Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Manos fuera, las de Trump y Musk

Autor:

Juana Carrasco Martín

El sábado reverberó Estados Unidos, aún bajo la lluvia en algunos lugares y con temperaturas de frías a frescas, pero era abril y se abre la Primavera… No fueron decenas como dijo algún gran medio informativo, fueron millones, en los 50 estados y en decenas de ciudades o poblados. Más de 1 400 protestas masivas con un lema que apuntaba a Donald Trump y a su pareja de maldades, Elon Musk: ¡Manos Fuera!, para exigir el respeto a sus derechos y libertades, a su democracia, y «el fin de esta apropiación de poder multimillonaria».

Los «eficaces» de DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) se han pasado de rosca, no han tocado ni un dólar al Pentágono, el gran gastador, por el contrario le aumentaron el presupuesto, como es lo habitual.

Sin embargo, han despedido sin misericordia, incluso a personal que garantiza la seguridad del país, como el tránsito aéreo, redujeron el empleo, están cerrando servicios imprescindibles, los recortes son draconianos a la Seguridad Social, incluidos a los veteranos de sus múltiples y casi infinitas guerras, a los fondos de Medicaid, que cubre parte de los gastos médicos de los más vulnerables, entre ellos los cuidados en asilos de ancianos… Este pueblo en las calles tampoco acepta los ataques despiadados contra los inmigrantes y otras comunidades.

En pocas palabras, los estadounidenses, indignados, están despertando y colmaron calles de Nueva York, St. Paul, Dallas, San Francisco, Los Angeles, el mismísimo National Mall de Washington D.C., para que el clamor pudiera escucharlo de bien cerquita, y hasta en la Florida, donde tiene residencia y juega golf. Les llegó de costa a costa y desde el interregno de las vilipendiadas fronteras Norte y Sur.

Quienes asistieron a esta protesta en Estados Unidos —y universal, porque tuvo eco en numerosas ciudades del orbe, donde también han puesto a sus habitantes contra la pared con unos «aranceles recíprocos»—, demostraron que no le temen ni a represión, ni represalias, despidos o deportaciones. Es la supervivencia reflejada en el descontento público.

No hay estadística, pero de seguro no solo estaban en las acciones sabatinas quienes votaron contra Trump, también los defraudados que le otorgaron su voto en noviembre pasado y están descubriendo el verdadero rostro de un oligarca autoritario, representante del grupo reducido de multimillonarios que le acompañan, decidió a unir a su poder económico el político, y ejercerlo a su antojo.

Pudiéramos decir, «Nada nuevo». Pero se están extralimitando y les pasarán la cuenta. Es bien sabido que los cargos electivos en Estados Unidos, a cualquiera de sus niveles y funciones, en buena parte se compran y se venden. Pero algo está ocurriendo y alarma a quienes realmente creen en su «democracia», aumenta en cada proceso electoral el dinero empleado para inducir de una y otra forma a los votantes a favor de alguno de los contendientes, y también los montos «donados» directamente por los multimillonarios. Y si hay uno que no tiene cortapisas, porque es el hombre más rico del mundo y está convencido de que puede comprarlo todo —hablamos de Elon Musk, por supuesto—, la injerencia es sin tapujos y demerita más aún a la política estadounidense e insultan al creído ciudadano común.

Musk no es el único, un informe reciente del grupo Americans for Tax Fairness, reveló que las 100 familias más multimillonarias de EE. UU. gastaron la asombrosa cifra de 2 600 millones de dólares en contiendas federales en 2024 y el 70 por ciento se utilizó para apoyar a los candidatos republicanos. No piense solo en la Presidencia, senadores, representantes, gobernadores, jueces…

Abril comenzó en Wisconsin con una elección a la Corte Suprema de ese estado donde se enfrentaban una jueza liberal, Susan Crawford, y un candidato conservador Brad Schimel, respaldado por el presidente Donald Trump. El alabardero Musk salió al combate cómo sabe hacerlo, demostrando su condición de megadonante para inclinar la balanza, pero no valieron los 25 millones de dólares que invirtió, transformándolas en las elecciones judiciales más costosas en la historia de EE. UU. Tampoco que asegurará en un foro público que «el destino de la humanidad» dependía de la elección de Brad Schimel.

La victoria de Crawford —quien para celebrarla señaló: «Y Wisconsin se puso de pie y dijo con fuerza que la justicia no tiene precio. Nuestros tribunales no están en venta»—, tendrá  impacto en temas como el aborto, el derecho al voto y la redistribución de distritos electorales del Congreso, lo que podría cambiar el equilibrio de poder en la Cámara de Representantes, un punto que preocupa a Trump y al Partido Republicano por su escasa mayoría en ese cuerpo legislativo, donde habrá elecciones en 2026.

Como es de suponer, muchos vieron la contienda en Wisconsin como un referéndum sobre el megadonante Musk, como lo son las manifestaciones del sábado de estadounidenses bien molestos con una administración que ni siquiera llega los 100 primeros días de «luna de miel».

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