Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Omnipresente madre

Autor:

Juan Morales Agüero

Dice uno madre y lo entrañable del término cala profundo en el cariño. Repite uno madre, o lo musita, o lo vocifera, y la poesía de la evocación se devela en el entorno. Sucede como si el simple hecho de nombrarla trocase en mejor lo bueno y en perfecto lo mejor.

Para pregonar su grandeza no basta el devenir del segundo domingo de mayo. Si de homenaje se trata, habría que ofrecérselo cada amanecer; si de auténtico regalo, habría que ofrendarle la propiedad del calendario. Ella se encargaría de convertirlos en trascendentes.

La huella de su presencia está esculpida en el recuerdo. Se remonta a la época del andar vacilante y del incipiente balbuceo; a la etapa de la travesura precoz y del consecuente correctivo; al periodo del debut escolar y la paráfrasis salgariana.

Cierro los ojos: Levántate, que se hace tarde para la escuela… Cepíllate bien los dientes… Ven para que desayunes… Arréglate la camisa… ¿Ya cogiste las libretas?... No te ensucies la ropa… Ahí está el cartucho con la merienda… No te entretengas por el camino… ¿Hoy tienes clases por la tarde?... ¡Pero dale, muchacho, que te van a regañar!...

Ningún consejo como el de ella, con categoría de premonición. En los instantes más difíciles sabe como nadie extraer, desde el fondo de la tristeza, el resplandor de una sonrisa. Y no hay regalo de más valor para quienes la queremos que el destello feliz de su mirada. La blanda dureza de un regaño suyo nos hizo —¿nos hace?— cada día mejores.

Mi recuerdo remonta vuelo de nuevo hacia al pasado: No te conviene esa amistad… Ya te lavé la ropa que querías… ¡Se te enfría el almuerzoooo!... ¿Vas por fin a la fiesta esta noche?... No tomes mucho y ven temprano… Tu pase se termina mañana… ¡No dejes la ropa regada, chico!...  Hoy voy a cocinar de lo que a ti te gusta… Escríbeme o mándame un telegrama tan pronto llegues…

Te sorprende la senectud, y el entusiasmo, lejos de mermar, se multiplica. ¡Qué resistencia la tuya, mami! Sigues madrugando la mañana, presta siempre a servir. Así hoy y la víspera; así cada hora, cada instante, atenta a esto, a aquello… ¡Qué entereza! ¡Cuántos detalles enormes sublimizan tu existencia! Y tú ahí, inmutable…

Recuerda la guardia esta noche… Apúrate, que al trabajo hay que llegar temprano… ¡No tienes que regalarme nada, mi´jo!... No me gusta ni la pechuga ni el muslo del pollo, así que cómetelos… ¿Cuándo me vas a limpiar el patio?... Aquí están los periódicos de hoy… ¿Por qué te pusiste las mismas medias de ayer?... Tómate ahora esta aspirina…

Este domingo es el Día de las Madres. Es tuyo hoy, mañana y siempre. Y cuando los besos comiencen a estallar en tus mejillas. Y cuando las postales de felicitación te recuerden que no eres anónima, piensa que eres tú quien lo inspira y lo motiva, omnipresente madre…

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