Remedando la frase de París bien vale una misa, que se dice pronunció Enrique IV al tener que abjurar al protestantismo y declararse católico para acceder al trono, los diez candidatos que se disputan este domingo 22 de abril la presidencia de Francia luchan a brazo partido por acceder al Palacio de Elíseo, una puja que se espera sea decidida definitivamente en segunda vuelta el 6 de mayo próximo. Las encuestas aseguran que ningún contendiente obtendrá ahora mayoría absoluta.
El actual presidente, Nicolas Sarkozy, elegido el 6 de mayo de 2007 con el 53,06 por ciento de los votos, está en la contienda en busca de la reelección y según las más recientes encuestas no aparece precisamente como el gran favorito, una línea lógica de pensamiento de los electores, considerando los problemas económicos que tienen a la tasa de crecimiento en un nivel bien moderado, el desempleo en tres millones de personas en medio de una altísima deuda pública, y una política exterior alineada a las impopulares guerras estadounidenses desde que en el año 2009, el propio Sarkozy decidiera reintegrar al país galo al comando militar de la OTAN, dándole las espaldas a la decisión de independencia del general Charles DeGaulle hace 43 años. Le llaman no pocos «el candidato americano» y dejan entrever en ello la posición alineada a Washington y sus aventuras bélicas.
En los comicios dominicales se le concede cierto grado de primacía al candidato del Partido Socialista, Francois Hollande, y se estima que será entre este y el derechista Sarkozy la pelea final. De acuerdo a cuatro de las cinco encuestas tomadas en consideración en las últimas 24 horas, Hollande lograría hasta un 30 por ciento de los sufragios, y el quinto sondeo lo empata con Sarkozy en posibilidad de voto; pero todos consideran que de ser entre esa pareja el duelo final, Hollande se alzaría con la presidencia hasta con el 57 por ciento de los votos.
En época de crisis, y no hay dudas de que estos son tiempos muy difíciles, la tendencia es siempre el voto de castigo contra quienes tienen las riendas en sus manos y no supieron llevar el carruaje por buen camino… De ahí que no pocos analistas piensen que Sarkozy tiene sus días contados.
Hasta Marine Le Pen, una de los tres aspirantes que tienen cierta ventaja de votos que les permitirían hacer alianzas para la segunda vuelta, dijo sobre Sarkozy que era «votar por alguien que ya se ha ido». La candidata del Frente Nacional de la ultraderecha francesa que fundó y heredó de su padre, Jean-Marie Le Pen, ahora se avergonzó de una reciente «broma nazi» de su predecesor a costa de Nicolas Sarkozy (NS y Nacionalsocialismo, el movimiento de Hitler). Jean Marie Le Pen, quien aspiró en cinco oportunidades a la presidencia, incluso fue condenado varias veces por sus comentarios sobre judíos y musulmanes y sus incitaciones al odio racial.
Los otros dos aspirantes son Jean-Luc Mélenchon, candidato del Frente de Izquierda, integrado por el Partido Comunista y su propio movimiento, el Partido de Izquierda; y el centrista Franois Bayrou.
Las boletas de los comicios de este domingo se completan con Eva Joly, candidata de los ecologistas; la profesora Natalie Artaud, del partido Lucha Obrera; el obrero automovilístico Philippe Poutou, del Nuevo Partido Anticapitalista; el diputado de la derecha Nicolas Dupont-Aignan, por el pequeño partido Arriba la República; y el declarado «gaullista de izquierda» Jacques Cheminade, por Solidaridad y Progreso.
En este contexto, la Comisión de Sondeos advirtió a los medios de comunicación y a los centros de opinión que deben mantener «secretos» los resultados hasta que cierre el último de los colegios electorales a las seis de la tarde, hora local de ese país europeo, y existe la polémica sobre la medida porque casi será imposible que logren acallar a Internet, donde las páginas digitales de medios extranjeros sí podrán hacerlo y parecen dispuestos a colgar los resultados de sondeos a pie de urna, una práctica que muchos estiman de manipulación.
El domingo los franceses dirán su primera palabra, probablemente el 6 de mayo, sea la segunda y definitiva… luego será el lapso quinquenal donde se cumplirán o incumplirán promesas electorales, y al que el país y el Viejo Continente entran con no muy buenos augurios.