El año pasado un jurado de Miami declaró culpables a un agente deportivo y a un entrenador por contrabando de peloteros cubanos hacia Estados Unidos. Durante el juicio, varios jugadores fueron llamados en calidad de testigos y contaron cómo llegaron a territorio norteño.
Ambos convictos ganaron cerca de 20 millones de dólares por sus «servicios» en una red para sacar a los atletas de Cuba, radicarlos en un tercer país, gestionarles documentos falsos con los cuales poder solicitar la agencia libre y negociar entonces un acuerdo con alguna de las 30 organizaciones de la MLB.
Del monto acordado, un porcentaje elevado era para este tándem de delincuentes y otra cantidad quedaba también en manos de los grupos de traficantes humanos, asociados a carteles de la droga, que no tienen, según testimonios recogidos en estos años, ningún escrúpulo: amenazan con matar, retienen familiares y apelan a otros métodos típicos de la trata de personas para garantizar que la «mercancía» llegara en óptimas condiciones al mercado (Grandes Ligas) y que tras la rúbrica del pacto entre el equipo y el jugador, estos les embolsaran su parte.
Pero esa no ha sido la única ruta empleada por los traficantes de peloteros cubanos. Ha habido otras más largas, atravesando varios países hasta asentarse transitoriamente en República Dominicana, México o Haití, desde donde logran documentos de residencia y empleo, no pocas veces falsos, para presentarlos a la Oficina de Comisionado de la MLB.
Afortunadamente, esas historias no deberán repetirse con el histórico acuerdo de la MLB con la Federación Cubana de Béisbol (FCB). Nadie tendrá que comerse una hoja de un pasaporte ilegal en pleno vuelo hacia Miami, como hizo José Dariel Abreu, por temor a que detectaran el fraude.
Las noticias y el juicio de Miami sacaron a relucir una realidad muy preocupante y de alta repercusión: en el camino hacia la Gran Carpa jóvenes cubanos eran víctimas de tráfico de personas.
Aunque los atletas llegaran a Estados Unidos con sus papeles en regla, hay pruebas irrefutables y testimonios desgarradores que confirman que en el largo tránsito hacia allí no pocos habían sido sometidos a tratos inhumanos. Ellos y sus familiares.
En estos últimos años siempre que Robert Manfred, comisionado de la MLB, estuvo al alcance de los periodistas cubanos decía que ellos querían un arreglo para la contratación ordenada y segura de peloteros de la Isla.
La MLB, gracias a la licencia ejecutiva que le otorgaron, contribuye con este convenio a poner fin a esos delitos, fuente de lucro de organizaciones que actúan al margen de la ley para mover por corredores del continente lo mismo a personas que drogas.
Este es otro gran éxito del Acuerdo: su aporte por la vida de los peloteros cubanos que quieren jugar en la meca del béisbol.