Tal vez el espacio no me alcance ahora para demostrar geométricamente cómo se puede circular el cuadrado o cuadricular el círculo; bastaría, sin embargo, para recomendar la lectura de un libro que intenta forzar una de estas figuras: La cuadratura del círculo se titula esta colección de reportajes que la editorial Abril, juntamente con JR, publicó y presentó en la reciente Feria del Libro.
Bajo el epígrafe de Periodismo incómodo, este volumen de casi 300 páginas recoge reportajes publicados en este diario en los últimos tiempos, con una característica primordial: son textos que indagan en situaciones conflictivas, mediante un periodismo que se moja los pies y se echa al torrente de los problemas que afectan a nuestra sociedad.
La cuadratura del círculo demuestra que no todo el periodismo cubano es gris, inexpresivo, complaciente, propagandístico. Cuanto leeremos, o releeremos, en estas páginas nos delinea una verdad: cuando el periodismo se ejerce agudamente, acompañado por la responsabilidad, pueden ofrecerse páginas sugerentes y avizoras. Páginas que se erigen en un alerta, en un instrumento para colaborar en el mejoramiento de la obra de la Revolución. Si la prensa se aplicara solo a elogiar o a reportar acríticamente eventos y reuniones, nuestra sociedad carecería de un arma estratégica. Porque qué les sucede a los organismos vivos si no sudan, si no expulsan sus toxinas.
Ahora, desde el pasado día dos vivimos la jornada de la prensa, centrada en el centenario de Enrique de la Osa, periodista cuyo apellido es también el imperativo de osar. Este lapso de homenajes nos regala la ocasión para continuar reflexionado sobre las diferencias entre el peligro y sus fantasmas, entre la audacia y la rigidez, la comodidad del «dulce no hacer nada» y el progreso.
Hemos de tener en cuenta, inevitablemente, el signo de la actualidad. El momento presente nos entrega las urgencias de lo definitorio, aunque qué momento en Cuba, en los últimos 50 años, no ha estado calimbado por la estrella de lo urgente y de lo que parece sellar el tiempo con lo definitivo e irrevocable. Cuándo no nos hemos estado jugando —al decir de un poeta— lo que habrá de suceder mañana.
Pero para avanzar en la historia, los riesgos del camino no justifican el que nos quedemos en la orilla. Es decir, hablando claramente, para salvar la Revolución, para organizar una sociedad socialista que sea una eficiente y efectiva alternativa al capitalismo, habrá que asumir y afrontar peligros. Los verdaderos peligros, no los que una imaginación sobrecogida o confundida pueda inventar.
Ello toca también a los que ejercemos el periodismo y a cuantos nos leen y nos oyen y ven, o dirigen u orientan los medios. Convenzámonos de que cuanto se dice, se defiende, se sostiene, se informa en la prensa, es tan básico para el país como el arado o el torno, como la escuela o el discurso, o como el fusil que, en circunstancia extrema, nos ayuda a preservar la independencia y nuestros sueños de igualdad, libertad y solidaridad.
En consonancia con estos días, en particular con el 14 de marzo, Día de la Prensa, fecha de fundación del periódico del Partido Revolucionario Cubano, el libro de reportajes de JR, al intentar cuadricular el círculo, nos enseña que, luego de trazada la geometría del compromiso y la responsabilidad, lo que ha sido escrito y publicado en vez de agrietar nuestra unidad, la preserva del deterioro. Decir hoy algo más en este espacio, parecería redundante.