Desde que amartizara en febrero, el robot exploratorio ha buscado señales de habitabilidad en el planeta rojo
No una, sino tres misiones exploratorias amartizaron desde principios de año para continuar esa obsesión que nos desvela: hallar señales de habitabilidad en el planeta rojo.
La china Tianwen-1 se dirigió a Utopia Planitia, en el hemisferio norte marciano, compartiendo con Hope —de Emiratos Árabes Unidos y colaboración de EE. UU.— el orgullo de ser la primera misión de su país al planeta.
El momento más espectacular, sin embargo, se consideró en general el amartizaje de Perseverance, el 18 de febrero por ser la mayor misión jamás lanzada al planeta rojo, con liderazgo de la agencia espacial NASA de EE. UU. Y un rosario de anuncios y detalles que fueron lanzándose como el mejor marketing de series televisivas antes del gran día.
La idea de usar cámaras adosadas al módulo de amartizaje que grabaron todo el descenso fue una de las mayores expectativas, si se piensa que es uno de los momentos más peligrosos para las misiones al planeta, los llamados siete minutos de terror.
Asimismo, el uso de micrófonos para grabar el sonido de Marte, una novedad propuesta por Carl Sagan desde los años noventa, añadió suspense a la trama.
Pero hemos sido pacientes, y a estas fechas, ya hay algunos datos sustanciosos sobre Perseverance de los que hablar más allá del «wao» momentáneo.
La primera imagen en color de alta resolución enviada por las cámaras en la parte inferior del Perseverance es de frío total. Foto: NASA.
Una de las promesas cumplidas de Perseverance han sido las espectaculares imágenes del descenso que ya tenemos a mano, con una calidad nunca antes lograda que podemos disfrutar ahora mismo como material de estudio y asombro.
Sobre las expectativas y la marcha de la exploración el asunto es más lento. La ubicación del robot se decidió estratégicamente pensando en la búsqueda de evidencias de vida microbiana antigua. Para ello, el cráter Jezero fue el sitio ideal: es el delta de la desembocadura de un desaparecido río.
Pero, si bien sabemos ya que el agua formó paisajes, ello no significa necesariamente que haya habido vida, por eso, la meta última de Perseverance será utilizar el instrumento exploratorio de vida SHERLOC, para encontrar moléculas orgánicas.
Al contrario de lo que la mayoría de los ciudadanos no especialistas pensábamos, «la cosa no para ahí». Aún cuando eso sucediera, aplausos y vítores para SHERLOC, pero sería necesario otro paso antes de dar el eureka: hallar biomarcadores (compuestos cuyo origen solo podemos atribuir a la vida). Es sabido que no todas las moléculas orgánicas responden propiamente a vida.
El problema mayor en ese paso, si llegáramos a él, es que los biomarcadores conocidos de los metabolismos en la Tierra no tienen por qué ser los únicos del universo, así que de existir en Marte otros biomarcadores que no coincidieran con los registrados históricamente, ¿cómo se identificaría la vida?
Seguir por esa líneas conllevaría pues, el traslado de muestras a la Tierra y engorrosos procesos de análisis que alargarían aún más la misión. Y ahí es cuando caemos en cuenta de por qué se llama Perseverance, después de todo.
La pregunta que ahora mismo se están haciendo expertos y público general es la que nos hacemos todos ante un sueño que se ha vuelto demasiado grande. ¿Qué sucederá si no se hallan las evidencias esperadas?
La respuesta va de la mano con la buena ciencia, en la que ninguna conclusión debe ser a priori y todo resultado conduce a un solo éxito verdadero: el conocimiento.
De no haber evidencias de biomarcadores en Marte habrá nuevos caminos y nuevas preguntas, y también, cómo no, nuevas respuestas.
Si no se llegó a desarrollar la vida, ¿qué diferenció sus condiciones de las de la Tierra? ¿En qué momento ese elemento diferencial hizo su entrada? ¿Qué tiene en común ese «obstáculo» a la evolución con otros planetas que habíamos creído potencialmente habitables? ¿Cuáles decantar y en cuáles perseverar con más ahínco?...
Sin duda, la aventura será exitosa cualesquiera que sean los resultados, y habría que aprender a diferenciar entre las expectativas hollywoodenses que nos formamos, y las expectativas nobles de la ciencia: siempre conocer más y mejor, no importa cuáles sean las respuestas. Eso es realmente Perseverance.
La primera foto panorámica de 360 grados fue ensamblada a partir de 142 imágenes individuales. Foto: NASA.