El verano se desliza sin protocolo en el hogar para aplacarle el estrés al acontecer cotidiano. Por obra y gracia de su irresistible carisma y poder de seducción, la familia cubana echa a un lado sus apremios de circunstancias para caer rendida en los brazos de este período anual bailador, caluroso y bullanguero como ninguno.
Una opción tentadora por estos días es desplazarse hasta la playa o hasta la base de campismo más próxima, ligeritos de ropa, alegres de espíritu y colmados de expectativas. No hay como un buen chapuzón para mitigar estas temperaturas que en el estío que corre amenazan con elevar la columna de mercurio hasta registros inimaginables.
Otros tienen proyectos más sedentarios aunque no menos atractivos. En materia televisiva, soldarse al sillón de la sala a disfrutar de las películas o aguardar por el Campeonato Mundial de Atletismo que ya está al doblar de la esquina. También sentarse en el portal a echar un parrafito con el vecino mientras sorben un daiquirí casero.
Hay quien prefiere algo más emocionante. Como convocar de urgencia a un grupo de amigos y halar una mesa con cuatro banquitos hasta el algarrobo de la esquina para vociferar a voz en cuello con un doble seis ahorcado o un tres de copas muerto. Sí, el dominó y las cartas hacen buenas migas con esta estación que achicharra y complace.
Tal vez por razones de generación, seguramente muchos jóvenes de uno y otro sexo se sentirán más motivados por regalarse una noche de reguetón en la discoteca que por apreciar el último filme de Almodóvar. Se trata de una cuestión de legítimas preferencias que incluye, como es tradición, playa, piscina, paseos y modas.
Los fiñes de la casa apenas se dan por enterados de estas modalidades veraniegas con marcada fragancia a vacaciones. Ellos invaden en masa los solares cercanos para imitar en sus juegos a sus deportistas predilectos. Máxime en esta temporada donde disciplinas como voleibol, béisbol, fútbol y atletismo han dado tantos alegrones.
Mientras tanto, nuestras mujeres se imponen a su doble jornada para colocarse a la altura de las circunstancias. Muchas de ellas —después del trabajo, las cazuelas, la escoba y la guardia— se arreglan coquetamente las uñas, el pelo y hasta el alma para que el verano las encuentre atractivas y dedique en su honor un cálido piropo.
En fin, termino como comencé: El verano se desliza sin protocolo en el hogar para aplacarle el estrés al acontecer cotidiano. Por obra y gracia de su irresistible carisma y poder de seducción, la familia cubana echa a un lado sus apremios de circunstancia para caer rendida en los brazos de este período anual bailador, caluroso y bullanguero como ninguno. ¡Enhorabuena!