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Gaza, ¿comienzo del fin?

Autor:

Leonel Nodal

La esperanza y la frustración se disputan las previsiones sobre el destino de Gaza. Más de un millón y medio de palestinos se apretujan en la ciudad de Rafah, bajo tiendas de campaña o a cielo descubierto. Sobreviven milagrosamente. Sin comida, agua, medicamentos, son el testimonio vivo, sobrevivientes en realidad, de la mayor matanza de civiles ejecutada en este siglo.

 Un ejemplo perfecto de genocidio perpetrado por Israel con el apoyo militar indispensable de Estados Unidos. A 143 días de iniciada la sanguinaria operación de tierra arrasada, el parte del Ministerio de Salud de este lunes reportó 29 782 palestinos muertos y 70 043 heridos, de ellos dos terceras partes mujeres y niños. Es apenas una referencia. La cifra aumenta cada hora. Cada día es mayor. ¿Hasta cuándo?

Quién sabe. El viernes último el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas discutió hasta el cansancio la trágica muerte continua de civiles en Gaza. La metástasis en Cisjordania y Jerusalén, donde también el ejército israelí asesina, apresa, tortura a diario. Los brotes del incendio bélico en el Mar Rojo, que conecta con el Canal de Suez y permite el estratégico comercio entre Europa y Asia. Ahí Estados Unidos y el Reino Unido atacan directamente a los hutíes yemenitas solidarios de los palestinos frente a Israel.

 Y los bombardeos también se extienden al Líbano y Siria. Y nada. Estados Unidos volvió a vetar, por tercera vez, la adopción de una resolución de cese del fuego por razones humanitarias. Washington quiere imponer su ley.

El presidente Joseph Biden se declara preocupado por el curso de la guerra de su aliado, la venganza sin límites, pero sin resultados militares efectivos. Hamás y las demás organizaciones de la Resistencia Palestina siguen activas. Expertos dentro y fuera del Estado sionista apuntan el fracaso desde hace meses. Ya a finales de octubre The Hill, el influyente diario de Washington, dijo en un editorial: «Como quiera que termine la guerra en Gaza, Israel ya la ha perdido, Hamás ha ganado… Hay un rayo de
esperanza de que de la devastación pueda surgir un alto el fuego, y posiblemente conversaciones de paz entre Israel y los palestinos».

El momento parece haber llegado, digo parece. Porque declaraciones y propósitos declarados públicamente dejan entrever más de lo mismo, nada que ver con el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, la soberanía y la independencia.

Biden declara que Estados Unidos necesita una pausa humanitaria de seis semanas para negociar la libertad de los prisioneros israelíes en poder de Hamás —no el fin de la guerra— y admite la libertad de hasta diez presos palestinos por cada cautivo israelí. ¿Y después qué? ¿Israel evacuará sus tropas de la Franja, dejará vía abierta a la reconstrucción de todo lo destruido?

Por parte de Netanyahu ni pensarlo. Su plan es reanudar la guerra hasta la liquidación de Hamás. Los planes de posguerra del cuestionado Jefe de Gobierno israelí exigen «libertad de acción operativa en toda la Franja de Gaza sin límite de tiempo» y «desmilitarización» de los palestinos.

Eso, si logra superar el repudio creciente de los votantes y las masivas protestas que exigen su renuncia, y lo señalan como culpable de la grave crisis política, económica y, sobre todo, ética que vive Israel.

La matanza solo ha sacado a la luz la naturaleza racista y colonizadora de la ocupación militar israelí, el apartheid  y la limpieza étnica. Israel sigue en el banquillo de los acusados y fue advertido por la Corte Internacional de Justicia, tras un vistazo de la acusación de Sudáfrica, de que sus acciones pueden estar incurriendo en genocidio. Tarjeta amarilla, con la roja a la vista. 

Israel acaba de admitir la negociación de un cese del fuego y el intercambio de prisioneros con la Resistencia Palestina encabezada por Hamás. Las bases del arreglo quedaron fijadas por mediadores de Estados Unidos, Egipto y Catar en reuniones realizadas en París durante el último fin de semana y recibieron la luz verde del gabinete de guerra israelí el pasado domingo.

Una «delegación de especialistas» israelíes llegó este lunes a Doha, capital de Catar, para sostener conversaciones en detalle, con nombres y apellidos, de los cautivos de ambas partes que serán puestos en libertad.

Según dijo la emisora oficial KAN, el nuevo acuerdo prevé el regreso de un cautivo israelí detenido en la Franja de Gaza a cambio de la liberación de diez palestinos presos en cárceles israelíes, por cada día de pausa en las hostilidades.

Todo indica que el Gobierno sionista de la coalición de extrema derecha y ultraortodoxos judíos se vio obligado a negociar la tregua ante el evidente fracaso militar en su empeño de liquidar a Hamás y la Resistencia Palestina y las masivas protestas que reclaman semanalmente la renuncia de Netanyahu y la celebración de elecciones. 

Hamás llamó a mantener una postura prudente, sin exagerar en las expectativas. Tal vez, la tregua permita pasar a negociaciones más profundas y de largo plazo. Tal vez este sea el comienzo del fin, pero eso está por ver.

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