Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El agitado compás de espera de Argentina

Mientras Macri intenta tranquilizar, se habla de necesidad de estabilidad económica para mantener la gobernabilidad hasta octubre

Autor:

Marina Menéndez Quintero

El Presidente de Argentina está tratando de borrar no solo el mal sabor, también el mal augurio que dejaron las elecciones primarias con vista a las presidenciales de octubre, pues, si no logra revertir lo que él mismo ha llamado el «voto bronca» que se constató hace 15 días, no será reelegido.

Pero Mauricio Macri no tiene nada nuevo que ofrecer, y todo el mundo reconoce apenas como pasos «electoralistas» al manojito de medidas que decretó luego de reponerse del «palazo», como ha llamado él también los resultados de las PASO: facilidades a la pequeña y mediana empresa (Pymes) para que paguen sus deudas, bonos para mejorar el salario a una parte de la esfera laboral y, para otra, reducción del impuesto a la ganancia, así como pequeños incrementos en los estipendios de un tipo de becas y de las subvenciones a las madres de familia.

Nada sustancioso que brindar, sin embargo, a todos los que con crudeza sufren el ajuste, y entre quienes se cuentan los miles de desempleados que ha provocado su gestión; ni a los hambrientos o, apenas, necesitados, esos de quienes acaba de dejar triste cuenta un anciano con demencia senil que murió de un infarto luego de ser golpeado por agentes de seguridad de una tienda, de donde se llevó queso y chocolate… 

Obviamente, los paliativos no pueden componer la siquis de una sociedad que ha visto retornar las nubes negras de fines de 1990 y principios de los años 2000, cuando Carlos Menem empezó vendiendo hasta los parques y otros siguieron hasta enclaustrar el dinero depositado en los bancos en el llamado «corralito».

Esta es una Argentina que se sigue poniendo peor mientras más días la alejan de las primarias y la acercan a las presidenciales, con sucesivas caídas del peso, que ya estaba devaluado a 40 por uno y ha seguido depreciándose hasta quedar, al parecer, estable en torno a los 60 por un dólar; una paridad que para muchos argentinos resulta escandalosa.

Tampoco Mauricio Macri puede cambiar en dos meses el rumbo del país; ni quiere. «Seguiremos teniendo la misma política que hemos tenido», dijo cuando le preguntaron hace unos días cómo hará para bajar la inflación.

Quizá la decisión más contundente fuera la de congelar el precio de la nafta y otros combustibles para evitar seguir gravando la vida de las personas con encarecimientos en la transportación que llevarían a una inevitable escalada en el precio de los alimentos.

Pero ese tiro salió por la culata, y posiblemente sea de los que más graves heridas provoque al Gobierno, pues Macri ordenó la inamovilidad del precio mediante un decreto de necesidad y urgencia que ha sido cuestionado por los gobernadores de las provincias      productoras de crudo y también por renombradas empresas, mediante demandas judiciales que se podrían incrementar en los próximos días.   

El panorama es dramático para el mandatario y su coalición Cambiemos. Ni parece que resolverán el favor de la mayor parte de la ciudadanía, ni la salud de una economía en muletas: la reserva perdió en lo que va de mes 9 007 millones de dólares y estaba a mediados de esta semana en 58 892 millones de billetes verdes, y la inflación se prevé en el 55 por ciento para fines de año. La desocupación escaló en junio, por primera vez en 13 años, a una cifra de dos dígitos al ubicarse en 10,1: un índice al parecer sobrio pero que representa a casi dos millones de personas, en tanto también crecieron el subempleo y el empleo «en negro», es decir, el trabajo irregular o no registrado.

No hay mucho que hacer ahora. El equipo macrista maniobra en la estrechez de un lapso tan escaso como lo es el que media de aquí a octubre, y lo hace en las aguas agitadas por las reacciones del mercado bursátil en un piso «movido» por el ajuste y las malas decisiones del Ejecutivo. Aunque este diga que la culpa es «del kirchnerismo» y quienes votaron la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández en las PASO, mientras estos otros, los opositores, señalan al agotamiento económico del macrismo como la causa del remezón.

Lo cierto es que hasta el propio FMI —cercano al Gobierno luego de su enorme empréstito por más de 50 000 millones de dólares, que ha vuelto a endeudar y poner en sus manos a Argentina— diagnosticó esta semana que la situación en el país es «crítica».

