La CIA y sus «joyas» al descubierto (II) Autor: Juventud Rebelde Publicado: 29/03/2025 | 08:54 pm
Con gran montaje propagandístico, el presidente Donald Trump ordenó develar documentos de muy diverso tipo relacionados con el asesinato del presidente John F. Kennedy, ocurrido el 22 de noviembre de 1963, en la ciudad texana de Dallas. Secretos bien guardados, y muchas preguntas sin respuestas durante décadas, propiciaron más de una teoría, avaladas en buena parte porque el supuesto asesino solitario, Lee Harvey Oswald, fue ultimado a su vez, dos días después, por Jack Ruby, quien aparentemente también actuó solo. Y la lista de personas vinculadas con aquel acontecimiento, se llenó de fallecidos tempranamente o en circunstancias misteriosas, mientras no pocas de esas conjeturas apuntaban a la CIA, al FBI, a la mafia, a sectores del poder…
Ello contribuyó a que la versión oficial de la Comisión Warren, creada el 29 de noviembre de 1963 por Lyndon B. Johnson, el sucesor de Kennedy, para dilucidar el asesinato no fuera creída por una buena parte de los estadounidenses. Una encuesta Gallup a 60 años del magnicidio, en 2023, mostró que el 63 por ciento de los estadounidenses no admitía la conclusión de la Comisión Warren. Es más, 20 por ciento de los encuestados consideraron que Oswald conspiró con el Gobierno de EE. UU. para matar a Kennedy y el 16 por ciento que trabajaba para la CIA. Hasta el momento no hay elementos confirmatorios.
La Administración Nacional de Archivos y Registros de Estados Unidos publicó ahora en su sitio web aproximadamente 2 200 archivos, aunque se afirma que la gran mayoría de su colección, conformada por más de seis millones de páginas que incluyen no solo documentos escritos, también fotografías, películas, grabaciones de sonido y artefactos relacionados con el asesinato, ya estaban desclasificados, pero ojo, las tachaduras censuraban buena parte de la información.
Además, historiadores, estudiosos e investigadores calculaban antes de esa desclasificación que no habían sido publicados entre 3 000 y 3 500 archivos, a los que debe unirse lo declarado recientemente por el Buró Federal de Investigaciones (FBI): había descubierto unos 2 400 nuevos registros relacionados con el asesinato de Kennedy, según publicó la agencia noticiosa AP.
En los documentos de ahora hay no pocas informaciones que exponen la actividad de la Agencia Central de Inteligencia que, para muchos expertos y analistas sobrepasa las propias normas constitutivas de la CIA. Veremos algunas de las relacionadas con Cuba que, desde el triunfo de la Revolución, constituyó objetivo de las actividades de terrorismo de Estado ejecutado por prácticamente todos los presidentes que desde entonces han pasado por la Casa Blanca, fueran republicanos o demócratas, pues el propósito del imperio fue y sigue siendo destruir la resistencia de un pueblo.
La AP afirmó el pasado 20 de marzo que una revisión inicial hecha por ellos de más de 63 000 páginas de registros publicados ahora, mostraron que «algunos no estaban directamente relacionados con el asesinato, sino que trataban sobre operaciones encubiertas de la CIA, particularmente en Cuba».
Los elementos que salen del closet en 2025 forman parte de «las joyas de la familia», como se les conoce a los documentos secretos de dos décadas de actividades sucias de la CIA, de 1953 a 1973.
Fidel y Cuba siempre en la mirilla
Peter Kornbluh, el prestigioso investigador, director de los proyectos Documentación de Chile y Documentación de Cuba del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos y que mucho ha tenido que ver durante años en la campaña que ha permitido desclasificar los archivos secretos del Gobierno de Estados Unidos, analiza los registros develados ahora y señala que «Hasta el momento, ninguno de los miles de archivos PDF ha aportado información que cuestione la narrativa histórica oficial de que Lee Harvey Oswald, actuando por su cuenta, disparó y mató al presidente Kennedy en Dallas el 22 de noviembre de 1963. En cambio, las pruebas irrefutables de la historia están emergiendo de detalles granulares de operaciones encubiertas de la CIA, ahora completamente desclasificadas».
