La entrega de los FIDE 100 Awards a los mejores trebejistas del planeta ha sido una de las acciones de justicia histórica más notable del principal ente ajedrecístico. Autor: Chess.com Publicado: 01/11/2025 | 10:23 pm
A medida que la audiencia planetaria, que han alcanzado determinadas prácticas deportivas, se familiariza con registros, récords y estadísticas, pocas cifras están asociadas a la excelencia y virtud de los atletas como el número cien.
En un contexto en que las ciencias métricas marcan la pauta de los entrenamientos, del estudio de los rivales y de la evaluación del rendimiento, los guarismos centenares constituyen una meta casi equivalente a la consagración deportiva: ya sean las carreras impulsadas en una temporada de béisbol, las apariciones sucesivas con la selección nacional o la cantidad de clean sheets (porterías imbatidas) en la trayectoria de un guardameta, la mentada cifra de tres dígitos es sinónimo de prueba irrefutable a la hora de obtener el beneplácito de aficionados y especialistas.
Sin incurrir en cuestiones esotéricas o cabalísticas, pocos dominios de la actividad humana o del pensamiento abstracto no han sucumbido a la excelencia del cien, abarcando los ámbitos histórico, militar, fiscal y demográfico. Desde las centurias romanas que fascinan aún a los amantes de la antigüedad clásica, pasando por los siglos marcados por la influencia política de un monarca o por el impacto de una corriente de pensamiento; los registros céntuples son los indicadores anhelados tanto por gestores económicos como por agentes propiciadores del bienestar social, en indicadores más o menos tangibles como beneficios empresariales, la tasa de ocupación laboral, porcentajes de alfabetismo y acceso a la vacunación.
En un universo como el ajedrez, donde la geometría y el cálculo exponencial tienen un rol determinante, el número cien no está disociado de cuestiones mnemotécnicas, didácticas y anecdóticas. Con la misma aura de prestigio que la carrera del hectómetro en el atletismo o el trayecto de ida y vuelta en una piscina olímpica, Jaque perpetuo expondrá cómo a través de cifras centenares se puede comprender el entramado competitivo y conceptual del juego ciencia a lo largo de la historia.
Seculares batallas
Sin desconocer que el ajedrez es una de las disciplinas deportivas en las que ha estado siempre presente la longevidad competitiva y los picos de rendimiento en edades maduras, pocos trebejistas han tenido una trayectoria tan prolífica como la de Yuri Averbakh. Luego del fallecimiento en 2010 del notable estratega húngaro Andor Lilienthal, Averbakh ostentó la condición de ser el Gran Maestro más longevo del planeta hasta poco después de celebrar su centenario en vida el 8 de febrero de 2022.
Aunque desde la década de 1940 Averbakh despuntó como una de las grandes esperanzas del ajedrez soviético, su consagración competitiva se fraguó a partir de 1952, año en que ocupó las primeras posiciones en el torneo interzonal de Estocolmo y fue entronizado por la FIDE con el título de Gran Maestro, condición solamente compartida en la época por una treintena de trebejistas. En años sucesivos el nacido en Kaluga completó varios de los grandes avales de su palmarés competitivo, como fueron la décima plaza en el fortísimo Torneo de Candidatos Zürich 1953 y su victoria individual en el 21er. Campeonato Nacional de la URSS.
Fue a mediados de siglo que Averbakh comenzó a simultanear su desempeño como atleta de alto rendimiento con otros roles relacionados con el entrenamiento, la edición, la composición ajedrecística y el arbitraje. Así, nuestro campeón centenario llegó a trabajar como analista junto a cuatro campeones del mundo —Boris Spassky, Tigran Petrosian, Mijail Tal y Vassily Smyslov—, ostentó los títulos de Árbitro Internacional y de Juez Internacional de problemas de ajedrez, editor de las más afamadas publicaciones soviéticas consagradas al juego ciencia y autor de notables antologías sobre la fase final del juego.
No menos admiración de la que alcanzó Averbakh entre sus contemporáneos, ha merecido el trebejista ibérico Manuel Álvarez Escudero, el jugador federado más veterano que existe en el planeta. En vísperas de celebrar su cumpleaños 104, el carismático «Manolín» disputó la 28va. edición del Abierto de Moratalaz, celebrada en el complejo polideportivo homónimo de la capital española. En dicho torneo, ganado por el Gran Maestro cubano Omar Almeida, el centenario trebejista venció a rivales a los que casi cuadriplicaba en edad. Este hecho impactó a la mayoría de los animadores de la lid, quienes no salían de su asombro al verificar que Manolín no necesitaba espejuelos para registrar sus jugadas.
