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Ecuador: resultados que anuncian un recomienzo

Doble derrota del ejecutivo y mejor posicionamiento de Revolución Ciudadana en las bases, podrían estar marcando el reinicio del camino para la izquierda de cara a 2025

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Un boomerang… Los acontecimientos en Ecuador siguen demostrando la deteriorada coyuntura política en que se halla el ejecutivo, unos días después de las elecciones seccionales y el referendo constitucional propuesto por el presidente Guillermo Lasso: la consulta popular promovida por el mandatario para levantar su imagen se volvió definitivamente en su contra… Sin contar que los comicios regionales celebrados al unísono, resultaron otro fracaso para el partido de gobierno.

Por eso, seguramente, aunque ratificó el reconocimiento de los resultados, el Ministerio de Gobierno pidió en un comunicado el viernes, resolver las «dudas posibles y puntuales» que se han presentado. ¿Acaso habrá forma de dar marcha atrás a lo que arrojaron las urnas?  

Es difícil definir qué ha sido peor para el ejecutivo: si la derrota en las ocho preguntas con que el mandatario pretendía ganar la popularidad perdida —según los conteos preliminares—, o el posicionamiento de Revolución Ciudadana, al fin con personalidad propia, a nivel local, al obtener nueve prefecturas (gobernaciones) y 61 alcaldías, entre ellas, las de Quito y Guayaquil, las ciudades más importantes y pobladas del país.

Muy por debajo, el Partido Social Cristiano, en el gobierno, ganó, respectivamente, 2 y 32, sin contar el avance de Pashakutik, el brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), que quedó en segundo puesto con la titularidad en seis provincias y 11 municipios lo que deja ver en el mapa, en general, el avance de las fuerzas progresistas, y un voto de castigo de la ciudadanía a la gestión gubernamental.

Ambos resultados han puesto en posición todavía más delicada al ejecutivo de Lasso, cuya aceptación en la ciudadanía antes del encuentro con las urnas, ya era precaria al ubicarse entre el 30 y el 12 por ciento,según las distintas encuestas.

Ante el mandatario se presenta ahora el desafío de «torear» las propuestas opositoras de adelanto de las elecciones presidenciales previstas para 2025, que han emergido como consecuencia de su endeblez política.

Lasso es criticado por su gestión de restauración neoliberal y, sobre todo, se rechaza la falta de soluciones al problema de la inseguridad y el inusitado auge de la delincuencia y el narcotráfico, males para los quecualquier sociólogo hallaría importantes causas en la pobreza, que para junio de 2022 era del 25 por ciento, mientras la pobreza en el área urbana era del 16,7 por ciento y,en el área rural, de 42,9 por ciento…Son razones  mayores.

Según reportes oficiales, 2022 fue el año más violento en la historia reciente de Ecuador al constatarse 25 homicidios por cada 100 000 habitantes; se reiteran los motines carcelarios como resultado de las malas condiciones en las prisiones y el hacinamiento, y crecen el delito y la violencia en las ciudades, se dice que como resultado del crimen organizado, pues se han extendido redes de narcotráfico que, según fuentes no oficiales, habrían penetrado hasta las filas policiales.

La campaña proselitista dejó lamentables evidencias de ese auge violento y delincuencial: cinco candidatos asesinados, el último de ellos, perteneciente a Revolución Ciudadana y muerto a tiros poco antes de que abrieran las mesas de votación, de modo que Omar Menéndez fue electo alcalde de Puerto López, en Guayaquil, de manera póstuma, por lo que su puesto lo desempeñará una correligionaria.     

Consciente de su debilidad tras los comicios, el mandatario ha mostrado receptividad —«cuando el pueblo habla, es nuestro deber analizarlo, entenderlo y aceptarlo»—, y se adelantó a invitar de inmediato a un pacto de unidad nacional rechazado por el resto de la fuerzas políticas —la primera de ellas, Revolución Ciudadana en voz de su líder, Rafael Correa.

Aceptar alianzas a estas alturas, sería navegar juntos hacia el naufragio.

Ocho cambios ministeriales fueron realizados en el transcurso de la semana pasada con el apremio que los acontecimientos exigen, al tiempo que desde el oficialismo se daba credibilidad a las débiles voces que hablan de no probadas «insuficiencias» en el conteo de los votos y supuestos centros electorales alternativos, en un evidente y vano afán por acallar el pronunciamiento fuerte y claro de las urnas.

