Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Se busca a Dago

Autor:

Roberto Díaz Martorell

Dago puede ser cualquiera. Se desconoce su edad, sexo, estatus social, tamaño, color de la piel, del pelo, de los ojos… lo único que se conoce de Dago es su indolencia y alta tendencia a la indisciplina.

También puede inferirse que es una persona con necesidad de mostrarse desde el anonimato, de los que «tiran la piedra y esconden la mano»; de los que prefieren destruir antes que preservar lo que otros crean, aun cuando sea para el disfrute del mismo Dago.

Otro dato interesante sobre la personalidad de Dago es que no fue de los aventajados en la escuela, posee una caligrafía terrible y obviamente no es dado a la apreciación de las artes, de lo contrario Dago no hubiera plasmado su nombre en uno de los murales que adornan el bulevar de Nueva Gerona.

Tampoco le gusta la historia, ya que esos pequeños murales ilustran con imágenes y texto lo que representó en la historia local cada lugar donde están emplazados, y ahora los visitantes de esa arteria pinera tendrán que sufrir la vejación al patrimonio que Dago cometió.

Es cierto que urge encontrar a Dago, pero también lo es que nuestra Constitución, en su capítulo VII, artículo 64, legisla que es deber de cada ciudadano cuidar la propiedad pública y social (…), observar las normas de convivencia socialista y cumplir los deberes cívicos y sociales.

Actitudes como las de Dago son penadas por la ley y existe un cuerpo de personas que deben velar porque cosas como estas no sucedan; sin embargo, tampoco están las 24 horas de guardia para garantizarlo y por lo general los vándalos siempre operan en horas de poco tránsito, realidad que debería sugerir otra planificación de custodia o instalar cámaras de seguridad, de ser posible.

Mientras tanto, lo más probable es que la pieza dañada se cambie o restaure. Eso tiene un costo económico y social, ya que durante ese proceso el espacio en el bulevar de Nueva Gerona quedará vacío, feo… costo que no pagará Dago.

De acuerdo con la actriz mexicana María Félix, «el artista crea, lo creado luego no le pertenece: pasa a ser patrimonio de quien lo entiende, que ojalá fuesen todos. En el acto de creación acaba la responsabilidad del artista, porque lo creado pasa a ser patrimonio y, por lo tanto, responsabilidad del pueblo».

Para nadie es secreto que cada obra que se emplaza en cualquier área pública se hace, además de para el disfrute popular, para contribuir a la conformación de valores culturales e identitarios de la nación y de la localidad, a partir de que tributan información necesaria para comunicar la historia.

Ahora las ciudades cabecera de todas las provincias, incluida la de este Municipio Especial, reciben la mirada de cientos de personas que viajan, observan, evalúan y comentan sobre la limpieza y opciones de recreación… ¿Qué pensarán de la «obra» de Dago? ¿Qué pensarán de la obra nuestra?

Lo más probable es que nunca conozcamos a Dago, es lógico. Sin embargo, prefiero pensar que sí es posible evitar que proliferen conductas como las de ese anónimo destructor y, al final, disfrutar de una ciudad bella, útil y agradable.

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