Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cinismo periódico

Autor:

Fernando Buen Abad Domínguez

The New York Times, bajo el pretexto de «defender la democracia», goza de cierto prestigio incluso entre algunos periodistas (mercenarios), principalmente porque piensan que paga bien y da currículum la «objetividad» y la «imparcialidad» con que se autoproclama «periodismo creíble».

No pocos babean con el sueño de ver sus nombres publicados en ese diario emblemático, poderoso e imperialista, que se hace pasar por «progre» porque juega a expresar, con no pocas ambigüedades «políticamente correctas», la doble moral yanqui que busca escribir una historia del mundo a su modo para esconder a los muertos generados por el capitalismo y poner a salvo su conciencia… y su propiedad privada, claro. Muchos periodistas ilusionados con ese glamour se equivocan.

Distinguir lo que de interesante aporta un medio de información implica también hacer visible lo que de contradictorio tiene. Incluyendo las contradicciones criminales de la lógica empresarial que descobija, con fake news, a la lógica informativa. Esos «periodistas progres» con moral burguesa y bolsillos ávidos. Primero lo primero: reducir costos a toda costa, abaratar la materia prima y abaratar «gastos» en sueldos y, para eso, recortar los puestos de trabajo (de los de abajo) y quienes queden rindan más, alienados y sobre explotados. Hacer todo para que no desciendan las ganancias, sin perder prestigio (es decir compradores).

Ese es el negocio de la «credibilidad» burguesa, y hacerse pasar por progresistas. Especialmente The New York Times y The Washington Post que son llamados, sin pizca de ironía, como «la izquierda institucional» en las más importantes revistas de política exterior y esto es correcto, lo que no se reconoce es que el rol de la intelectualidad liberal institucional es poner unos límites muy abruptos de hasta dónde puedes llegar: «hasta aquí, pero no más allá». Es el negocio de la «credibilidad» o la «credibilidad» rentable moderada para cierto consumidor que gusta de las «verdades» pero light. ¿Y a esos medios quién les pone el «límite»?

Hacerse «creíbles» es un eufemismo para maquillar la acumulación de poder real en la producción de «opinión pública». Eso tiene valor mercantil y no pocos pagan cualquier cantidad por treparse al carro de lo «creíble», ya sea para vender algo o para afianzar algún cargo público, por elección o por dedazo. Lo creíble es caro en un mercado como el yanqui (y no solo) donde, poco a poco, todo es descrédito. Eso lo saben los «chef» de la noticia que condimentan diariamente la información para venderla centímetro a centímetro. Un poco de picante tipo denuncia, poco no mucho,… un poco de piedad tipo «nadie debe juzgar a los otros»,… amarillismo por izquierda pero leve, un poco de erudición tipo enciclopédico… y cálculo político refinado para alargar la nota hasta que suelte todo su jugo financiero. Se deja reposar toda la noche y se sirve por la mañana acompañada de anuncios publicitarios «pertinentes». Hay genios de ese juego bobalicón gracias a que hay compradores analfabetos ante ese manoseo pueril de cada día.

¿Por qué ha de pedirle un diario de progresismo de salón, «intervención» en asuntos de otros países, que se inmiscuya en los asuntos internos de un país que habrá de dirimir sus problemas democráticos de manera absolutamente soberana por más que en Miami sueñen otra cosa? ¿Quién le asignó a este diario la tarea mesiánica de velar por la «democracia de otros» cuando con la propia son, por decir lo menos, contemplativos? ¿De cuándo acá The New York Times se desgarra las vestiduras de la «credibilidad», abandona su «neutralidad» mítica y se arroja al campo de las parcialidades huérfano de razón y ansioso de «intervención»,… precisamente la intervención que el mundo detesta a estas horas vista la barbarie en Afganistán, Irak, Líbano, Palestina, Ucrania, Guantánamo? ¿No será esto demasiado sospechoso… u obvio? ¿A quién sirven en realidad estos mass media?

No guardaremos silencio porque nos hacemos cómplices. The New York Times especula y comercia con todo y se excita ante la cesión temporal de poderes. Su excitación «intervencionista» convertida en «nota seria» de periodistas mercachifles, es tributaria de una campaña de intensificación contrarrevolucionaria del imperialismo yanqui que anhela imponer su degeneración capitalista. Nos queda muy claro su juego periodístico, su «credibilidad», su «objetividad» y su «neutralidad» informativa. Nos queda claro su cinismo. Lo denunciamos y lo repudiamos.

(Tomado del blog del autor)

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