de la Tierra. Una bomba de tiempo.

No es extraño que cada cierto tiempo misteriosos microrganismos emerjan de perforaciones investigativas, como el que hoy comentamos.

A pesar de ello, perforar el permafrost del Ártico es un cuchillo de doble filo. Nadie quiere liberar el carbono atrapado en su interior, algo que, según estimaciones, podría suceder naturalmente a causa del cambio climático.

Apenas en el verano de 2020 la ola de calor siberiana, con temperaturas de hasta 38°C, la más alta jamás registrada dentro del Círculo Polar Ártico, amenazó de modo alarmante la región helada.

Ese mismo verano los incendios forestales sin precedentes en el Ártico liberaron un 35 por ciento más de carbono que en 2019, y marcaron récord para las emisiones por incendios de este tipo desde 2003, y el hielo marino en el océano Ártico se acercó a sus mínimos históricos.

Si a alguien le quedaba duda de la realidad del cambio climático, su impacto en las heladas regiones del norte, donde no parecía llegar su efecto, no deja espacio a la incertidumbre.

De hecho, describe la revista especializada National Geographic, el Ártico ya se ha calentado a más de 2°C por encima del nivel preindustrial, a lo que se sumarían las emisiones de gases de efecto invernadero del deshielo del permafrost y de los venideros incendios forestales.

Al reto de limitar el aumento de la temperatura global entre los 1,5°C y los 2ºC, límite considerado como el punto de no retorno, tras el que no podremos hacer nada para influir en los procesos que rigen el clima planetario, ahora se suma la certeza de que con el permafrost se perdería también un misterioso inventario de seres vivos que tiene mucho que contar de nuestro pasado. Ojalá que lleguemos a conocer a muchos más de ellos, sin que el deshielo nos arrebate más de ese frío hogar de vida.

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