Daniel Noboa, presidente electo ecuatoriano, tiene un año y medio para cumplir lo que prometió. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 16/10/2023 | 11:12 pm
Las esperanzas de quienes aspiran a un real cambio en Ecuador quizá deban esperar hasta 2025 luego de la victoria el domingo de Daniel Noboa, de la derechista alianza Acción Democrática Nacional (ADN), quien obtuvo el 52,21 por ciento de los votos válidos sobre Luisa González, de Revolución Ciudadana (RC), favorecida por el 47,79 por ciento, según los resultados del Consejo Nacional Electoral cuando ya estaba contabilizado el 90 por ciento de las boletas.
Aunque Noboa se hizo de la victoria con un discurso que algunos tildaron «de centro izquierda» y parecido en los enunciados al de su oponente, mediante el cual prometió acabar con el desempleo juvenil y abrir puestos de trabajo, educación, construir viviendas y enderezar la economía, además de enfrentar la creciente violencia social que aturde a la sociedad, analistas han alertado que las bases para ese programa no tienen sustento para transformaciones profundas.
Alimenta las dudas acerca de si el Presidente electo buscará y logrará esos propósitos, su extracción social, pues procede de una familia multimillonaria, una de las más acaudaladas de Ecuador —su padre, Álvaro Noboa, excandidato presidencial por cinco ocasiones, es apodado el magnate del banano—, y se afirma que él mismo es dueño de algunas empresas.
Analistas advirtieron previamente que su mandato sería una profundización del quehacer de Lenín Moreno, traidor al correísmo, y del saliente Guillermo Lasso.
De cualquier modo, habrá que esperar el transcurso de estos primeros meses para saber cuál es la proyección del Jefe de Estado electo, quien con 35 años será el mandatario más joven en la historia reciente de Ecuador.
Noboa solo tendrá menos de un año y medio para enfrentar los difíciles retos que tiene ante sí y que se pueden sintetizar en dos flancos: la seguridad y la economía, sin desconocer el descalabro social provocado por la desinstitucionalización acometida por quienes le han precedido, y los débitos en materia de salud y educación.
Estos comicios se celebraron de manera adelantada luego de que el saliente Lasso decretara la «muerte cruzada» y disolviera el Congreso para evitar un juicio político. De modo que habrá elecciones otra vez en mayo de 2025.
El período que se abre hasta entonces también pudiera verse como una «campaña» adelantada: lo que se muestre será definitorio para entonces.
Otro hándicap es que el líder de ADN gobernará sin mayoría en un Congreso variopinto que quedó integrado en agosto por cinco partidos, entre los cuales Revolución Ciudadana se ratificó como la primera fuerza política, al obtener la bancada más numerosa, con 50 asientos, aunque sin la mayoría absoluta. ADN obtuvo 12 escaños, de manera que Noboa deberá buscar alianzas en el legislativo.
En tal sentido, la representante del correísmo, Luisa González, ofreció lo que pudiera llamarse una oposición constructiva cuando felicitó al contrincante tras conocerse su triunfo y puso a su disposición las propuestas de campaña exhibidas por ella. Pero también manifestó la expectativa de que, cuando asuma el poder, Noboa cumpla con lo prometido.
El desempeño de los votantes de RC en la segunda y definitiva ronda superó al de la primera, cuando González obtuvo 33 por ciento de los sufragios. Solo que Noboa, quien quedó entonces en segundo puesto, creció más ahora.
RC también incrementó el más de 39 por ciento de votos que obtuvo hace dos meses en las legislativas, resultados consecuentes con los de las regionales de febrero, cuando se hizo de nueve prefecturas de 23 —dos en las provincias más pobladas, Guayas y Pichincha—, y las alcaldías de las dos principales ciudades: Quito y Guayaquil.
De manera que RC no solo ha conservado un caudal de votos que ya se ve estable, sino que lo ha superado, pese a todas las campañas en su contra. Tendrá que seguir construyendo sobre lo que seis años de neoliberalismo y manipulación mediática han destruido en Ecuador.