COMERSE un aguacate cuesta caro.
Tal fue la conclusión a la que llegaron los aguacatólogos en su más reciente cumbre. El foro centró sus deliberaciones en los posibles orígenes de tal carestía y su repercusión económica, social y cultural.
Los primeros en hablar fueron los ecologistas. Ellos abordaron los probables nexos entre el efecto invernadero y el valor cada vez más alto del fruto rey de las ensaladas cubanas durante julio y agosto.
Pero más allá de la abertura de la capa de ozono y sus consecuencias, los debates giraron hacia los elevados fletes de las partidas que compran los intermediarios en las plantaciones del desierto de Sahara, junto a las que se adquieren en los bosques de aguacate en Groenlandia.
Una sabia medida expuesta por los representantes del Mercado Agropecuario de Tulipán (que nada tiene que ver con la famosa flor y mucho menos con Holanda y el Tulipán Negro), fue no comprarles boletos en primera clase a la hora de transportarlos por vía aérea...
Más interesante aún fue la propuesta de los delegados del de la Virgen del Camino en torno a la necesidad de darle mayor vigencia al viejo refrán que dice que «quien tiene un amigo tiene un central», actualizándolo como: «quien tiene una mata de aguacate tiene un dineral», en atención a quienes ya tienen vendidas las producciones de sus aguacatales por un quinquenio pese a los pronósticos de temporadas ciclónicas más devastadoras. Claro, aquí primó el principio de «¡Lo mío primero!».
No obstante, se hizo énfasis en que el precio del susodicho producto perecedero está sirviendo de medida cambiaria, tal como sucede con la libra de carne de puerco, en el mundo bursátil del mercado agropecuario de 19 y 42, en Playa.
Referentes internacionales llegados a la mencionada reunión indican que en la Bolsa de Nueva York se evalúa la pronta introducción de ese fruto como índice bursátil al mismo nivel del Nasdaq y el Dow Jones.
Gran preocupación causó la noticia de que la CIA había descubierto un complot de Al Qaeda para derribar aviones mediante la ingestión de aguacate en pleno vuelo; de ahí que las autoridades de seguridad de Estados Unidos y Gran Bretaña prohibieran su presencia en los aviones de pasajeros, en especial los que cubren las rutas entre ambos países. Esta situación, claro está, podría influir también en el aumento de la cotización del explosivo alimento.
Por su parte, el representante de la OPEP en la cita informó la probabilidad de alcanzar la paridad entre el precio del barril de petróleo y un quintal de aguacate.
Desde otra perspectiva, un renombrado historiador británico reveló que la Reina Isabel no solo bailó el danzón, sino también ingería esta delicatessen antes de danzar nuestro baile nacional. Es decir, un toque de notoriedad que acentúa el valor de tan tropical mercancía que llegó a cultivarse en los invernaderos de la Casa Real.
Y un musicólogo sugirió que como mismo el célebre cha, cha, chá de Jorrín, El bodeguero, en su estribillo proclama: «toma chocolate, paga lo que debes», debería renovarse esa demanda con sonoridades más actuales, mediante un ritmo fusión o reguetón, por otro que diga, «si comes aguacate, pues paga lo que debes».
Los participantes mostraron su incertidumbre acerca de si el indio Hatuey trajo la cerveza que lleva su nombre o la semilla del prodigioso fruto a las feraces tierras cubanas; pero el carácter precolombino del exquisito alimento veraniego sí quedó claro al ratificar la autenticidad histórica de la frase del Gran Almirante Cristóbal Colón, cuando al llegar a una tarima del mercado agropecuario aborigen de 19 y B, en el Vedado, exclamó: «¡Este es el aguacate más caro que ojos humanos vieron!».
Muy importante. Los aguacatólogos aprobaron por unanimidad la siguiente recomendación: Cuando usted vaya a degustar un aguacate no piense que se lleva a la boca un lingote de oro. ¡Puede perder los dientes!