Durante años muchas manifestaciones han pedido a las administraciones de Estados Unidos que cierren la infame prisión. Autor: AFP Publicado: 21/07/2021 | 08:53 pm
Carecen de evidencias, pero sobra exageración y manipulación. Hablo de mensajes en las redes sociales e informaciones en medios de Miami que luego reciben caja de resonancia en otros medios de la gran prensa.
Las descripciones son tenebrosas. Este párrafo como muestra de argumentos enarbolados por congresistas estadounidenses que están pidiendo crear un Tribunal Penal Internacional para juzgar a Cuba: «También dijeron que durante la última semana activistas cubanos han sido secuestrados, encarcelados injustamente, “mutilados físicamente y asesinados. Un sacerdote quedó magullado y ensangrentado después de que lo golpearan con un bate de béisbol, los niños fueron sacados de sus casas y obligados a ayudar a los matones del régimen a oprimir a los manifestantes”».
La solicitud a la OEA y la Unión Europea está encabezada por el senador de la Florida Rick Scott, y el jefe de la minoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y la información del libelo publica que deben investigar «miles de desapariciones y detenciones tras ola represiva en Cuba».
¡Ufff! Esto es muy serio. Quieren ir con todo contra el pueblo cubano y su Revolución y cualquier mentira les sirve para justificar lo que los representantes del odio visceral piden a gritos en Miami o frente a la Casa Blanca: «invadan Cuba».
Sin embargo, no podrán presentar ni una sola prueba de cárceles secretas en nuestro país, tampoco de detenciones arbitrarias o de desaparecidos. Las autoridades cubanas investigan los hechos relacionados con el intento fracasado de soliviantar al pueblo el 11 de julio y los actos vandálicos y otros violatorios de la Constitución, las ordenanzas
y la tranquilidad de la nación, y los
culpables recibirán el castigo merecido y estipulado por las leyes, luego de juicios con todas las garantías procesales establecidas.
Lo contradictorio es que las acusaciones provienen de Estados Unidos, un país que sí ha utilizado y mantiene cárceles secretas y la tortura como medio de obtener confesiones obligadas, sean ciertas o falsas.
Y una de ellas está en territorio cubano usurpado por Estados Unidos desde hace más de un siglo, la Base Naval en Guantánamo, donde todavía se mantienen a 28 presos sin acusación alguna, como reportó recientemente el diario The New York Times, de los 39 detenidos que aún permanecen en encierro de casi 20 años, y solo 11 de ellos han sido imputados de crímenes de guerra.
Se trata del remanente de más de 700 hombres, supuestamente terroristas islámicos, que llenaron el campo de concentración construido dentro de los límites de la ilegal base militar, cuando Bush, el hijo, lanzó la infinita guerra contra el terrorismo luego del criminal derribo de las Torres Gemelas de Nueva York, un acto infame que todavía deja muchas incógnitas sobre quien lo organizó y planeó, pero que dio pie también a dos guerras terribles que aún no concluyen en Irak y Afganistán.
La de Guantánamo es apenas una de las prisiones secretas de Estados Unidos desplegadas por la CIA y el Pentágono por diversos lugares del mundo, y nadie sabe a ciencia cierta el número exacto de las personas que en ellas fueron encerradas y cuál fue el destino de ellas. Abu Ghraib, en Irak, fue la ventana descubierta a las execrables torturas practicadas y a las que le dieron basamento «legal».
En el mundo entero se clamó por el cierre de esas prisiones. Todavía se pide el cierre de la establecida en Guantánamo.
Hace unos pocos días el presidente Joe Biden anunció que trasladarían a Abdul Latif Nasir, de 56 años de edad, como repatriado a Marruecos, después de que la Junta de Revisión Periódica determinó en 2016 que su detención «ya no era necesaria para protegerse de una amenaza significativa y continua para la seguridad nacional de Estados Unidos». No me equivoqué de fecha, eso lo decidió en 2016, y cinco años después todavía lo mantienen en el encierro.
En mayo pasado, la Casa Blanca aprobó otras tres liberaciones —honestamente, no sé si ya las aplicaron—: la del pakistaní Saifullah Paracha, que a sus 73 años es el preso más viejo en la Base donde ha estado por 17 años sin causa y erróneamente; el pakistaní Abdul Rabbani, de 54 de años, y el yemenita Uthman Abdul al-Rahim Uthman, de 40 años de edad.
¿Cómo se atreven a juzgar a otros y, además, sobre bases de mentiras, cuando el sucio, criminal e hipócrita tejado estadounidense sobre el tema es totalmente de vidrio?
Farsantes, devuelvan Guantánamo, otra ignominia contra el pueblo cubano que se suma al bloqueo.