En los estados del nordeste, Lula da Silva había arrasado durante la primera vuelta, sacando un 70% frente a poco menos del 30% que había obtenido Bolsonaro, porcentajes que se repitieron este domingo Autor: Juventud Rebelde Publicado: 30/10/2022 | 07:38 pm
Mucho antes de que el escrutinio señalara el triunfo de Lula da Silva en las elecciones presidenciales en Brasil, durante todo el día hubo reportes –respaldados por filmaciones y material irrefutable– provenientes del Nordeste de que la Policía Federal de Carreteras, que responde al gobierno nacional, y cuyo jefe, es un bolsonarista confeso, estuvo deteniendo gente que se dirigía a los centros de votación.
El Tribunal Superior Electoral rechazó públicamente el accionar policial, pidiendo explicaciones por la obstaculización del transito de los votantes. La orden la hizo Alexandre de Moraes, presidente del máximo órgano electoral.
En los estados del nordeste, Lula da Silva había arrasado durante la primera vuelta, sacando un 70% frente a poco menos del 30% que había obtenido Bolsonaro, porcentajes que se repitieron este domingo.
En sus redes sociales, el director general de los federales, había publicado un video en apoyo a Jair Bolsonaro. Los policías federales no recibieron ordenes de llevar adelante ninguna acción especial en las carreteras de de San Pablo, donde Bolsonaro es fuerte electoralmente.
Esto habla a las claras de una intencionalidad política detrás del accionar policial que deberá ser investigado en el futuro.
Democracia en estado crítico
Por lo pronto, la victoria de Lula es importantísima no sólo para el futuro de Brasil, sino para el de toda América latina.
Durante el último debate presidencial, Bolsonaro alzó los brazos al cielo y repitió el lema de esa especie de fascismo a la brasileña que fue el integralismo durante los años 1930 y 1940: Dios, familia, patria y libertad.
Sin dudas, la democracia del Brasil atraviesa su momento más dramático desde la recuperación democrática de 1989. Ha sido llevada hasta acá por un liderazgo mesiánico, autoritario y delirante como el de Jair Bolsonaro.
Sin embargo, todo indica qué fenómenos cómo el bolsonarismo han llegado para quedarse en la política latinoamericana, y que trascienden a sus mismos líderes.
La campaña presidencial fue un reflejo de sus cuatro años de gobierno: una serie de fake news, acusaciones falsas y operaciones políticas.
La violencia también estuvo a la orden del día, a tal punto que el día previo a la elección una diputada de su partido fue filmada apuntando con un arma a simpatizantes de Lula.
La violencia institucionalizada e implementada por todo su movimiento, fue uno de los métodos de poder del bolsonarismo, y nada parece indicar que lo dejará de ser una vez se encuentre, efectivamente, en la oposición.
Lula y un regreso épico a Planalto
Lula Da Silva fue víctima de una persecución inusitada en democracia, sometido a humillaciones mediáticas, políticas y judiciales que violaron todas las reglas de la convivencia entre adversarios.
Su regreso al Planalto es uno de los mas épicos que haya dado la política latinoamericana en décadas.
Sus desafíos serán inmensos, no hay demasiado margen para esperar grandes reformas económicas, políticas y sociales.
La historia ya puso una vez al histórico dirigente político y sindical en el lugar del hombre que devolvió la dignidad y sacó de la pobreza a casi 50 millones de brasileños durante sus mandatos. Ahora, le tocará ser quien intente reconstruir un país prácticamente devastado en sus núcleos y consensos más básicos.
La tarea no será para nada fácil, y por eso Lula ha decidido constituir un nuevo esquema de alianzas que incluye a la amplia mayoría del arco político democrático brasileño. Por lo pronto, logró volver de donde pocos creían, hasta hace apenas unos años, que sería posible. La nueva versión del lulismo le alcanzó para ganar.
La gran incógnita a corto plazo será qué tanto le alcanza para gobernar. Por ahora Lula puede decir lo que muy pocos en la historia latinoamericana: “volví, y vencí”.
(Tomado de La Voz)