«Todas las personas tienen derecho a seguir viviendo, y si trabajar es una manera, no se le puede frenar. Por favor, que envíe su curriculum vitae y será valorado con el resto… Que no se limite por la edad…».
Y quien recibió estas líneas como respuesta al correo enviado antes para saber si su madre, jubilada, podía presentarse como candidata a una nueva plaza laboral, saltó de alegría. «Se ve tan poco hoy que a los más viejos se les abran las puertas sin dudar».
No es imposible, por supuesto, pero sucede con frecuencia, reflexiona. Y la edad no debe ser el impedimento, si conocimientos y disposición sobran, refiere. Sin embargo, ¿cuántas historias así y no las opuestas, podemos encontrar? ¿Cuántos, mayores de 60 años tienen vivencias diferentes?
El edadismo, término presentado por Robert Butler en la década de los 60, se refiere a los estereotipos y prejuicios existentes en relación con la edad. Se trata de categorizar, dividir… Las víctimas más comunes, a nivel mundial, son las personas mayores, aunque aquellos más jóvenes sufren del mismo modo en numerosas ocasiones «por falta de experiencia». Esa que, si no empiezan a trabajar, nunca tendrán.
Pero volvamos a la realidad cotidiana… ¿Cuántas convocatorias de concursos no limitan a quienes desean participar, al colocar rangos etáreos? ¿Cuántas oportunidades perdemos al no cumplir con el número «ideal», aun cuando tengamos los conocimientos idóneos? ¿Acaso no nos sentimos discriminados cuando, con cierto tono sospechoso, nos preguntan qué edad tenemos?
El Decreto Ley 36/2021, modificativo de la Ley 105, De Seguridad Social, del 27 de diciembre de 2008, aprobado por el Consejo de Estado, favorece a los pensionados por edad, tanto a los que ya están trabajando como a los que después de esta aprobación decidan incorporarse. Así pueden cobrar la pensión y el salario completo de la plaza que ocupen.
Los jubilados que se reincorporen después de 45 años de trabajo y laboren cinco años más tendrán el derecho a que se le incremente en un dos por ciento la pensión por cada uno de esos años, y por consiguiente no estarán sujetos al límite del 90 por ciento.
Y esas bondades surgen, justamente, cuando el panorama demográfico en Cuba exhibe una tendencia creciente al envejecimiento y sería poco acertado subestimar, ignorar o infravalorar lo que los más experimentados pueden aportar todavía.
Quizá usted conozca historias de vida totalmente positivas, pero lo cierto es que aun a nivel institucional y personal abundan esas actitudes; las que, lamentablemente, traen consigo el edadismo autoinfligido, la autolimitación de las personas, que se convierten ellas mismas en el primer eslabón de autocensura, de baja autoestima, de autorrechazo.
El correo recibido por la hija demuestra respeto y sobre todo empatía. Desterrar el edadismo debe ser prioridad en una sociedad, en la que necesitamos de todos, con todas las fuerzas, sin importar la edad.