Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los usurpadores quieren «tierra arrasada» en Bolivia

La represión contra quienes defienden a Evo aspira a devastar también la ideología refundacional del Presidente depuesto y del MAS

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Ya está en marcha el cambio de modelo que se procura con el golpe en Bolivia. Y ello no solo es visible en las medidas económicas tomadas de urgencia para reprivatizar todo lo que el MAS recuperó de manos de las transnacionales y distribuyó justamente entre la ciudadanía.

Además, las nuevas elecciones acordadas por el Congreso y que supuestamente deben celebrarse en un plazo de 120 días, verán la luz, de cierto modo, ya manipuladas: Evo ha renunciado a presentarse como candidato para contribuir a la estabilidad nacional y, sin necesidad, el ejecutivo golpista está renovando el Tribunal Supremo Electoral acudiendo, incluso, a vocales nombrados «a dedo», lo cual pone en tela de juicio la transparencia de los prometidos comicios.

Los golpistas procuran una elección donde no haya vestigios del MAS, y aún no quedan conformes. Los acontecimientos, todavía en curso, dejan ver que «pacificar» un país desestabilizado por quienes auparon la idea del fraude y forzaron la salida de Evo mediante el terror contra los suyos, no depende de que cesen las protestas en favor de la institucionalidad robada, como se acordó en el diálogo sostenido el fin de semana por organizaciones populares y el ejecutivo de Jeanine Añez, a cambio, apenas, del cese de las acciones policiales y militares, y la liberación de los detenidos.   

El país arde por la mantenida actitud represora y facistoide de los usurpadores, que no se sienten seguros con la ausencia de Evo Morales en las anunciadas elecciones. A la saña con que se intentó acallar, a mansalva, a grupos de personas sin rostro, se une ahora una represión selectiva que apunta al deseo de descabezar al MAS no ya desde lo institucional, sino desde el mismo derecho de sus dirigentes a la libertad y la vida.

Cacería es un vocablo duro y, sin embargo, fue usado por Evo para describir lo que ocurre, durante entrevista concedida al diario argentino Página 12. Y esa palabra la utilizó primero, el 13 de noviembre, Arturo Murillo tras su designación como ministro de facto: «Vamos a ir a la cacería de Juan Ramón Quintana, Raúl García Linera…».

Tres botones pueden servir de muestra. Un tuit del embajador de Venezuela ante la ONU, Samuel Moncada, denunció este lunes que «La neonazi Gestapo en Bolivia arresta en su casa a Deicy Choque por el delito de ser candidata del partido de Evo». Algo parecido ocurrió antes al vicepresidente del MAS, Gerardo García, detenido el jueves en La Paz por el supuesto y común «delito» de circular en un vehículo sin matrícula. Y se ha vuelto feroz la persecución contra el exministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, quien fuera también embajador de Bolivia en Cuba: un hombre cuyas luces y fortaleza ideológica seguramente asusta a los golpistas.

Pero esos nombres no son los de todos los aprehendidos o buscados —algunos de ellos asilados en embajadas—, y que podrían sumar más injusticias, si se materializa el anuncio formulado por Karen Longaric, nombrada ministra del Exterior, quien ha dicho que entregará a la legación diplomática mexicana una lista con los mandamientos de aprehensión de autoridades del Gobierno depuesto, a quienes se les acusa de los falsos delitos de sedición y terrorismo.

Similares acusaciones podrían tender su brazo contra el mismísimo Evo, todavía en territorio mexicano, y a quien se le quiere responsabilizar por supuestos llamados a las protestas desde allí y el falaz y endeble argumento de que para ello usó un teléfono de compañías telefónicas bolivianas, de modo ilegal.

La imagen de una mujer rubia y de apariencia refinada como la de la exsenadora Añez no logra camuflar las esencias facistoides que afloran en las acciones de su ejecutivo. Su política «transicional» evoca los modelos de contrainsurgencia de las dictaduras militares centroamericanas, en los lejanos años de 1980. Entonces se aplicaron las matanzas colectivas contra el campesinado para hacer prescindir a las guerrillas de su base social.

Ahora en Bolivia van, también,tras los líderes. Se quiere torcer un modelo y arrancar de raíz la ideología.

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