Mayabeque es la provincia más joven del país, aunque solo por unas horas, ya que su hermana Artemisa nació en la mañana, y ella unas horas después, en la tarde del 9 de enero de 2011. Ambas surgieron por lógicos reordenamientos y búsquedas más racionales que han sobrevenido con los tiempos actuales.
En principio, el hecho de haber perdido el gentilicio de habaneros no agradó a muchos entre sus más de 370 000 habitantes, aunque con el tiempo la realidad, la vida misma, ha ido tomando otros matices. Si de algo no caben dudas es que esta región tiene una cultura y una identidad que la hacen única, y refuerzan ese toque auténtico que puede percibirse en sus paisajes, en sus lugares ataviados con aires campesinos y hasta en su gente.
Pese a que es el segundo territorio más pequeño en superficie del país y el de menor cantidad de pobladores, mi tierra posee un rico patrimonio histórico y se identifica como un bastión agrícola, industrial y científico, en el contexto de un país que se transforma y busca mayores asideros en su economía.
Sus costumbres afrocubanas, resultado de la mezcla sociocultural, han contribuido al proceso de formación de nuestra cubanidad, en el sentido folclórico más ancho de la palabra. Las fiestas yorubas en el barrio de Leguina, en Güines; el Palacio de los Orishas, en Madruga, y las exuberantes carrozas de las Charangas de Bejucal son algunas de esas expresiones.
Reconocidas en todo el país son las butifarras del Congo de Catalina de Güines, inmortalizadas con el son Échale Salsita, del Septeto de Ignacio Piñeiro, así como los tambores de Federico Arístides Soto Alejo, «Tata Güines», y la enraizada tradición repentística que aglutina a destacados poetas improvisadores como Angelito Valiente o Chanchito Pereira.
Mayabeque es la tierra del coronel del Ejército Libertador Juan Delgado, quien rescató el cadáver de Antonio Maceo y el de su ayudante «Panchito» Gómez Toro, en San Pedro, el 7 de diciembre de 1896. También nació aquí el ajedrecista Leinier Domínguez y el maestro de los danzoneros, Antonio María Romeu.
Fue el territorio de esta joven demarcación geográfica escenario del combate de Moralitos, el 19 de febrero de 1896, la única vez cuando lucharon juntas las tropas de Maceo y Máximo Gómez. Y décadas más tarde la finca Santa Elena, en el municipio de Nueva Paz, sería testigo de las prácticas de tiro de los asaltantes al Cuartel Moncada.
Cuatro años es poco tiempo, como también lo serán 30, para tener una identidad consolidada. Se trata de un proceso gradual, paulatino, que irá aceptándose cuando los mayabequenses comprendan que muchas de las soluciones a sus problemas están dentro de las fronteras de su territorio, mientras sean más efectivas las estructuras de Gobierno, mientras del trabajo colectivo salgan mejores frutos para todos y mientras la eficiencia y la racionalidad sean cada día premisas obligadas en la gestión de sus pobladores. Mayabeque está de cumple por estos días, y con su aniversario, andamos alegres todos los que habitamos esta tierra de gente laboriosa, romántica, visionaria.