Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Ojo con los retranqueros!

Autor:

Nelson García Santos

Si eliminamos el actuar ¿insensato? de esos retranqueros que empañan y laceran nuestra sociedad, seguramente funcionaría muchísimo mejor. La explicación del porqué se cae de la mata. Siga y verá...

Digamos que sería más expedito todo si lográramos acabar de un tajo con ese flagelo, añejado hace un burujón de años, a pesar de las críticas de la población. En especial si aplicamos la rueda a quienes desempeñan funciones administrativas por decreto y pueden ser fácilmente sustituidos.

¡Claro! Sin caer en ese otro mal casi siempre aplicado a esos retranqueros, que cuando son remplazados por una inadecuada gestión los consagran a otra similar, y algunos sobreviven un largo peregrinar de un cargo a otro, hasta que explotan definitivamente.

Sobre estos responsables administrativos, hacedores de problemas artificiales (como si no bastara con los objetivos), se ha hablado en los encuentros de los candidatos a diputados con las comunidades y los trabajadores de diferentes sectores quienes, con sobrada razón, han expuesto la necesidad de aplicar ahora mismo el imprescindible frenazo para acabar de meterlos en cintura y sonarles la campana también a quienes los cobijan.

Entre las pifias, ¡tremendas!, de mayor y menor magnitud, aflora el denominador común de carecer de la más mínima lógica y desconocer —algo peligrosísimo— las disposiciones legales sobre el asunto que mal manejan.

La gente comprende y acepta las dificultades por escasez o limitación de recursos, en primerísimo lugar por el bloqueo. Pero les resulta difícil digerir las originadas por un incorrecto proceder.

¿Cuáles? Eso lo sabe hasta el Bobo de Hatillo, dirá usted... y le asiste la razón, pero reiteramos algunas de las que saltan aquí y allá como el mismísimo marabú.

Desde las más simples, como los horarios de prestación de servicios, con los que deberíamos reclamar un dúo de récord Guinness (se incumple en el momento de abrir y se adelanta el cierre), hasta las peligrosas adulteraciones de alimentos; las tardanzas en trámites de todo tipo; el peloteo a los delegados del Poder Popular, el incumplimiento de leyes ¡y hasta de las normas impuestas por otros burócratas más arriba!… y siga usted la relación, que de patinazos administrativos sabemos todos perfectamente.

¿Cuántos recursos hacen falta para resolver esos persistentes problemas? Obvio que ninguno, se ha afirmado en encuentros de candidatos a diputados.    

Ese deslegitimar los derechos ajenos por ¿desconocimiento? de los retranqueros, hay que acabar de tirarlo para la cuneta y desbrozar el avance hacia el horizonte de impedimentos inventados que se afianzan en la falta de profesionalidad.

A quien carece de esa virtud y no se esfuerza de cara al pueblo, jamás debería confiársele ni la repartición de cuatro panes. ¿Estamos?

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