Pero no parece que alguna de esas salidas pueda cambiar las cosas.

Para colmo de males, Lasso, junto a otros ministros, era convocado a comparecer ante la Asamblea Nacional por lo que podría ser un escándalo de corrupción que implica a varias empresas públicas y, presuntamente, estaría dirigido por su cuñado. 

Lecturas de la votación

Aunque en algunas preguntas el margen entre el Sí y el No ha sido escaso, la ciudadanía ha mostrado sapiencia ante un referendo que tenía, como supuesta proposición «estrella», la aprobación de la extradición, de modo de mandar a Estados Unidos a los ecuatorianos «que hayan cometido delitos relacionados con el crimen organizado transnacional».

Pero la mayoría ha sabido ver que esa posibilidad no resolvería en nada el problema del tráfico de drogas y, por demás, habría significado una cierta sesión de soberanía.

Para muchos analistas, sin embargo, el verdadero propósito de la consulta estaba en quitar prerrogativas al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), instaurado durante los tiempos de la Revolución Ciudadana en el gobierno —2007-2017—,como parte del esfuerzo por darle más protagonismo a la ciudadanía.

La pregunta 5 proponía eliminar la facultad que tiene el Consejo de designar autoridades, dejándose esta función en manos de la Asamblea Nacional. El CPCCCS, sin embargo, es lo que se considera una de las mayores conquistas formalizada en la Carta Magna de 2008, nacida de la Asamblea Constituyente que se impuso a la partidocracia —como él le llama— con la llegada de Correa y Alianza PAÍS a la presidencia. Esa es la Constitución que este referendo pretendía reformar.

Otras preguntas sugerían eliminar el número de representantes de las distintas localidades en la Asamblea Nacional —el Parlamento ecuatoriano—, y disminuir los movimientos políticos que podrían inscribirse en el Registro Electoral, al elevar el número de simpatizantes exigido hasta ahora para ello.

Pero otros resultados explican por qué la votación del domingo anterior es calificada como fracaso que ha puesto al gobierno «contra las cuerdas».

Los importantes avances experimentados por el movimiento Revolución Ciudadana, que por primera vez participa en una contienda electoral con personalidad propia, ratifican los buenos resultados obtenidos en las presidenciales de 2021 por su candidato Andrés Arauz —segundo lugar detrás de Lasso, en segunda vuelta—, y los que cosechó en las legislativas de 2022 cuando, como parte de la alianza Unes, sus aspirantes se hicieron de la mayoría de los curules.

Ello, a pesar de la persecución a que ha estado sometido lo que ha dado en llamarse «el correísmo», razón por la cual sus aspirantes debieran presentarse en ambas oportunidades, bajo el paraguas de la alianza Unión Nacional de la Esperanza (Unes), pues no fue permitido inscribir como movimiento político a Revolución Ciudadana (RC), organización que agrupa a los seguidores de ese proceso luego de que el expresidente Lenín Moreno secuestrara la dirigencia de Alianza PAÍS, fundada por Correa, y provocara, por tanto, su balcanización. 

Este hecho conduce a otra reflexión: la victoria electoral se verifica pese a la persecución a que han estado sometidos los seguidores de la Revolución Ciudadana, gracias a la traición a esa causa de Moreno,quien fue propuesto por ella para suceder a Correa, y se convirtió luego en su verdugo.

De manera que este reflejo en lo local de los resultados obtenidos en las presidenciales y las legislativas más recientes, aunque ha sorprendido a muchos, refleja también el impacto que el movimiento RC tiene en las bases, pasando por encima a la satanizadora manipulación mediática, junto a obstáculos como el encartamiento judicial de sus líderes en virtud del lawfare —Jorge Glas, ex vicepresidente, estuvo preso cinco años injustamente y Correa ha sido condenado, también sin pruebas, a ocho años de prisión, razón por la cual no puede regresar a Ecuador. Otros miembros de la dirigencia de RC, sufren la misma saña y están en el extranjero.

Haya o no el adelanto de elecciones que ahora se empieza a reclamar a Lasso, la votación del domingo 5 de febrero ha dejado en mejores condiciones al correísmo para que, personificado en Revolución Ciudadana, vuelva al poder.

Este es el principio, no el fin, ha dicho Correa. 

 

 

                                     

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