Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El tiempo es oro

Autor:

Heriberto Cardoso Milanés

Hay quien pierde su tiempo. Al fin y al cabo, es su tiempo, su problema… Pero abusar del tiempo de los demás no es derecho de nadie.

Sin embargo, lo cierto es que hay muchas personas que nos hacen perder el tiempo, ese recurso tan importante que a ninguno sobra.

Los ejemplos son incontables:

Quien nos hace esperar en la cola, mostrador, recepción u otro lugar, mientras conversa tranquilamente con alguna persona, saca cuentas para las cuales hay otros momentos, o simplemente se entretiene en cuestiones que no guardan relación con la atención eficiente a su trabajo.

El que no llega a su hora, haciendo esperar a los que estuvieron temprano.

El que convoca una reunión sin organizarla previamente, y esta dura el doble o el triple de lo que debía.

El que no va al grano y da vueltas en torno al asunto, sin acabar de plantearlo.

El que nos dice «venga mañana», y al día siguiente nos repite la misma fórmula.

Hay otros tipos de personas, pero que en esencia padecen del mismo mal. Son los que para todo «se toman su tiempo». Estos, aunque pudieran resolvernos con mayor agilidad, se preguntan «para qué apurarse», y acometen la tarea con su santa calma.

De unos y otros está lleno el camino de las gestiones que todos tenemos que hacer a diario, y que no pocas veces constituyen un esfuerzo infructuoso, ante tantos obstáculos que impiden que algo se concluya en el plazo mínimo que requiere para hacerse bien.

En el fondo, se trata de un problema de actitud ante el trabajo, ante los demás y ante la vida. Suele ser la evidencia de falta de interés por lo que se hace, de insensibilidad frente a las necesidades de otros, y de una filosofía, en fin, que en nada tiene que ver con la de quienes buscan la excelencia como meta de cada una de sus acciones.

Estos últimos, los que luchan por la excelencia, son también muchos. Son los que no duermen si tienen una tarea pendiente; los que acortan los plazos comprometidos sin afectar la calidad de lo que hacen; los que van y vienen con agilidad, para atender bien al cliente; los que invierten mucho de su tiempo en organizar una reunión, para ahorrar el de los que participarán en ella; los que siempre llegan primero; los que nunca dicen «venga mañana», si está en sus manos acabar hoy; los que no faltan…

Se ha dicho que los hombres y mujeres van por el mundo divididos en dos bandos. También para este tema vale esa idea. De un lado, los que piensan que «el tiempo es oro»; de otro, los que dilapidan el propio y el ajeno.

Pongamos el tiempo en el lugar que se merece: ¡el primero!

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