A su esposo e hijo les dejó una nota explicativa de su drástica y dolorosa decisión: con su muerte podrían cobrar el seguro de vida y pagar las deudas. Sabedora, al parecer, de los vericuetos legales que estrangulan a los desventurados sin plata, la señora envió un fax a la financiera con la que estaban empeñados, anunciándoles que moriría antes de que la empresa hiciera valer la hipoteca.
Foto: Reuters Precisamente un día antes de esta tragedia personal, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, utilizando el término turbulencia del mercado, para no emplear la palabra crisis, alertó que esta tomará más tiempo del esperado y que seguirá bajo presión hasta que termine la desaceleración en el sector inmobiliario. Dijo más, que el estado de salud de esas empresas financieras es primordial para que se pueda recuperar la economía estadounidense.
«Nuestros mercados no avanzarán en una línea recta y deberíamos esperar tropiezos adicionales en el camino», dijo durante una conferencia, donde salió en defensa de los dos gigantes financieros que más recientemente han entrado en la lista con problemas, la Fannie Mae y el Freddie Mac, a los que apoya el gobierno de George W. Bush para que puedan salir «de la incertidumbre», dijo Paulson, y puedan «financiar hipotecas».
Para la Carlenne Balderrama no había más préstamos, tendría que salir de su hogar y terminó perdiendo la vida, ese fue su préstamo a la familia, sin intereses y por la eternidad, aunque no se sabe si dio solución real a los problemas de los suyos...
Sin embargo, Bush emprendió resuelto el salvamento del capital, dándoles a las dos empresas financieras un mayor acceso a préstamos del Gobierno, que además está listo para comprar acciones de ambas compañías si fuera necesario.
Es un mundo con dos caras, como las máscaras del teatro, una de tragedia que le pusieron a Carlenne y otra de comedia para Freddie y Fannie.