Con ello se refiere a fuentes, métodos, identidades de agentes y objetivos globales de la CIA, operaciones, lugares, informantes, actividades clandestinas, manipulación de elecciones, saboteo de economías, conspiraciones para asesinar líderes extranjeros y derrocar Gobiernos y hasta «operaciones ilegales a diario en casa». También destaca que se identifican los países «cuyos servicios de inteligencia nos “asistían” en operaciones encubiertas contra Cuba» en los tempranos años 60 (Canadá, Reino Unido, Israel, Holanda, Francia, España, Italia, Grecia, Noruega, Alemania, México, Argentina, Uruguay y Chile).
Uno de los documentos muestra que la División para el Hemisferio Occidental de la CIA, en el año 1961, utilizó para las operaciones contra Cuba más de 44 millones de dólares ($ 44 498 743), cuatro veces más que todo lo empleado para el resto de América Latina ($11 003 991).
Muchas de las actividades de la Agencia Central de Inteligencia contra la indomable Cuba en aquel año son conocidas por desclasificaciones anteriores, y también intentos de asesinatos de Fidel, entre ellos la Operación ZRRIFLE, el criptónimo CIA que se conoció en 2007 referente a la orden recibida en noviembre de 1961, por William King Harvey, jefe de estación de la CIA, para activar ese complot de magnicidio y para el cual apeló a elementos de la mafia como Johnny Roselli, Santo Trafficante Jr. y Meyer Lansky, deseosos de vengar el fin de sus negocios en Cuba.
Tras el fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos (victoria cubana de Playa Girón), la CIA había puesto en marcha la Operación Mangosta que incrementó las operaciones de violencia terrorista contra el pueblo cubano y las operaciones encubiertas que incluían sabotajes con el objetivo de derrocar al Gobierno Revolucionario liderado por Fidel, y que incluyó ataques a centrales azucareros y otras instalaciones de la que era entonces la principal industria y sustento económico del país. Está más que sabido que unos 400 agentes de la CIA trabajaron en el proyecto en Washington y fundamentalmente en Miami, en la que llegó a ser la estación CIA más grande del mundo, con nombre clave JMWAVE.
Entre los documentos que certifican los planes desclasificados en este 2025, uno de diciembre de 1963 expone —según AP— que «la oficina del director de la CIA recibía y respondía mensajes de agentes en Cuba que buscaban socavar al Gobierno de Fidel Castro. Uno, el 9 de diciembre de 1963, transmitió un mensaje al director desde Cuba: “Hoy reciben las pistolas Magnum, pero no balas”. “Obtienen una visión general de la política exterior estadounidense y, a la vez, una visión a vista de caracol de la acción encubierta, allí mismo”». ¿Acaso es una referencia a uno de los 683 intentos de asesinatos del Comandante en Jefe Fidel Castro, todos fracasados?
Las operaciones terroristas realizadas entonces, y que se documentan ahora, muestran que la CIA logró contaminar un cargamento completo de azúcar cubana con destino a la URSS «con una sustancia química utilizada en el proceso de desnaturalización del alcohol», por lo que «cuando este cargamento de azúcar se refine en la Unión Soviética, las bolsas contaminadas contaminarán por completo todo el cargamento», dice el informe secreto, «haciendo que el azúcar no sea apto para el consumo humano ni animal en ninguna de sus formas».
Saldrán a la luz muchas más operaciones sucias, pero hay una realidad, Estados Unidos, la actual administración trumpista, está remodelando sus instituciones, no para una mayor transparencia y actividad política en concordancia con las estipulaciones de las relaciones internacionales y las convenciones que las rigen, sino para lograr mayor «eficiencia»…
Puede que cambien los métodos, por supuesto serán otros los agentes del espionaje y la subversión para intentar una gobernabilidad mundial a la medida del imperio estadounidense; pero, de seguro, las operaciones clandestinas y los secretos también tienen un closet Trump. Si lo sabremos los cubanos cuando el de ahora nos tiene hasta los topes.