Hay «asaltos» que se agradecen. La afirmación parecería disparatada si se mira desde la concepción tradicional, pero, mientras se recorre por estos días la Autopista Nacional y la Carretera Central, «asaltan», intempestivas, sus derivaciones idiomáticas encomiables: irrupción, acometimiento, penetración…
Quien emprende un recorrido por esas vías, siente que la «arquitectura» económica actualizada a la que apuesta Cuba se dibuja en esa secuencia de pequeños y criollísimos ranchos, y en esas personas de todos los géneros y colores que irrumpen a la conquista comercial de los viajeros.
Nadie dude que desde los filos de las carreteras y caminos y las líneas ferroviarias se descubren las más íntimas profundidades de cualquier nación. La opacidad o el esplendor de los campos y los pueblos que desfilan ante los ojos del viajero son como un «somatón» perfecto de su estado de salud.
No por casualidad el ímpetu actualizador de la Revolución tuvo entre sus primeros aldabonazos la crítica descripción sobre la abundancia de marabú en las márgenes de nuestros caminos, realizada por el General de Ejército Raúl Castro.
Estimula entonces apreciar que las energías antes ocultas o subrepticias del país comienzan a mostrarse sin vergüenza ni atavismos. También, que las diversas fuerzas materiales con las que deberá contar la reactivación económica empiecen a reencontrarse armoniosamente con sus fuerzas morales, como las llamaría José Ingenieros, uno de los primeros y grandes marxistas latinoamericanos.
La plataforma que proponen los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, que enriquecerán los debates públicos actuales, abren el espacio ideológico idóneo para conciliar los intereses de la nación con las más diversas formas de encauzarlos, ya sea desde la iniciativa de propiedad estatal, cooperativa, familiar e individual.
Uno de los grandes desafíos de Cuba es actualizar una economía de vocación liberadora, social y solidaria, sin apostar a la preponderancia hegemónica de la propiedad estatal. Para ello, los mencionados Lineamientos establecen dejar atrás los esquematismos, dogmas o distorsiones que entorpecieron el camino del período de tránsito hacia el socialismo.
La pretensión de que en pocos años casi la mitad del Producto Interno Bruto del país provenga de la gestión de las formas no estatales es una de las proposiciones estructurales más audaces del actual proceso actualizador, y de las que demandarán profundos cambios en las concepciones económicas e ideológicas.
Una de sus insoslayables implicaciones teóricas y prácticas será la de cambiar radicalmente los conceptos de la planificación, principio que rescata y asume como esencial la actualización socialista, para que puedan converger en ella sin traumas ni rupturas todas las formas económicas.
Incluyendo esas que empiezan a dar mejor filo a la Autopista Nacional y la Carretera Central, y que nos señalan las desafiantes, aunque prometedoras vías que el país tendrá que recorrer.