Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Otra forma de tortura en la Base Naval de Guantánamo

Autor:

Juana Carrasco Martín

Domingo, día para el placer y el descanso… al menos para buena parte del mundo, a no ser que se sea parte de los 925 millones de terrícolas que pasan hambre —según datos de la FAO—, o se viva en la Siria que desangran, en un ghetto palestino en Israel, en cualquiera de los puntos del planeta donde la guerra y la violencia están entronizadas, o esté encerrado, sin cargo alguno y desde hace años, en el campo de concentración de la ilegal Base Naval de Guantánamo (BNG).

Y de estos últimos se trata, pues el domingo el teniente coronel Samuel House —subvocero de la base— dijo que la mitad de los prisioneros en la BNG están en huelga de hambre y 16 de ellos son alimentados a la fuerza, una práctica descrita por no pocos como una forma de tortura.

De los 166 detenidos que aún permanecen encerrados, 84 persisten en la protesta contra su prisión indefinida, de por sí la crueldad mayor, y algunos han podido dar cuenta del procedimiento, que incluso ha condenado la Cruz Roja.

El diario británico Observer ha dicho que uno de los que está en esa huelga de hambre es Shaker Aamer, que lleva 11 años en prisión a pesar de ser uno de los 86 prisioneros que pueden ser liberados porque no se tienen pruebas contra ellos; sin embargo, sigue en la celda solitaria, aunque tiene la esperanza de que «no moriré en ese espantoso lugar. Yo quiero abrazar a mis hijos y verlos crecer. Pero si es el deseo de Dios que yo muera aquí, yo quiero morir con dignidad».

La solidaridad crece en el mundo para estos hombres sometidos esencialmente a numerosos abusos y formas de tortura, y en la semana que acaba de concluir se conoció que los guardias de la instalación dispararon municiones «no letales» a los prisioneros para disuadirlos de la huelga de hambre.

Desde el viernes los reporteros de prensa abandonaron la base, y House habló el domingo reportando que 17 están siendo alimentados por tubos a través de las fosas nasales o la boca, esposados a una silla de alimentación en la prisión y no en el hospital.

Samir Mukbel, uno de los 56 detenidos yemenitas en el campo de concentración de Guantánamo describió a su abogada que el procedimiento de alimentación es doloroso y violento, y no hay suministro de anestesia, ni sedantes para mitigarlo. Cuando le aplicaron la medida por primera vez a otro prisionero llamado Yousef, no pudo hablar por dos días y sentía como si tuviera un pedazo de metal dentro de sí, vomitaba sangre, y asegura que los soldados se burlaban de él y le decían: «Mira lo que te ha traído tu religión».

En el año 2006, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU declaró que la práctica empleada por las fuerzas armadas estadounidenses en el campo de prisioneros de Guantánamo era tortura… Sin embargo, la tortura mayor es esa detención indefinida, arbitraria, vengativa, contra un grupo que no tiene cargos, que autoridades judiciales han reconocido que deben ser liberados y a pesar de la promesa de un presidente que dijo desde su primera campaña electoral que cerraría el campo de concentración, pero cinco años después, lo mantiene.

Una vez más, Estados Unidos viola toda convención o ley internacional y echa a un lado los derechos humanos.

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