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Palestina protagoniza la 80ª Asamblea General de la ONU

Un clamor de Justicia inconclusa, de impostergable solución a la larga agonía y el martirio de un pueblo al borde de la desaparición, que clama por su derecho a vivir, invade el salón plenario de la 80ª Asamblea General de la ONU

Autor:

Leonel Nodal

 

Hay una pequeña nación que se desangra, víctima de una sistemática operación de exterminio, a la que se castiga y elimina con todas las armas más mortíferas, incluyendo la nefasta inteligencia artificial, que apenas dejan oir los llantos y gritos de las quemaduras, los últimos gemidos de la muerte por inanición.

Apenas son audibles en el confortable plenario neoyorquino de fresca atmósfera creada por el aire acondicionado. La distancia del escenario donde en esos momentos ocurren los asesinatos no deja escuchar (si alguien quisiera oír) el fragor de los bombardeos aéreos y el vuelo rasante de los drones y los cohetes teledirigidos, los estallidos de los domicilios que revientan y vuelan en pedazos con todos sus habitantes aferrados a sus padres, madres, hijos, hijas, ancianos, familias enteras diezmadas.

Sin embargo, tanto se ha repetido en las pantallas de las redes audiovisuales, que al parecer los oradores por fin se tomaron en serio el asunto a debate y ahora algunas palabras y reclamos resuenan como cohetes.

El anfitrión de la Asamblea, el Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres, con nueve años ya en el cargo, de entrada hace un llamado a fortalecer el multilateralismo y posicionar a la ONU como una «brújula moral» que pueda aliviar las innumerables crisis que enfrenta el mundo.

Antes de abordar la situación Palestina, y en particular en Gaza, Guterres advierte que «las naciones soberanas están siendo invadidas, el hambre se está utilizando como arma y la verdad se está silenciando».

Sobre Gaza, Guterres dice que los «horrores» son resultado de decisiones que «desafían la humanidad básica».

«La magnitud de la muerte y la destrucción supera a la de cualquier otro conflicto ocurrido en mis años como secretario general», afirma con amargura en el rostro.

Guterres planteó el caso de la Corte Internacional de Justicia sobre el genocidio de Israel en Gaza y las medidas jurídicamente vinculantes que ha emitido el tribunal, diciendo que deben implementarse «total e inmediatamente», ante un aplauso de la sala.

Es un asunto ya resuelto por la Corte, que no se debe seguir aplazando. Por ejemplo, Israel, el ocupante, debía estar desmantelando todas las colonias judías implantadas en Cisjordania.

 Nada puede justificar los horribles ataques de Hamás del 7 de octubre, dice Guterres. Y nada puede justificar el castigo colectivo del pueblo palestino y la destrucción sistemática de Gaza. Sabemos —afirma— lo que se necesita: un alto el fuego permanente, ya. Liberación de todos los rehenes, ya. Acceso humanitario pleno, ya.

Guterres reafirmó luego que una solución de dos Estados en Palestina era la única respuesta viable para una paz sostenible en Oriente Medio y advirtió sobre la creciente expansión de los colonos israelíes y la «amenaza inminente de anexión», en alusión a las amenazas de Israel de anexar la Cisjordania ocupada.

Siguiendo la tradición ya establecida, Brasil fue el primer país en dirigirse a los líderes mundiales en la Asamblea General.«Una bendición para el pueblo palestino y la razón, porque su posición se ajusta a la verdad y la justicia.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva puso a Palestina en el centro de su argumento de que el multilateralismo y los principios fundadores de la ONU «están amenazados como nunca antes»- «Asistimos a la consolidación de un orden internacional marcado por constantes concesiones a los juegos de poder», afirmó. «Los ataques a la soberanía, las sanciones arbitrarias y las intervenciones unilaterales se están convirtiendo en la norma».

En Gaza, dijo, «podemos ver que el derecho internacional humanitario y el mito del excepcionalismo ético de Occidente están siendo enterrados».

