Los nuevos objetivos de la cooperación bilateral entre Estados Unidos y el Reino Unido, que abarcarán desde la recuperación de la pandemia de COVID-19, el cambio climático, la seguridad y el sistema de comercio global, hasta las medidas a tomar para reanudar los viajes transatlánticos de forma segura, esperaban ser ratificados en Cornualles, al sur de Inglaterra, por el presidente Joe Biden y el primer ministro Boris Johnson, con la firma de una nueva Carta Atlántica, inspirada en el documento homónimo que rubricaron en 1941 Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt.
Los acuerdos que firmaremos hoy, basados en nuestros valores y visiones comunes, serán las bases de la recuperación global sostenible, dijo Johnson en la noche del miércoles. El encuentro de Biden y Johnson —que incluyó paseo por la playa frente al hotel Carbis Bay, en Cornualles, acompañados de sus respectivas esposas— se produjo previo a la Cumbre del Grupo de los 7 (bloque formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), que tendrá lugar en esa localidad este viernes.
Aunque la prensa británica afirmó que Biden aprovecharía su primer viaje presidencial al extranjero para advertir a Johnson que debía honrar los compromisos adquiridos por el Reino Unido tras abandonar la Unión Europea, y en particular el protocolo para Irlanda del Norte, para no poner en peligro la paz que puso fin al largo conflicto armado en esa provincia británica en 1998, la Casa Blanca aseguró que el mandatario no tenía intenciones de inmiscuirse en las negociaciones pos-Brexit y que no venía a darle lecciones a su anfitrión, aunque abogaría por una solución expedita de los problemas, según dijo Prensa Latina.
Dejando entrever algunos de los puntos que deben haber discutido Biden y Johnson, la publicación estadounidense The Hill dijo que en la reunión bilateral a puertas cerradas el mandatario estadounidense estuvo acompañado por el secretario de Estado, Antony Blinken; el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan; el coordinador de respuesta al coronavirus, Jeff Zients, y otros miembros de su equipo de Seguridad Nacional.
Johnson estuvo acompañado por el secretario de Relaciones Exteriores, Dominic Raab; la embajadora en Estados Unidos, Karen Pierce, y múltiples asesores de Seguridad Nacional y Asuntos Exteriores.
Un comentario en Defense One, una publicación estadounidense especializada en proveer de informaciones, análisis e ideas sobre el futuro de la seguridad nacional a líderes de defensa e industria y tomadores de decisiones, dijo que Biden se dirigía a Europa este fin de semana declarando: «Estados Unidos está de vuelta» y «tratará de convencer a los aliados nerviosos de que la era de Donald Trump en la política estadounidense fue una anomalía no deseada que no regresará».
La publicación se basaba en declaraciones de un alto asesor de la Casa Blanca y recordaba que Trump llamó a la OTAN «obsoleta» y «delincuentes» a los países de la alianza que no invirtieron el dos por ciento de su producto interno bruto en defensa, además de otros insultos y peleas públicas con mandatarios de las naciones aliadas más cercanas de Washington.
Luego de la Cumbre del G-7 habrá una bienal de los Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN en Bruselas, Bélgica.
En una sesión informativa en la Casa Blanca el lunes, el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan dijo que Biden usará las acciones de Estados Unidos en los últimos cinco meses para mostrar a los aliados que el país ha cambiado, citando el progreso de Estados Unidos para detener la pandemia de COVID-19, la inversión para revertir la recesión económica y el compromiso con la innovación.
Señaló que el «progreso» que su país ha logrado en esos temas «será la forma más efectiva de mostrar al mundo que Estados Unidos tiene el poder y el propósito de poder cumplir como la democracia líder del mundo. Eso es lo que va a tratar de demostrar». Lo que algunos analistas tradujeron así: Estados Unidos vuelve por sus fueros.
En este escenario, un despacho comentario de la agencia noticiosa AP apuntaba que hay varias áreas potenciales de tensión entre Washington y el G-7: el cambio climático; el comercio, un tema al que aún Biden no ha prestado mucha atención; la compartición con el mundo de las vacunas contra la COVID-19; y China, que la actual administración de la Casa Blanca ya ha declarado como su principal adversario en la competencia por liderar el siglo XXI, pero que no todas las potencias europeas lo ven de igual manera.