Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Bajo el paraguas estatal de lo diverso

Autor:

Nelson García Santos

Hay un detalle de los avatares de nuestro sistema de comercio y gastronomía que refleja la vuelta en do mayor de uno de sus principios, más allá del alza de los precios (Por favor, pase esa hoja, cuide su salud. ¿Coincidimos?). Hablo del auge del restablecimiento de esa máxima de que mientras más variedad de mercancías ofrezca un comerciante, más posibilidad de ventas le espera.

Que eso lo sabe hasta el bobo de Hatillo es correcto, pero, ¡cuidado! Acá en la geografía villaclareña hubo una etapa en que pulularon los espacios dedicados a especialidades de todo lo que se nos ocurrió: restaurantes solo para carne de cerdo, pollo, conejo, carnero, res… Merenderos para ofertar pan con jamón, o batidos, o refrescos de frutas específicas... En fin, que la monoventa se generalizó como innovación.

¿Que si fue malo o fue bueno? Aclaro este particular a los suspicaces, que los hay famosos acá y en otros lares: quizá lo peor estuvo en basar su diversidad en un decreto, sin respaldo de maestría culinaria para cada una de esas comidas que distinguiera el lugar, y sin beneficiarlos con la prioridad de los recursos. (¿Los otros establecimientos? Bien, gracias, les daban si sobraba, a ritmo de cachumbambé).

En definitiva, cualquier restaurante, sin desprenderse de una gama de ofertas, puede especializarse en una comida determinada y sugerir en la carta un plato específico de lo que considera su mejor y más prestigiosa cocinada.

Pero eso fue hace rato, y a casi todos aquellos proyectos se los llevó el tiempo. Ahora la moda es lo opuesto: le han entrado con furor a la diversificación sin límites. ¿Quién iba a imaginar una culta librería ofertando dulces, caramelos, chancletas, pulóveres... o una panadería vendiendo pasta de ajo, vinagre, sazones y otras mercancías propias de mercados y merenderos?

Claro, ese interés lo impulsa la realidad de la que hablamos al principio: mientras más venden, más salario cobran... aparte de la posible entrada extra que reciben esos vendedores si cuelan bajo el paragua estatal algunas mercancías de su propia inversión.

¡Difícil que se vayan en blanco en ese apartado si ese invento es más viejo que Matusalén! Si lo duda, pregunte a los inspectores, pudiera exclamar usted, lector respetable.

Sorpresivamente, este boom de que una sola unidad ofrezca mayor variedad de mercancías sobrevino cuando hay menos de casi todo. ¡Pero hay! ¡Y a saber el origen! Porque en Cuba o no llegamos, o nos pasamos... Así de sencillo.

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