«Nada, absolutamente nada, justifica el genocidio en curso en Gaza», dijo Lula, añadiendo que «esta masacre no habría ocurrido sin la complicidad de quienes podrían haberla evitado», en un ataque al apoyo de Estados Unidos a la guerra de Israel.

Lula criticó la decisión del gobierno del presidente estadounidense Donald Trump de prohibir al presidente palestino, Mahmoud Abbas, asistir a la Asamblea General.

«El pueblo palestino corre el riesgo de desaparecer», afirmó. «Solo sobrevivirá con un Estado independiente integrado en la comunidad internacional».

Lula también advirtió sobre las incursiones militares de Israel fuera de Gaza y Cisjordania ocupada. «La propagación de este conflicto al Líbano, Siria, Irán y Qatar está alimentando una acumulación de armamentos sin precedentes», afirmó.

Después vendría el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien habló durante casi una hora —violando el tiempo previsto de 15 minutos— para autoelogiarse y ofender a diestra y siniestra. En cuanto a la guerra genocida de Israel en Gaza, pasó por alto todo lo dicho por Guterres y lo dispuesto por la Corte Internacional de Justicia, al final como socio y cómplice del Estado sionista.

Pese a que desde antes de asumir la presidencia Trump se había comprometido a hacer realidad un alto el fuego, su política ha sido de total apoyo a Israel, matizado por algunas expresiones críticas, de escaso o ningún efecto práctico.

«Tenemos que detener la guerra en Gaza de inmediato», dijo Trump. «Tenemos que detenerla. Tenemos que lograrlo. Tenemos que negociar de inmediato. Tenemos que negociar la paz. Tenemos que recuperar a los rehenes. Queremos que los 20 regresen», dijo, refiriéndose a los que se cree que siguen vivos en Gaza. Pero —argumentó— el obstáculo es que «Hamas ha rechazado repetidamente ofertas razonables para hacer la paz», a pesar de que el Movimiento de Resistencia aceptó múltiples propuestas de alto el fuego presentadas por las administraciones de Biden y Trump, que Israel se esmeró en incumplir o rechazar.

En la tarde de esta misma jornada, Trump se reunió con algunos líderes árabes y musulmanes, al margen de la Asamblea General de la ONU, para discutir el futuro de Gaza después de la guerra. «Creo que podremos lograrlo. Este es el grupo que puede hacerlo», dijo Trump mientras se reunía con varios líderes, entre ellos el emir catarí Sheikh Tamim y el presidente turco Recept Tayibb Erdogan.

«Esta es mi reunión más importante», dijo Trump, añadiendo que era de suma importancia negociar la liberación de los cautivos en Israel.

Según reportó el diario Middle East Eye, el Emir de Qatar, el Jeque Tamim, dijo: «La única razón por la que estamos aquí es para detener la guerra y traer de vuelta a los rehenes, y contamos con usted y su liderazgo también para poner fin a esta guerra y ayudar al pueblo de Gaza».

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, informó a la prensa el lunes que Trump mantendría una reunión multilateral con Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Egipto, Jordania, Turquía, Indonesia y Pakistán. Una persona familiarizada con el asunto indicó que se hablaría sobre Gaza.

Durante la reunión, se dijo, Trump y el enviado de la Casa Blanca para Oriente Medio, Steve Witkoff, se proponían revelar un plan estadounidense para la gestión de Gaza en la posguerra.

Washington, según trascendió, quiere que los países árabes y musulmanes acepten enviar fuerzas militares a Gaza para permitir la retirada de Israel y asegurar la financiación para los programas de transición y reconstrucción.

Es evidente, que a Trump poco le importa lo que pasará con la población Palestina de Gaza y Cisjordania, excepto la posibilidad de desarrollar un negocio de explotación del gas y otra recursos naturales de la Franja, por lo que poco o nada pueden esperar.

La displicencia de Trump respecto a la ONU es la mayor prueba.

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