Un médico corre con un niño herido en el bombardeo a Gaza del pasado 9 de octubre. Autor: Reuters Publicado: 14/10/2023 | 09:43 pm
Cuando acudió al segmento de alto nivel de la 78 Asamblea General de la ONU el pasado septiembre, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, presentó una serie de mapas sobre «el nuevo Medio Oriente». Una de las representaciones gráficas no mostraba Gaza, ni los territorios palestinos y de países árabes vecinos ocupados desde 1967. Fue esta una clara evidencia de los propósitos expansionistas que pretenden llevar mucho más allá de sus fronteras, hasta llegar al llamado Gran Israel, que incluiría también la totalidad del actual Israel, Jordania y Líbano, la mayor parte de Siria, la mitad de Irak, la costa oriental egipcia y el norte de Arabia Saudí.
El sionismo más extremista cree en esa pretensión de «pueblo elegido», mucho más que otros israelíes, y ha tomado posesión del poder en Israel tras las últimas elecciones cuando Netanyahu debió hacer coalición con los partidos de la ultraderecha nacionalista. Desde entonces las declaraciones y acciones incendiarias, provocadoras e inaceptables se fueron intensificando las implacables políticas establecidas desde 1967 de confiscación de tierras, desplazamientos forzosos luego de desalojos de comunidades completas de palestinos y beduinos, asentamientos ilegales de colonos judíos, expulsión de familias y demolición de decenas de miles de viviendas, también destrucción de escuelas y otras estructuras palestinas, obstaculización del derecho a orar en sus lugares sagrados de Jerusalén, represión policiaca, ataques de grupos extremistas a mezquitas, barrios, comercios, detenciones administrativas (sin cargos ni juicios), cárceles llenas, incluso de niños, discriminación generalizada, despojo de los derechos fundamentales de la población palestina.
El miedo, la inseguridad, escasos trabajos, carencias vitales en escuelas, servicios médicos, alimentación, agua y electricidad, sin libertad de movimiento, han hecho durante décadas que a Gaza se le califique como «la mayor cárcel al aire libre del mundo». Las alambradas israelíes la circundan y los puestos de control militares, mientras vallas enormes, alambradas y bloques de cemento separan a isralíes y árabes palestinos en el resto de las ciudades de la Cisjordania. Perfecto régimen de apartheid.
Esa ha sido la vida terrible, de traumas y sufrimientos de todo un pueblo, dividido territorialmente, para con toda intención también pretender escindirlos en la condición y conciencia de nación que comparte un mismo origen étnico, vínculos históricos, culturales, religiosos, idioma e intereses como comunidad.
Con el propósito de destruir a Hamás, desde que esta ganara las elecciones y comenzara a gobernar el pequeño enclave costero en 2007, Israel ha lanzado cuatro grandes ataques militares contra Gaza: en 2008-2009, 2012, 2014 y 2021. En esas operaciones guerreras mataron a 4 000 palestinos, más de la mitad de los cuales eran civiles. En esos enfrentamientos, si puede llamárseles así a los desproporcionados bombardeos contra la Franja, murieron 106 israelíes.
Ahora se repite de manera multiplicada la represalia, el desquite bajo el nombre de «Espadas de Fuego», para arrasar con Hamás y también con todos los palestinos de la Gaza resiliente en medio de un bloqueo de 14 años. Es mucho más que una respuesta a la operación Tormenta Al-Aqsa, lanzada el sábado 7 de octubre por las Brigadas Qassam, terrible golpe sorpresivo que costó la vida a soldados del Estado opresor que les sojuzga, diezma y niega, pero también a civiles, y cuyo objetivo era destruir posiciones del ejército israelí alrededor de la Franja de Gaza, capturar el mayor número de soldados posibles, también civiles, para intercambiarlos con los miles de palestinos cautivos en las prisiones de Israel, incluidos niños.
La de ahora no parece ser una operación destructora más y la luz verde llega de Estados Unidos y Reino Unido con declaraciones deshumanizadas acompañadas de municiones de avanzada,fuerzas de tarea navales en el Mediterráneo Oriental y apoyo de inteligencia más todo lo que sea «necesario», pues Washington duplica la asistencia anual financiera de 3,8 mil millones de dólares para el área militar.
El pasado domingo 8 de octubre, el primer ministro Benjamín Netanyahu declaró que Israel estaba en guerra. Fue enfático: «Estamos en guerra. No es una “operación”, ni una “ronda”, sino una guerra»...
En Cisjordania ocupada, donde viven unos 2,8 millones de palestinos, las tensiones aumentan mientras el ejército israelí impone una clausura total, las entradas a pueblos y ciudades fueron cerradas con puertas de hierro, bloques de cemento y montículos de tierra.
Occidente, encabezado como siempre por Estados Unidos, le ha dado plena libertad para eliminar no solo a Hamás, también a los palestinos, elevando de manera increíble una injusticia que lleva más de 70 años y que pudo haberse evitado con la creación de dos Estados, como estipuló la ONU: uno, el Estado de Israel; y el otro, una Palestina independiente y soberana.
Fotos, mapas y gráficos nos muestran lo que han sido 70 años de historia. El Ejército de Israel ha declarado estar listo para escalar la ofensiva contra Gaza. La ONU ha dicho que ello es «sentencia de muerte» para el pueblo palestino. En una semana, 2 269, ya fueron ultimados, también 1 300 israelíes.
Por ahora, el castigo continúa, también la resistencia. Una paz justa es necesaria y urgente.