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La única vía política de subsistencia humana

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Soy licenciado gracias a la Revolución Cubana, y gracias a ella conocí a Martí. No podía empezar de otra manera; aunque en ocasiones puede parecer cliché, esto tiene su explicación en la familiaridad acrítica en la que nos asumimos, a causa de la compleja cotidianidad y la exigencia constante de cambios visibles que queremos experimentar desde nuestra jerarquía motivacional y de necesidades inherentes a la personalidad de cada quien.

Por ello no podemos dejar inclinar la balanza, y con profunda conciencia y objetividad debemos seguir valorando las conquistas y privilegios de este sistema social que tanto admiramos distintos ciudadanos del mundo que hemos tenido la oportunidad de estudiar y vivir en Cuba, y a la vez conocer el proceso cubano.

Que si el transporte, el pollo por pescado, que si aquel estuvo o aquel se fue, que la cola, que si esto o lo otro, no son ajenos al análisis riguroso, pero siempre teniendo presente lo que somos —incluyéndome como cubano no nacido en Cuba— y sin perder de vista que son parte de las lógicas contradicciones que se dan en la puja por lograr un sistema equitativo, una verdadera redistribución de la riqueza, y con variables muy particulares a diferencia de otros sistemas, como lo es el bloqueo, con la estela de presión del feroz Gobierno norteamericano y sus aliados, del cual nuestro Apóstol nos advirtiera desde sus tiempos.

Seguimos en momentos decisivos, nunca dejarán de serlo para una patria que combate con fe y a pulmón por su soberanía y autodeterminación, que apuesta por ser cada día mejor, que está inmersa en el perfeccionamiento del socialismo, la única vía política de subsistencia humana, y que estoy seguro todos estamos dispuestos a defender, y para ello hace falta seguir dando el extra. ¡Sí¡, el extra, ese ejemplo de lucha inagotable que nos han mostrado los cubanos, el de un pueblo que a pesar de sus adversidades, sigue sobrepasando obstáculos, sigue cultivándose en las ideas, y que a pesar de sus carencias, ha logrado que la solidaridad sea su mayor premisa.

No es momento entonces de escepticismos ni de tirar la toalla, debemos confiar en nuestros dirigentes, seguir en cada uno de nuestros espacios aportando nuestra fuerza de trabajo y, claro está, involucrarnos en los diferentes espacios de debate, de construcción colectiva, de reflexión, como los de participación política que inician en nuestros propios CDR y pasan por los sindicatos y las organizaciones estudiantiles y de masas a las que pertenecemos y que esperan y siguen contando con nuestro decidido aporte.

Muchos no tenemos los bolsillos llenos y ese no es el saldo final, gozamos de seguridad, acceso a la salud, a la cultura y el deporte. No hay niño sin comer, y aunque eso es plenamente sabido, lo que no debe dejar de ser preponderante, además de lo anterior, es que todos los esfuerzos que se hacen en Cuba son para y por su pueblo, el cual tiene la decisión de impulsar este gran tren que renueva sus líneas y que no debe dejar de sentirse orgulloso de lo que ha logrado, y deseoso y exigente de lo que falta por lograr, mientras yo me seguiré levantando con Cuba y con Martí, porque quien lo hace, también se levantará para todos los tiempos.

* Colombiano, graduado de Psicología en Cuba

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