Demasiado parecidos en sus defectos de carácter para lograr llevarse bien. Eso parece lo que comenzó como una parejita poderosa y ahora intercambian golpes verbales, o mejor dicho, en mensajes en las redes. Donald Trump y Elon Musk han roto desde hace semanas la «luna de miel», y como fruta de la discordia el documento de 940 páginas que contiene los voluminosos gastos para el funcionamiento del Estado, una burla costosa al trabajo que le habían asignado al hombre más rico del orbe para que hiciera eficiente a la administración.
En un primer round los improperios se diluyeron con un acto de contrición por una y otra parte. Musk reconoció que algunos de sus comentarios «habían ido demasiado lejos» y el otro le correspondió. Pero ahora vuelve a florecer el altercado con el sarcasmo a flor de labios. Musk «es un tipo maravilloso», dijo el presidente estadounidense, aunque agregó que los ataques contra él y su «gran y hermoso proyecto de ley» eran «inapropiados».
El sábado, Musk describió en su cuenta X el presupuesto que aumenta en cinco billones de dólares en el límite de la deuda, como «completamente descabellado» y «una abominación repugnante», al tiempo que hacía una nefasta predicción —aunque no hay que ser muy ducho para llegar a esa conclusión—, ese volumen de gastos hundiría a Estados Unidos en la «esclavitud de la deuda», destruiría millones de empleos y causaría un inmenso daño estratégico cuando «otorga ayudas a industrias del pasado mientras perjudica gravemente a las del futuro».
Sin embargo, caso omiso está haciendo un Senado de escasa mayoría republicana —tal y como ya hizo la Cámara de Representantes, que también
exhibe color rojo en los ornamentos de su elefante simbólico—, dispuesto a votar a su favor para que Trump pueda presentarlo como trofeo el 4 de julio.
De ahí la bronca entre los dos personajes que representan a la oligarquía en el poder, y aunque los comentarios del megamillonario se reducen al presupuesto, el mandatario casablanquino sacó a relucir otro tema como principal factor del desacuerdo.
En declaraciones dominicales a Fox News, el Presidente dijo sobre el hombre de Space X, Starlink y Tesla: «Es un tipo inteligente. De hecho, hizo campaña conmigo y esto y aquello». (Nota necesaria: «esto y aquello» bien pueden ser los 240 millones de dólares que Musk invirtió en la campaña de Trump). «Pero se molestó un poco, y eso no fue apropiado», agregó al tiempo que tiraba la bomba de profundidad, Musk no se enojó por el «gran y hermoso proyecto de ley», sino por sus planes sobre los vehículos eléctricos en todo el país.
Trump dijo exactamente: «…Yo, ya sabes, no quiero que todo el mundo tenga que tener un coche eléctrico». A mediados de junio, firmó tres resoluciones que prohibían a California imponer la venta de vehículos eléctricos y establecer normas de emisiones de escape, lo que fue esgrimido como modelo por otros estados de la Unión, con vistas a tomar la carretera transicional abandonando los motores de combustión.
¿Dónde está la veracidad? Casi imposible determinar entre dos que matan a mentiras a todo el mundo, o quizás un poquito de exactitud en ambas explicaciones.
Saltan entonces al ruedo otros peleadores con sus propios intereses. No echemos a un lado que se trata de una trifulca entre los más poderosos del capitalismo imperial.
Recuerdan las fotos y los videos del 20 de enero de 2025, cuando Trump asumió por segunda vez el cargo presidencial… Aquella primera fila de todopoderosos señores en los escalones más altos de la riqueza mundial, testimonio de cuánto habían invertido en las campañas electorales…
Pues The Wall Street Journal dice que Jeffrey P. Bezos.
El magnate de Amazon, quizás la plataforma de ventas más importante del mundo, quien discute el primer puesto a Musk en la lista Forbes de los hombres más ricos del planeta, intenta sacar provecho de la discordancia Musk-Trump, mediante Blue Origin, su empresa de transporte aeroespacial que tiene entre sus objetivos los vuelos suborbitales y orbitales, en competencia con Space X por contratos gubernamentales, sobre todo de la Fuerza Espacial del Pentágono.
Entre cuatreros anda el juego. Pudiéramos decir: ¡Allá ellos!, pero cada jugada de los poderosos redunda siempre en peores resultados para el resto. Ninguno aboga porque los recortes sean para quienes despilfarran en guerras y simulacros. Mucho pudiéramos analizar sobre ello, más remitamos a una valoración del senador independiente Bernie Sanders: «Es realmente repugnante que se otorguen exenciones fiscales a quienes no las necesitan, que se deje sin cobertura sanitaria a 16 millones de personas, que se recorten programas de nutrición destinados a niños y niñas con hambre, y que se dificulte a los jóvenes de clase trabajadora el acceso a la universidad. Esta es una legislación realmente obscena».