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El gobierno del presidente Donald Trump recibió un contundente recordatorio del repudio a la permanencia de tropas de Estados Unidos en Irak, cuando este miércoles un ataque con cohetes a una de sus bases cercana a Bagdad les causó tres muertos y 12 heridos.
El capitán de marines Bill Urban, vocero de la unidad militar estacionada en la base de Al Tayi, situada 35 kilómetros al norte de la capital iraquí, dijo que alrededor de 18 cohetes Katyusha alcanzaron la base, y cinco de los heridos fueron evacuados en estado grave.
Uno de los militares muertos pertenecía al «servicio británico», según un reporte del diario The Washington Post, que dijo intentó sin éxito obtener más detalles de fuentes oficiales en Londres sobre su identidad y funciones en Irak.
Un comunicado de las Fuerzas Armadas de Irak confirmó el ataque, pero se abstuvo de mencionar sus posibles autores, en tanto refirió que desde octubre pasado se registraron 22 acciones coheteriles contra los efectivos norteamericanos.
Según el vocero militar de la base Al Tayi, las armas utilizadas fueron cohetes Katyusha de 107 milímetros, que funcionarios del Pentágono consideran «un signo distintivo de las milicias respaldadas por Irán en Irak».
Washington alega que las milicias populares iraquíes que hostigan a las tropas norteamericanas actúan bajo órdenes de Teherán.
Ese fue el mismo pretexto utilizado por Trump para justificar el asesinato en el aeropuerto de Bagdad del mayor general iraní Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Al Quds de la Guardia Revolucionaria, el pasado 3 de enero, mediante un ataque con cohetes lanzados por drones.
Esos antecedentes reflotaron las previsiones de una nueva escalada militar en el campo de batalla iraquí, que pudiera salpicar a Irán, sometido a un severo régimen de sanciones económicas por la administración Trump, incluso en estos momentos, en los que Teherán afronta una alta incidencia de la pandemia del coronavirus COVID-19.
En lo que pareció una reacción inmediata, la aviación estadounidense bombardeó en las primeras horas de este jueves un campamento de Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) en la provincia occidental de Al-Anbar, fronteriza con Siria.
La cadena emiratí-británica Sky News Arabia dijo que un avión estadounidense lanzó ataques aéreos contra la base de Al-Hashd Al-Shabi en el área de la aldea de Al-Khuray, en la provincia de Al-Anbar.
Por otra parte, la agencia siria SANA, informó que aviones no identificados atacaron en la noche del miércoles a Deir Ezzor, en el noreste del país, cerca de las fronteras sirio-iraquíes, pero solo se reportaron daños materiales.
En una coincidencia que revela la persistente preocupación de medios políticos en Estados Unidos con los efectos de una mayor escalada en el conflicto en la región, la Cámara de Representantes aprobó el propio miércoles una medida que limita la capacidad de Trump de tomar medidas militares contra Irán.
La resolución aprobada en una votación 227-186, ordena «terminar con el uso de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos para las hostilidades contra Irán», a menos que el Congreso lo autorice específicamente.
Para ser efectiva, la medida debe ser aprobada o promulgada por el presidente Trump, lo que ciertamente no ocurrirá. Al contrario, se da por seguro el veto presidencial, y el consiguiente rechazo del Senado —dominado por los republicanos— si fuera apelado.
Sin embargo, la resolución deja ver el peligro latente de una nueva fase del clima de guerra con Teherán impuesta por Washington, que tiene ahora a Irak como terreno de combate.
Los iraquíes, por su parte, además de pedir la retirada de las tropas norteamericanas en las calles y en el Parlamento, también parecen dispuestos a recurrir a las armas para lograr que se vayan, sin más dilación.
