Los jóvenes contemporáneos necesitan que sus concepciones éticas, políticas e ideológicas sean reforzadas con paradigmas que les conduzcan hacia un mundo mejor; un ideal que guíe la acción desde una perspectiva socializadora, y este modelo lo encontramos en Martí, cumbre del pensamiento ético y político en la Cuba del siglo XIX.
El Maestro fue vivo ejemplo de conciencia, de coherencia entre pensamiento y acción, caracterizado esencialmente por la negación del individualismo capitalista.
En el proceso de su madurez política e intelectual llegaría a asumir a toda la especie humana como la Patria, desde su concepto raigal del decoro y la dignidad. Sus dotes intelectuales, su dominio del problema cubano, su ética y sacrificio constante lo llevaron a convertirse en líder de masas, engendrador de unidad y confianza.
Cuando profundizamos en la vasta obra martiana, reafirmamos que este hombre de su tiempo comprendió la realidad histórica que le correspondió vivir: época de dominio de los imperios coloniales; de falta de soberanía nacional de los pueblos de América, Asia y África; de esclavitud. En esas circunstancias, Martí siente que servir es hacer, y que este servicio ha de hacerse con inteligencia y amor.
Su vida como un abrazo amoroso, sin condicionamientos: cabal expresión de una vida de existencia plena, algo que solo se concibe como sostén y búsqueda de las grandes aspiraciones colectivas. De sus escritos puede inferirse cómo la instrucción potencia el desarrollo del pensamiento, mientras que la educación forma sentimientos y valores como el amor, el patriotismo, el optimismo, que se fijan en la conciencia en forma racional y emocional, y guardan relación con la concepción del mundo y la percepción de este.
Ese legado martiano germinó en jóvenes de la primera década del siglo XX, martianos y revolucionarios antes de ser marxistas. Es la generación de Mella y Guiteras —conectados simbólicamente con Martí por Baliño—, que busca referentes para su lucha y encuentra en el ideario martiano la expresión de sus empeños de justicia. Que despertó la conciencia antimperialista y la lucha por la verdadera independencia de Cuba, y procuró hacer realidad el ideario martiano.
Durante la segunda mitad del siglo XX, en una República llena de oprobio y subordinación política, económica y cultural a Estados Unidos, resurgieron esos sentimientos de nacionalidad e identidad en la Generación del Centenario, guiada por Fidel Castro, que respondió al impulso martiano para cambiar el estado de injusticia imperante y crear una república independiente y realmente democrática.
En este siglo XXI, la formación de las nuevas generaciones debe estar sustentada en una sólida educación política, ideológica, estética, cultural, científica... y en una moral que privilegie el humanismo, el respeto, la dignidad humana, el bien de los demás.
Nadar por las ideas del Apóstol permite desarrollar ese pensamiento creador, profundo y reflexivo. Asimismo, su legado es necesario para interpretar las realidades del mundo y la nuestra. Su ideario de engrandecimiento y libertad inspira normas de conductas para los pueblos y para los individuos, pues en la creadora conjunción que en él se da, afloran más claros los valores humanos.
Martí concibió la libertad como realización de las posibilidades externas e internas del ser humano; su empleo íntegro y sagrado. Ese ser humano es su idea primera y última, por la que combatió y murió, para educarle en el ejercicio de la plena dignidad espiritual.
El pensamiento de Martí es, entonces, componente esencial de la ideología de la Revolución Cubana. Si marcó antes el camino a luchadores honestos por la liberación nacional y la constante revolución social, hoy sigue siendo necesario investigarlo, y promover la vida y obra de este cubano universal desde los primeros niveles de la enseñanza escolarizada y en los hogares, para formar hombres y mujeres de bien, continuadores de una obra sustentada en principios martianos, y en los marxistas y fidelistas, para la preservación y actualización de nuestro modelo económico y social socialista.
*Licenciada en Marxismo Leninismo e Historia, y presidenta del Movimiento Juvenil Martiano en Santiago de Cuba.