Este miércoles hubo una advertencia de Henry Paulson, secretario del Tesoro del gobierno de George W. Bush y ex presidente de Goldman Sachs —una de las más grandes y poderosas entidades financieras de Estados Unidos, ahora en «quiebra», pero de seguro con una buena porción de los 850 000 millones de dólares de «rescate» para su haber.
Se deben prever eventuales quiebras de otras instituciones financieras en Estados Unidos a pesar de la entrada en vigor el viernes de su plan de salvataje, dijo. ¿Tendrá que pedir un apretón más a los cinturones de los contribuyentes, los hombres y mujeres comunes, y trabajadores de EE.UU., para tirar nuevos flotadores a los multimillonarios?
No son pocos los que miran con el recelo que merece a Paulson apuntalando «su empresa», y mucho más cuando trasciende una felonía más a punto de ejecutarse. El diario The Washington Post informó que el Departamento del Tesoro apelará a una autoridad especial para emplear a contratistas y asesores profesionales, así que algunos de los consorcios culpables de la crisis financiera pueden convertirse en las empresas que ayudarán a dirigir los dineros que les otorgó Bush y el Congreso.
El descaro y la falta de vergüenza son inauditos. Los ladrones recibirán un sueldo por vigilar la caja fuerte.
Taxpayers for Common Sense (Contribuyentes por el Sentido Común) hace un alerta-recordatorio: en la década de los 80, cuando también ocurrió una crisis de ahorro y préstamos, a los negocios privados de ese sector se les dio igual tarea y al final hubo «pagos ilimitados al sector privado y reprimendas del Congreso y de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental».
Pero ahí no para la desfachatez. Hoy se supo también de una catástrofe mayor y otra grosería sin paralelo.
Primero, la calamidad que hace aumentar las tribulaciones de la gente: un análisis del Congreso asegura que la caída de los mercados de valores ha provocado la pérdida de aproximadamente 2 000 millones de dólares en los ahorros de retiro durante los últimos 15 meses. El sitio web y programa radial Democracy Now explicaba que la desaparición de esos ahorros para retiro, que afectan al 20 por ciento de estos, podría obligar a muchos trabajadores a prolongar sus años de trabajo y a reducir los gastos personales.
Luego, el descomedimiento insolente: ejecutivos de la gigante hipotecaria AIG, una de las que está en «crisis» justo después de recibir esa empresa el mes pasado una ayuda por 85 000 millones de dólares —que por supuesto salieron de los bolsillos de los contribuyentes, de esos mismos que ahora se quedarán sin ahorros para el retiro—, repito, ejecutivos de AIG pasaron una semana en un complejo turístico de lujo donde se gastaron 440 000 dólares.
Estos son los detalles dados a conocer por el congresista Elijah Cummings, demócrata del estado de Maryland, quien solicitó copias de las facturas al complejo hotelero: en alojamiento utilizaron 200 000 dólares, otros 150 000 para comidas y 23 000 en costos de spa.
¿Que no sabe qué es un spa?, pues así se denominan los gimnasios de servicios reparadores, vigorizantes, incrementadores de la salud, cuyo nombre proviene de los famosos manantiales de aguas minerales en Spa, Bélgica. En este caso pudiéramos convertirlo en siglas y darle esta denominación: Socarronería, Perfidia y Avaricia.