Una visita de la misión que habitualmente chequea si Buenos Aires cumple los compromisos contraídos a cambio del dinero debió efectuarse esta semana pero será la entrante, pues el nuevo titular de Economía pidió tiempo para «poner en orden los papeles» —como se diría comúnmente—, y no se descarta que los enviados del Fondo puedan tener un contacto con el candidato presidencial opositor, Alberto Fernández, cuando vayan. 

Al mandatario, por demás, se le vio falto de iniciativa y casi deprimido después de las primarias al punto de necesitar un sacudón por los hombros de los personeros de la alianza y, sobre todo, de sus aliados del radicalismo para intentar, aunque sea, este fingir que maneja el timón de un país donde ya se habla de necesidad de estabilidad económica para mantener la gobernabilidad.

Apenas la renuncia de su ministro de Economía, Nicolás Dujovne, debido a lo que este llamó la necesidad de «una renovación significativa en el área económica», fue lo que más se acercó a esa frase de «he escuchado la voz de las urnas» que ha reiterado Macri, luego de la bofetada de votos a favor del opositor Frente de Todos en las PASO.

Mas, ha sido también una medida, hasta cierto punto, cosmética. Al asumir la cartera, el nuevo titular, Hernán Lacunza, declaró que su misión principal era mantener a flote el peso frente al dólar aunque ya ha desempeñado roles mayores, como la primera reunión con economistas cercanos al Frente de Todos.

¿Empezó la transición?

No hay, en verdad, modo de demostrarles ahora a los argentinos lo que Mauricio Macri aspira a que crean: que todo lo que se ha hecho fue para bien, y es lo que debió hacerse.

«Vamos a lograr convencerlos que más allá de la bronca es importante lo que hemos conseguido», aseguró el Jefe de Estado hace dos días (…). Hemos hecho avances».

Su reciente y tímido paquete de medidas ha sido denunciado también por los gobernadores de la oposición, quienes, en una carta, rechazaron que se les     quite dinero a los presupuestos de sus provincias porque impedirá, incluso, que puedan pagar los salarios, y pondrá bajo amenaza «la paz social».                                                                                                                      

Todo indica que de esas partidas se estaría extrayendo la plata —como suelen decir los argentinos— para los aumentos anunciados.

En una misiva firmada luego de reunirse, los gobernadores suscribieron un documento donde afirman que las medidas se decidieron de manera «inconsulta, unilateral y sin tener en cuenta de donde saldrán los recursos», y que se dispuso «inconstitucionalmente de recursos que son de las provincias», reveló el diario Página 12. 

Antes, dejaron claro que «no estamos en contra de ninguna medida de Gobierno que tenga como objetivo paliar la grave situación económica que atraviesan la mayoría de los sectores de nuestra sociedad, empezando por los trabajadores que vienen perdiendo el poder adquisitivo de sus ingresos».

En este contexto de volatilidad financiera y económica que también podría ser social, tuvo lugar la mencionada primera reunión entre Lacunza y miembros de su equipo con expertos en Economía ligados al Frente, encuentro que medios argentinos consideraron como primer paso de una transición que, obviamente, depende todavía, nada más y nada menos, que de los resultados electorales de octubre.

Tales contactos, que se considerarían muy tempranos en otro panorama, pueden ser no solo expresión de lo delicado del momento económico y financiero argentino, sino una muestra de responsabilidad de ambas partes que debe contribuir a calmar los mercados y la cifra del Riesgo País, que trepó con inusitada prisa y ya ha ido descendiendo.

Según un comunicado, en el diálogo entre Guillermo Nielsen y Cecilia Todesca (Frente de Todos), y el equipo económico de Macri, se abordaron todos los temas económicos, y el Frente «ratificó su compromiso de cumplimiento con todas las obligaciones y los contratos vigentes, en el marco de un modelo económico alternativo que priorice la estabilidad de precios y la recuperación del crecimiento y del empleo».

Ello debe dar tranquilidad a los mercados. Aunque no pudieron ocultar su convicción de que el crédito pedido al FMI y la deuda asumida con el sector privado, han puesto al país en una situación de gran vulnerabilidad. 

También el candidato Alberto Fernández ha negado tajantemente la posibilidad de acudir al default para enfrentar esa enorme deuda externa que Néstor Kirchner renegoció en su momento con los tenedores privados —luego de pagar lo suyo al Fondo para sacar a Argentina de su redil—, y que ha vuelto a crecer como bola de nieve durante el mandato de Macri, hasta alrededor de 275 828 millones de dólares.

Mientras, las urnas que abrirán en breve siguen evocando, pese a todo, bolas de cristal. El calendario marcha ineluctablemente hacia octubre.

 

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