La salida de Kevin McCarthy marca un hito histórico como primer Presidente de la Cámara destituido por sus colegas legisladores. Autor: Tomada de Twitter Publicado: 04/10/2023 | 08:01 pm
«Veremos qué pasa», dijo Kevin McCarthy a los periodistas, poco antes de la votación… y pasó. Ocurrió algo inédito en los entresijos de la clase política estadounidense, por 216 votos contra 210, el republicano fue destituido como presidente de la Cámara de Representantes.
El golpe nocaut se lo propinó uno de su propio partido, el representante ultraconservador por la Florida, Matt Gaetz, quien propuso la moción, seguida por supuesto por los demócratas del Congreso, pero también por otros 11 republicanos de línea conservadora.
A McCarthy estaba atrapado entre dos fuegos. Desde la extrema derecha de su banda partidista le achacaron haberse puesto del lado del presidente Joseph Biden y haber propiciado que la Cámara aprobara, poco antes, una medida provisional que impidió el cierre por falta de financiación de las actividades del Gobierno federal.
Se trataba del famoso «shutdown» que en los últimos tiempos se repite cada año cuando se discute el presupuesto del país, a dónde van las partidas, dónde recortar y a quiénes bendecir con mayor amplitud de gastos, en tira y encoje que siempre se resuelve, pero da cintillos a la prensa y pone en vilo a los empleados públicos. Dicen que Kevin McCarthy fue permisivo con el Partido del burro.
Desde el otro lado, el demócrata, también le llovían las críticas por «hostilidad» hacia el mandatario de la Casa Blanca y por impulsar un «programa extremista».
«En menos de un año, Kevin McCarthy ha demostrado ser el presidente de la Cámara de Representantes más débil de la historia moderna», dijo el representante demócrata por Nueva Jersey, Bill Pascrell, quien también posteó en su cuenta X: «No se equivoquen, el derrocamiento de kevin mccarthy es solo una señal más de la corrupción, el extremismo y el nihilismo frío del partido republicano». «Palos porque bogas y palos porque no bogas», diría mi abuela.
Análisis de la situación en importantes medios estadounidenses coinciden —matices más o menos— en la preocupación y hasta alarma por esa «rebelión» o «disidencia» del extremo conservador del Partido Republicano, porque puede llevar a consecuencias en las elecciones de 2024, cuando en agenda tenían mantener la mayoría en la Cámara y buscarla en el Senado, además de destronar al rival en la mansión ejecutiva de la Avenida Pensilvania.
Muchos ven en lo que hasta califican de «caos» en las filas republicanas, el peso enorme de la influencia trumpiana, lo que también se pone de manifiesto en la carrera por la nominación presidencial, cuando el ex presidente, a pesar de los muchos rollos legales en cuatro cortes judiciales del país y su ausencia a los debates, sigue subiendo en las encuestas y sus correligionarios rivales bajan, aunque también se mueve la disposición a eliminarlo de las boletas electorales.
«Estos insurgentes no tienen ningún plan y ahora han creado aún más caos y no es bueno para la Cámara, no es bueno para los republicanos y no tienen un camino claro a seguir», declaró enfurecido el senador texano John Cornyn, miembro del equipo de liderazgo republicano del Senado.
Provisionalmente, Patrick McHenry, de Carolina del Norte, ha asumido temporalmente la presidencia de la Cámara. Sin embargo, queda en entredicho la posibilidad de que se estabilice ese cuerpo legislativo, donde el rollo mayor por ahora es el presupuesto fiscal de la nación, un tema verdaderamente candente, pero no el único a dilucidar.
A decir verdad, tampoco es este el único problema que sacude a la política estadounidense, entre ellos mencionamos las tribulaciones judiciales de Donald Trump, la solicitud de impeachment a Joseph Biden —presentada precisamente por Kevin McCrthy alegando una «cultura de corrupción» en torno a su familia, básicamente por los negocios de su hijo, Hunter Biden, en el extranjero—, el proceso por corrupción y soborno al senador demócrata por Nueva Jersey, Bob Menendez…
Si suman uno tras otro, un término los aúna: corrupción. Y luego, Estados Unidos se ufana de ser modelo de gobernanza para el mundo y, cuando tiene una viga enorme en sus ojos, busca la paja en territorios ajenos.