La presencia de un gas que solo se ha observado en entornos microbianos hace especular sobre vida en nuestro planeta vecino
Por mucho que intentemos desviar la vista por un momento de los cielos, la verdad es que los astrónomos están haciendo un trabajo demasiado bueno por estas fechas, y los titulares de esta semana no dejan espacio para mirar a otro lado que a Venus.
Ahora llega el anuncio más insólito en mucho tiempo, un equipo científico asegura que en las nubes de ese planeta caliente hay lo que parece ser una clara evidencia de vida.
Tras años de búsqueda incesante de vida extraterrestre, una de las obsesiones científicas humanas de más larga data, ¿quién se atrevería a no atender esta noticia?
La profesora Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) y sus colegas son los responsables de un artículo en la revista Nature Astronomy que detalla sus hallazgos sobre la fosfina en Venus. Se trata de un gas mortal para los humanos, que ha sido asociado con los microbios que viven en las entrañas de animales como los pingüinos o en ambientes pobres en oxígeno como los pantanos, pero que, además, se puede producir de forma industrial.
Sin embargo, como señalan los estudiosos, ninguno de estos tres elementos se halla en Venus, un planeta, por demás, muy caliente para albergar vida en su superficie de más de 400 grados de temperatura, debido al intenso efecto invernadero desatado por el dióxido de carbono que compone el 96 por ciento de su atmósfera. Sin embargo, a la altura de sus nubes, Venus presenta temperaturas más frescas.
Con todos estos elementos en cuenta, los expertos enrolados en el estudio se preguntan aun si han pasado algún detalle por alto, y exhortan a todo el público especializado que lea sus resultados a comentar sus puntos de vista. Sin dudas, el verdadero gesto de la ciencia de libre acceso y colaboración.
Pero si hay otro detalle muy curioso en esta investigación está en el modo en que fue detectado el misterioso gas, originado por una molécula formada por un átomo de fósforo y tres átomos de hidrógeno.
El equipo identificó por primera vez la fosfina a unos 50 kilómetros de la superficie venusiana gracias al telescopio James Clerk Maxwell en Hawái, y luego confirmó su presencia utilizando el de Atacama en Chile.
Y si los lectores se están preguntando qué tienen que ver los telescopios con los gases, la respuesta es sencilla: la fosfina tiene una «línea de absorción» distintiva que estos radiotelescopios perciben a una longitud de onda de aproximadamente un milímetro.
Traduciendo, este gas puede ser observado en latitudes medias del planeta a aproximadamente 50 o 60 kilómetro de altitud. La concentración es pequeña, formando solo 10 o 20 partes en cada mil millones de moléculas atmosféricas, como explica el sitio de BBC. Pero en este contexto, eso es mucho.
A pesar de que muchos son los que han querido dar el grito de ¡Vida! en otros sitios de nuestro sistema solar, lo cierto es que aún este mismo equipo que lidera el estudio ha reiterado que no es ese su descubrimiento, sino un llamado a revisar su estudio y analizar los resultados, pues se trata de un hecho que hay que tomar con cautela.
«Este hallazgo no demuestra la existencia de vida en Venus, pero es revolucionario», opinó el jefe científico del Goddard Space Center de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), James Garvin, citado por Prensa Latina.
«Una observación de un solo compuesto químico nunca bastará para probar que hay vida fuera de la Tierra. Lo que sí hace es cambiar nuestro punto de vista y mostrarnos que la vida puede estar en lugares inesperados», resaltó.
Lewis Dartnell, doctor de la Universidad de Westminster que se ha dedicado al estudio de posible vida fuera de nuestro planeta, también se inclina por resultados posteriores. Considera que Marte o las lunas de Júpiter y Saturno son una mejor apuesta para encontrar vida, sin embargo, cree que el hallazgo puede abrir nuevos campos de estudio en Venus.
«Que la vida puede sobrevivir en las plataformas superiores de las nubes de Venus es algo muy revelador, porque significaría que tal vez la vida es muy común en nuestra galaxia en su conjunto. Tal vez la vida no necesita planetas muy parecidos a la Tierra y podría existir en otros, en planetas infernales parecidos a Venus en la Vía Láctea».
«A lo largo de toda mi carrera me he interesado en buscar vida en otras partes del universo, por eso me impresiona que esto sea posible», dijo la profesora Greaves.
Para lograr probar definitivamente una fuente de vida como el origen de este gas, y llegar a conclusiones posteriores, se espera que los proyectos a futuro sean el envío de una sonda, aerobot, o robot aéreo, para que viaje a través de las nubes de Venus. Y estudie el medio in situ, incluso, con un microscopio en busca de la fuente biológica.
Sea cual sea el modo en que intentemos llegar a las nubes venusianas, y sea cual sea su revelación, lo definitivo es que el planeta de la hermosa Afrodita nos enamorará durante un buen tiempo.
El James Clerk Maxwell se halla en Hawái, a 4 092 metros de altura, y es el mayor telescopio dedicado específicamente a operar en las regiones submilimétricas del espectro. Foto: Phys.org