Desde tiempos remotos la frase «el cubano de a pie» gozaba de poca popularidad y cierta preocupación entre algunos directivos y acomodados jefes que desde sus autos miran el mundo pasar, al estilo del viejo tema de la cantante italiana Rita Pavone: «¡Desde mi alcoba veo a la gente pasar!».
En el caso de nuestro país, la gran diferencia estriba en que esta gente que ven pasar, o sea, el cubano de a pie, cada vez ha tenido que valerse más de su locomoción personal (entiéndase caminar) para resolver los complejos y cada vez más crecientes avatares de la vida.
Lo de «a pie» ha devenido en una «fórmula» de subsistencia que ya sobrepasa la problemática del transporte y se ha convertido en un modo de vida, que asimilamos de manera cotidiana, porque aparece en todos los momentos de nuestras vidas.
De pie hacemos las colas bajo el sol, de pie esperamos el transporte público, ya que pocas paradas tienen bancos para esperar tranquilamente como está estipulado. De pie hacemos todos los trámites burocráticos, porque la mayoría de las instituciones han quitado los asientos desde la Covid-19, en aras de evitar aglomeración, y nunca más se han vuelto a emplazar… y para no cansarlos, pues deben estar muy cansados de tanto andar a pie, nos encontramos que en el aeropuerto son muy escasas las butacas para despedirte, y casi ninguna para el recibimiento.
Aún así, mi amigo Floro me ha escrito para comentarme sobre una idea que combina el buen ejercicio de caminar con el de viajar. Algo que para el cubano puede ser interesante, porque si bien domina a la perfección el tema de caminar, tiene muchas asignaturas pendientes en lo que a viajar se refiere. Mi estimado cofrade me comunica:
«Estimado JAPE, quiero comunicarte que recientemente me he sumado a un club internacional llamado Millas y Salud, liderado por el amigo Mario Barros, que de manera virtual nos permite viajar por todo el mundo tan solo acumulando millas que marcan un recorrido por el continente americano. En dicho club hay miembros de diversas partes del mundo como Estados Unidos, Colombia, España, Paraguay… incluso, Cuba, donde los afiliados reportan las millas recorridas caminando, en bicicleta, patines, nadando… en fin, todas las formas de transportarnos de manera natural y que sean un ejercicio físico.
Lo cierto es que ya han recorrido cerca de 25 000 millas y más de una veintena de países. Solo restan unas 3 500 millas para completar el equivalente a la primera vuelta al planeta. Según pude ver en el mapa, este mes el recorrido virtual, luego de «pasear» por las Antillas Menores, atravesará nuestro archipiélago. Por eso te escribo para invitarte a formar parte de este club y reportar todas las millas que recorras, y que sería como hacer un viaje por toda la Isla, de oriente a occidente, sin gastar un centavo y llenándote de salud, porque como bien promueve este club: ¡La única ganadora es la salud!».
Estimado Floro, me alegra mucho que estés participando de esa experiencia y que de alguna manera conjugues tu rutina diaria en aras de mejorar tu salud, y «resolver» tus necesidades turísticas y de conocimiento geográfico. Quizá sea, por el momento, la mejor y única manera de conjugar tales aspiraciones humanas. Yo felicito a nuestro amigo común por esta genial idea que cuenta con muchos seguidores, clubes y proyectos en todo el mundo. Convoco a los cubanos que quieran hacerlo, reportar a este club sus millas recorridas cada día, eso sí, advierto a los organizadores, que, si mis compatriotas comienzan a reportar las millas que a diario recorren a pie o en bicicleta, ¡se van a cansar de darle la vuelta al mundo!