Carros lanzagua y gases lacrimógenos no han logrado detener las protestas. Autor: Reuters Publicado: 14/07/2022 | 12:57 am
COLOMBO, julio 13.— El recién nombrado presidente interino de Sri Lanka, Ranil Wickremesinghe, pidió este miércoles al ejército y a la policía que «restablezcan el orden» después de que manifestantes tomaran sus oficinas exigiendo su dimisión, reportó RT, y decretó el toque de queda.
Wickremesinghe fue nombrado presidente interino luego de que el anterior jefe de Estado, Gotabaya Rajapaksa, huyera a las Maldivas, como resultado de protestas que llegaron a la toma de la residencia presidencial en medio de lo que se describe como la peor crisis económica de la historia del país.
El Primer Ministro acusó a los manifestantes de «querer impedir que cumpla con sus responsabilidades como presidente en funciones» y advirtió que «no podemos permitir que los fascistas tomen el control», añadió.
El asalto a la oficina de Wickremesinghe se produjo luego de que el mandatario declarara el estado de emergencia. A pesar de que la policía intentó dispersar a los manifestantes con gases lacrimógenos y se observaron helicópteros de la Fuerza Aérea patrullando la zona, más personas se fueron concentrando en el lugar, describió el despacho.
La emergencia, que también impone un toque de queda en la provincia en donde se encuentra la capital comercial, Colombo, provocó que manifestantes se movilizaran en las inmediaciones de la oficina del Primer Ministro para exigir su dimisión, mientras se habla de «masivas renuncias de las autoridades ante una situación ingobernable».
Ante tal clima de inseguridad, informó Telesur, los partidos políticos de Sri Lanka habían acordado designar a un nuevo presidente el próximo 20 de julio. Las candidaturas serán presentadas al Parlamento que elegirá al nuevo jefe de Estado, un día antes.
Según PL, los acontecimientos se dispararon en abril, cuando los efectos de la peor situación del país en más de 70 años fueron agravados por el impacto de la subida de los precios de las materias primas y los productos básicos en los mercados internacionales, coincidentes con el inicio de los acontecimientos entre Rusia y Ucrania y las medidas punitivas contra la primera.
También durante ese mes, Sri Lanka se vio imposibilitada de seguir pagando su deuda externa, ascendente a 51 000 millones de dólares, y tuvo que solicitar un paquete de «rescate» al Fondo Monetario Internacional (FMI) para restructurar dichos adeudos.
El resultado ha sido una grave escasez de combustible y alimentos, y el alza de los precios de estos, mientras escuelas y centros de trabajo fueron cerrados, dijo el reporte.
En entrevista concedida a la revista The International, Bimal Rathnayake, antiguo parlamentario y miembro del partido de izquierda Janatha Vimukthi Peramuna (Frente de Liberación del Pueblo), señaló que Sri Lanka es un ejemplo de cómo el imperialismo destruye un país con sus políticas económicas depredadoras.
Citó cómo la privatización y desregulación incontroladas, prescritas por el Banco Mundial y el FMI, condujeron al abandono de las industrias nacionales y la reorientación de la economía hacia el negocio de la importación-exportación, en contraposición con la producción gestionada para los mercados locales, lo que condujo a la pérdida de la seguridad y la soberanía alimentaria.
Las mismas prescripciones del Banco Mundial fomentaron la financiación de ese modelo a través de enormes préstamos, lo que facilitó la entrada de los inversores extranjeros, a costa de un rendimiento mínimo para la economía nacional y el agotamiento de las reservas de divisas.
También, la situación se agravó por la flagrante incompetencia de las sucesivas administraciones gubernamentales, especialmente en materia económica. A su vez, la pandemia de la COVID-19 y la presión adicional sobre la economía de Sri Lanka, por su dependencia de las importaciones, aceleraron la crisis.