Científicos aseguran que Rocky, un simio del zoológico de Indianápolis, puede emitir sonidos similares a los humanos con sus cuerdas vocales o su laringe
En El planeta de los simios, el escritor Pierre Boulle dota a estos animales de la capacidad de hablar. Este libro nos sitúa en un futuro hipotético, donde chimpancés, gorilas y orangutanes han adquirido un lenguaje tan elaborado como el de los humanos.
Lejos de la ciencia ficción, los intentos de los investigadores para que algunos simios aprendan un lenguaje articulado han acabado siempre en fracaso. Algo que pudiera estar a punto de cambiar gracias a Rocky, un orangután de 11 años que vive en el zoológico de Indianápolis y que tiene una habilidad especial única en su especie: puede emitir sonidos con sus cuerdas vocales o su laringe que suenan como la letra «A» o la expresión «Ah» de los seres humanos.
Rocky, durante varios años, fue el orangután más utilizado en la mayoría de los comerciales de la televisión estadounidense y el cine, antes de retirarse al zoológico de Indianápolis.
Ahora ha vuelto a ser una estrella, pero para la ciencia, pues cuando se le pide que abra la boca y diga «Aaaa», lo hace en el mismo tono que los investigadores.
Si bien todos estos sonidos siempre son variaciones de la misma vocal, a veces el simio los emite en tonos altos y, en otras oportunidades, en tonos mucho más bajos.
«Realmente redefine lo que sabemos acerca de las capacidades de los orangutanes», expresó Rob Schumaker, director del zoológico y uno de los autores del informe publicado en Scientific Reports.
«Lo que tenemos que considerar ahora es la posibilidad de que los orígenes del habla no sean exclusivamente humanos, sino que puedan proceder de los grandes simios», añadió.
Con Schumaker coincidió otro de los autores del estudio, el experto en primates de la Universidad de Durham, Adriano Lameira. A su juicio, el hecho de que Rocky pueda imitar el sonido de las vocales de los humanos indica que el control de la voz, que se creía única en nosotros, puede derivar de un ancestro común con capacidades similares para ello.
Sin embargo, aclaró, esto no quiere decir que estos animales puedan hablar, sino que pueden controlar los músculos de la boca para imitar sonidos.
«En lugar de aprender nuevos sonidos, hasta ahora se presumía que los simios grandes los producían debido a una excitación de la que no tenían control alguno, pero nuestra investigación demuestra que los orangutanes tienen el potencial para controlar la acción de la voz», subrayó Lameira.
Cuando una madre chimpancé muestra la planta de su pie a su cría quiere decir «Súbete a mi espalda», tocar el brazo de otro significa «ráscame» y masticar hojas sirve para llamar la atención sexual.
Tras comparar la voz de Rocky con una base de datos de más de 12 000 horas de sonidos emitidos por estos primates, los expertos concluyeron que ningún otro orangután silvestre o en cautiverio tiene la misma habilidad.
Para probar las habilidades de Rocky, los investigadores acudieron a una experta en primates independiente para que mantuviera una «conversación» con el animal en onomatopeyas. Como se aprecia en un video publicado por los científicos, cada vez que la especialista le decía «Ahhh», el simio respondía de la misma forma y en el mismo tono.
«Lo sometimos a una secuencia aleatoria de 500 tonos altos y bajos producidos por humanos», declaró Lameira al diario The New York Times.
La conversación fue grabada y analizada por un programa informático, el cual indicó que todas las «Aaaa» de Rocky eran exactamente iguales a las de la experta.
«Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y este video lo demuestra. Queda muy claro cómo el orangután imita las vocalizaciones humanas», explicó Marc Bekoff, experto en ecología del comportamiento y profesor emérito de la Universidad de Colorado, que no participó en la investigación.
Según publicó el sitio web del zoológico de Indianápolis, Rocky es un primate especial que primero fue criado por humanos y después por una orangutana.
«No vivió con otros orangutanes hasta que tuvo tres años y medio y le presentamos a Knobi, quien muy pronto se convirtió en su mamá adoptiva y le enseñó cómo comportarse con otros orangutanes», refiere la publicación digital.
Según sus cuidadores, quizá el hecho de que su primer contacto haya sido con humanos lo haya vuelto tan «inquisitivo, excelente para resolver problemas y natural para utilizar computadoras».
Otro grupo de simios, los chimpancés, son capaces de comunicarse por gestos que tienen significados específicos como «súbete a mi espalda» o «para», aseguran expertos de Escocia que elaboraron un diccionario con 66 gestos de este tipo.
El estudio, publicado en el portal Current Biology, indica que esos gestos tienen significados específicos que van de la simple demanda asociada a algunos gestos sencillos a una conversación más amplia.
Los autores del trabajo, Catherine Hobaiter y Richard Byrne, de la Universidad de Saint Andrews, en Escocia, analizaron 4 500 momentos de intercambio efectuados por los chimpancés. Fue así que identificaron 66 gestos portadores de 19 mensajes específicos.
Por ejemplo, cuando una madre muestra la planta de su pie a su cría quiere decir «súbete a mi espalda». Tocar el brazo de otro significa «ráscame» y masticar hojas sirve para llamar la atención sexual.
Ciertos gestos no presentan ambigüedad, como masticar para seducir. Otros son menos claros, como trepar sobre el otro, que quiere decir a la vez «para», «sube sobre mi espalda» o «vete».
El estudio se hizo sobre la base de ejemplares filmados en Uganda entre 2007 y 2009. «Es la primera vez que podemos distinguir los gestos en la vida real de aquellos realizados por los chimpancés en cautiverio», precisaron los expertos en el informe.
El libro de Pierre Boulle nos ubica en un futuro hipotético, en el que los simios articulan lenguaje.
De los orangutanes hay muchas cosas simpáticas que contar. Al analizar las llamadas de varios ejemplares machos de esta especie, en Borneo, un equipo de investigadores de la Universidad de Suiza descubrió asuntos muy curiosos.
Observaron que los machos orangutanes emitían con frecuencia llamadas espontáneas. Los animales gritaban de modo entusiasta en respuesta a la llamada larga de otro macho o cuando el animal que llamaba abatía un árbol, una exhibición de conducta dominante de estos primates que es comparable al golpeteo del pecho en los gorilas. Estas llamadas largas emitidas en un estado de excitación eran ligeramente más rápidas, con pulsos de duración más corta y más pulsos y chasquidos que las llamadas espontáneas.
En el estudio se analizó también cómo las hembras de orangután respondían a ambos tipos de llamadas. Los investigadores descubrieron que estas reconocen no solo quién llama sino también diferencias claras en las características acústicas de las llamadas largas emitidas en diferentes contextos. Así, las hembras con descendencia que dependían de ellas se alejaban de las llamadas espontáneas, mientras que una pequeña muestra de hembras sexualmente activas parecía aproximarse al animal que realizaba la llamada. En cambio, todas parecían ignorar una llamada larga de excitación, que no iba dirigida a ellas sino a repeler a rivales o depredadores potenciales.