La sonda que ha retratado mundos y recabado valiosa información extraplanetaria se acerca a su fin, y lo hace del único modo posible, tomando las mejores imágenes de todo lo que no podemos ver
La sonda Cassini, que durante 13 años ha tomado las más espectaculares imágenes exoplanetarias, llega a su fin en un juego mortal por fotografiar a Saturno como nunca antes
Cassini retrata al universo. Desde hace 13 años «actualiza el perfil» de lo conocido más allá de nuestras fronteras planetarias. Le llevó unos siete años llegar a las proximidades de Saturno, y tomó fotos como el mejor de los turistas, que revelaron lo asombroso y espectacular de su tránsito por nuestro Sistema Solar, y muchas verdades ocultas para la astronomía.
Pero ya es una anciana. La sonda que ha retratado mundos y recabado valiosa información extraplanetaria se acerca a su fin, y lo hace del único modo posible, tomando las mejores imágenes de todo lo que no podemos ver para traerlas a casa antes de destruirse, cuando se desintegre al alcanzar la máxima cercanía a Saturno.
Desde abril hasta septiembre de este año efectuará 22 inmersiones entre los anillos de Saturno y el planeta, en un juego mortal que culminará con un saldo positivo para la ciencia. Mientras tanto, sin gesto alguno de victimismo, envía a nuestros ordenadores postales de lo ignoto, como recordando que aún puede presumir de ofrecernos lo intocable y descubrirnos muchos misterios. Será buena idea recorrer los tres enigmas del Sistema Solar que ha descubierto Cassini en su último y mayor «baile» con el planeta gigante, como breve homenaje a esa servidora.
Hasta hace muy poco los científicos manejaban en consenso una idea de la heliosfera que ha quedado obsoleta gracias a las recientes imágenes de la sonda. Si bien se creía que esta poseía una forma semejante a un cometa —con cabeza redondeada y cola alargada— las fotografías revelaron que la unión del material magnético solar o el viento solar crean una especie de burbuja. O sea, la heliosfera sería más bien redondeada en ambos extremos y simétrica, de forma esférica, como expuso el estudio publicado en la revista Nature Astronomy.
Si bien para llegar a tales conclusiones fueron de gran relevancia las mediciones realizadas por la nave espacial Voyager y el satélite Interstellar Boundary Explorer, como explicó BBC, en este misterio la sonda Cassini tuvo un protagonismo notable, al aportar imágenes de la actividad solar en un margen temporal de unos 11 años.
Como dejaron observar sus instantáneas, el Sol y sus planetas están rodeados por un gigantesco y redondeado campo magnético solar, escribe la NASA, y no solo es relevante el hecho de desentrañar otro misterio de nuestro Sistema Solar, además los astrónomos ven gran utilidad en la recolección de datos desde los extremos de la heliosfera. Estos probablemente permitirán entender mejor los límites interestelares que ayudan a proteger a la Tierra de los rayos cósmicos.
Por si fuera poco fotorreportar el ambiente de Saturno y del Sistema Solar que alcanza en su rango, Cassini también aporta datos de sonido. O sea, que desde los ordenadores de la NASA es posible escuchar la atmósfera del planeta gigante gracias a los datos de onda que son «traducidos». La NASA recoge los datos de su instrumento de ondas de radio y plasma, y los transforma en sonido para poder escuchar el rumor de las partículas de los anillos de Saturno cuando impactan contra la antena y se vaporizan en gas excitado eléctricamente.
Recientemente, en la penúltima inmersión de la nave, los astrónomos se dieron el gusto de escuchar con gran asombro cómo suenan los anillos de Saturno, un audio que está disponible para todos en la web.
Contrario a las expectativas generales, pudieron describir lo que escucharon como «un gran vacío», en palabras de Earl Maize, que dirige la misión para la NASA. Y este, más allá de una curiosa experiencia, es un dato también relevante para la astronomía. Al parecer la región hasta ahora inexplorada entre el planeta gaseoso y sus anillos está prácticamente desprovista de las partículas de polvo que se creía integraban la mayor parte de estos anillos.
La NASA recibió el pasado jueves las imágenes más cercanas de Saturno hasta la fecha, después de Cassini haber sobrevido a la primera inmersión dentro del sistema de anillos del planeta.
Estas aproximaciones son especialmente peligrosas para la sonda, que se expone a impactos devastadores con cualquier pequeño fragmento rocoso o de hielo, pues la velocidad, de unos asombrosos 110 000 kilómetros por hora, vuelve peligroso al más mínimo cuerpo orbitante. Esto sin contar con que los anillos de Saturno están formados precisamente por restos de roca y desechos que quedaron después de la formación del planeta hace 4 000 millones de años.
Cuando terminaba estas letras, la sonda se adentraba nuevamente en su baile letal con Saturno, osada e insolente para lograr aún mejores «perfiles» del gigantesco mundo anillado. Hasta tanto su combustible se agote de una vez o caiga abatida por algún impacto, o resulte desintegrada en la atmósfera saturnina, será posible disfrutar de los rostros de un universo intocable.
Y como una de sus instantáneas —que abarcan un rango de hasta 150 metros— dice más que mil palabras, dejamos a los lectores de Juventud Rebelde algunos de los mejores y más recientes primeros planos de esta anciana fotorreportera espacial que se despide valerosamente.
La Tierra es solo un punto iluminoso vista desde Saturno.
El satélite Dione parece temeroso de su compañero Saturno.
Selfie de Cassini.