Proezas casi perfectas
En el actual contexto competitivo, en el que gracias al acceso a los módulos informáticos se explotan nuevas líneas teóricas que conducen a posiciones ventajosas, y al estudio enjundioso de finales de partida que eran considerados como irremediables empates; resulta bien exigente eslabonar una racha invicta que ronde el centenar de cotejos. No obstante, en este escenario de extrema competitividad, el trebejista chino Ding Liren logró entre agosto de 2017 y noviembre de 2018 rebasar el umbral de las cien partidas imbatidas justo antes de sucumbir ante el fenomenal Maxime Vachier-Lagrave en el Shenzen Masters 2018. Durante los meses que Ding completaba esta gesta, comenzó a fraguarse la cadena de éxitos y empates ininterrumpidos de Magnus Carlsen que alcanzó la cifra de 125 partidas (+42=83) antes de producirse su sonada derrota ante Jan-Krzysztof Duda en el Altibox Norway Chess 2020.
En una época en la se registraban muchos menos torneos de máximo nivel, José Raúl Capablanca extendió una racha de imbatibilidad durante ocho años en una seguidilla de triunfos que incluyó el Torneo de la Victoria Hastings 1919, el Campeonato del Mundo La Habana 1921 y el Congreso Británico de Ajedrez Londres 1922. En ese año Capablanca puso en evidencia sus extraordinarias dotes competitivas al enfrentarse en Cleveland a 103 tableros en simultánea, donde el cubano rozó la perfección al computar 102 victorias y un empate.
Los primeros consagrados
El pasado 1ro. de julio se recordó un acontecimiento que no pasó desapercibido para la comunidad ajedrecística: los 54 años transcurridos desde el primer ranking universal publicado por la FIDE que consagró a Bobby Fischer como el mejor jugador del planeta. Gracias a la fórmula propuesta en 1959 por el matemático húngaro Arpad Elo en la revista Chess Life, el máximo ente ajedrecístico contó con un coeficiente objetivo para medir la fuerza competitiva de los mejores trebejistas de la época. Con la presencia de casi medio centenar de jugadores soviéticos, el primer Top 100 de la FIDE involucró a trebejistas de varias generaciones, desde el sexagenario multicampeón Mijail Botvinnik hasta el adolescente brasileño Henrique Mecking.
Luego del forfait protagonizado por Fischer en el Campeonato Mundial 1975 y su consecuente retirada del ranking mundial de la FIDE, su sucesor, Anatoly Karpov, consiguió instalarse en lo más alto del Top 100 planetario entre 1976 y 1984. Solamente dos trebejistas han podido emular con los cien meses en que Karpov ocupó la cúspide del ajedrez universal: Garry Kasparov, quien desde enero de 1984 —salvo momentos circunstanciales— fue el número uno indiscutible hasta su retirada en el torneo de Linares 2005, y Magnus Carlsen, actual líder del ranking Elo de la FIDE, desde que consiguiera esta condición con apenas 19 años en 2010.
Un Guinnes para la FIDE
Entre tantas fechas fundacionales que han marcado la consolidación del ajedrez como una práctica deportiva y cultural de alcance planetario, sobresale la fundación de la Federación Internacional de Ajedrez el 20 de julio de 1924 en París durante la celebración de los 8vos. Juegos Olímpicos. A la altura de lo que representa para la comunidad ajedrecística este glorioso centenario, se fraguaron durante 2024 hermosas iniciativas que exaltaron el prestigio histórico de la FIDE durante las últimas décadas: la publicación de 100 años de la FIDE: una historia ilustrada del investigador belga Willy Iclicki; el lanzamiento del Open Chess Museum —primer museo digital consagrado a la evolución histórica del juego ciencia—, el recorrido intercontinental de la Chess Torch Relay desde Chennai, India, hasta Budapest —sede de la 45ta. Olimpiada Mundial de Ajedrez—, y la entrega de los FIDE 100 Awards a los profesionales de los trebejos que marcaron una pauta en el ámbito competitivo, la formación de alto rendimiento, el arbitraje y la comunicación digital.
Fue justamente en la Gala del Centenario, convocada el 20 de julio de 2024 en los jardines del Château d’Asnières, con la presencia del presidente de la FIDE, Arkady Dvorkovich, donde el directivo expresó su beneplácito hacia uno de los desafíos más intensos que ha involucrado a la familia ajedrecística mundial: la disputa durante 24 horas de millones de partidas tanto en torneos presenciales como en plataformas online cuyo registro quedara plasmado en los Guinness World Records. En efecto se disputaron en esa jornada más de siete millones de partidas según lo avaló el documento acreditativo de los Guinness entregado al árbitro internacional Laurent Freyd.
Más allá de números redondos y ademanes de autocomplacencia, el principal ente ajedrecístico —reconocido por el COI desde 1999 y con la membresía de más de 200 federaciones nacionales— continúa impulsando proyectos promocionales y educativos de alcance planetario, sin desatender las nuevas dinámicas de patrocinio, de transmisiones en streaming y de modalidades más afines al espectáculo deportivo.
