Solamente una poetisa como Carilda Oliver podría haber alfabetizado en burdeles y prisiones
Según relata Urbano Martínez Carmenate, su biógrafo, la Campaña de Alfabetización tuvo a Carilda Oliver Labra (Premio Nacional de Literatura 1997, y Maestro de Juventudes que otorga la AHS) entre sus filas desde el primer momento.
«Como abogada, la propusieron para que llevase la luz de las letras a los sitios más oscuros, aquellos lugares donde nadie quería ir: las cárceles y los prostíbulos. No se negó. Ella, tan refinada, tan ajena a las costumbres vulgares, tenía que penetrar en ciertas casas de prostitutas de La Marina y a veces esperar que concluyeran su trabajo diario para después dar comienzo a su labor educativa».